miércoles, 18 de febrero de 2015

MIÉRCOLES DE CENIZA, INICIO DE LA SANTA CUARESMA


La ascesis cristiana 
¿un modo de amar aquí y ahora?

La ascesis cristiana nunca ha sido un fin en sí misma, pero sí un medio, un método al servicio de la vida.
En el tiempo de los padres del desierto se imponían ayunos extremos; ahora el combate se ha desplazado; el hombre no tiene necesidad de un dolor suplementario. La mortificación actual será la liberación de toda necesidad de doping: rapidez, ruido, excitaciones, drogas, alcohol de las más variadas formas.
La ascesis será más un reposo impuesto, la disciplina de la calma y el silencio en el que el hombre reencuentra la facultad de detenerse para la oración y la contemplación, aún en el corazón de todos los ruidos del mundo, en subte, entre la gente, en las calles de la ciudad; pero sobre todo la facultad de escuchar la presencia de otros, los amigos de cada encuentro.
El ayuno, opuesto a la maceración que se inflige, será la renuncia gozosa a lo superfluo, su participación con los necesitados a un equilibrio natural en paz.
Más allá de la ascesis somática y psicológica de la edad media, se buscará la ascesis escatológica de los primeros siglos, este acto de fe que hacía estar al ser humano en atención expectante y gozosa de la Parusía, la espera no cronológica sino cualitativa que discierne lo último y lo único necesario pues, según el evangelio, el tiempo es corto y el Espíritu y la Esposa dicen ¡ven!
La ascesis así llegar a ser la atención a los llamados del evangelio, a la gama de las bienaventuranzas; ella buscará la humildad y la pureza de corazón, para liberar a su prójimo y restituirlo a Dios. En un mundo fatigado, dividido por los cuidados, viviendo en ritmos más y más acelerados, la tarea es de encontrar y vivir la infancia espiritual, la simplicidad evangélica del caminito que conduce a sentarse a la mesa de los pecadores, a bendecir y compartir el pan juntos…
Ninguna ascesis, privada de amor, nos aproxima a Dios.
La ascesis en la vida espiritual de hoy protege al espíritu de toda empresa que viene del mundo y preconiza vencer el mal por la creación del bien; así ella es nada más que un medio, una estrategia.
El hombre puede suscitar un ambiente mórbido, fantasmagórico dónde no ve más que mal y pecado. Pero la ascesis evangélica golpea por exceso –no de temor- sino de amor desbordante de ternura. San Doroteo de Gaza da una bella imagen de salvación bajo la forma de un círculo: en el centro está Dios y todos los hombres se encuentran en la circunferencia; más se aproximan al centro –a Dios-, más los rayos del círculo, el prójimo, se aproximan los unos a los otros. San Isaac dijo a su discípulo: “He aquí un mandamiento que te doy: que la misericordia conduzca siempre tu balanza, hasta el momento que sientas en ti mismo la misericordia que Dios lleva a ti y al mundo”

Paul Evdokimov

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