sábado, 30 de septiembre de 2017

La Virgen de la Iglesia de El Siambón

“La imagen de la Virgen en el Monasterio del Siambón, con los rasgos tiernos y nutridores de una mujer del noroeste, compañera también de cruces, de soledades y de alturas. Cruzando valles oscuros, anunciadora de victoria finales, capaz de desplegar colores inesperados que tiñen el gris de las piedras de nuestra pobreza y nuestra desesperanza, transformándolas en buena noticia. He pasado un tiempo de Navidad apoyándome en ella y a sus pies, dejándome renacer y repitiendo ‘Alégrate María’ como inicio de cada avemaría de mi rosario ilusionado.

Ella está allí, como su precioso Hijo en preciosas pinturas en la piedra, que durante horas he quedado contemplando. Pero no venero piedras, sino a ella, por pura gracia ya viviente en el Viviente, que nos renace dándonos a Jesús y deja que, por la fe, la esperanza y el amor, en sus imágenes-evocaciones la ‘toquemos’: le hablemos, le lloremos, le supliquemos, le agradezcamos, le prometamos, nos consagremos y nos abracemos” 

(P. Eduardo Meana Laporte, Reconociendo a María, Vivencias y contemplaciones para descubrirla, San Pablo, Bs. As., 2017, pp. 24-25).

sábado, 23 de septiembre de 2017

Akathisto a la Santa y Vivificante Cruz II (Tomado https://cristoesortodoxo.com/2016/04/03/akacisto-a-la-santa-y-vivificante-cruz/)

Icono de la Exaltación-Invención de la Santa Cruz

Contaquio VI
La Cruz del Señor es escalera tan alta como el cielo que lleva a la gloria a los hombres que abandonan y desprecian todas las cosas de este mundo para que junto a los ángeles canten eternamente: ¡Aleluya!
Icos VI
Brillando en medio del Averno, oh Salvador, iluminaste con tu luz a los que se encontraban en la oscuridad. Los guardianes del infierno, no pudiendo resistir la gloria de tu llegada, cayeron como muertos, mas aquellos a por los que bajaste contemplando la Cruz exclamaron:
Alégrate, resurrección de los muertos.
Alégrate, consuelo de los afligidos.
Alégrate, pues expoliaste el Averno.
Alégrate, gozo del Paraíso.
Alégrate, cayado que cerró el mar ahogando al faraón.
Alégrate, pues rompiste la roca dando de beber a los israelitas.
Alégrate, Madero viviente, salvación del Buen ladrón.
Alégrate, rosa fragante, dulce olor del piadoso.
Alégrate, don que hemos recibido los hombres de Dios.
Alégrate, alimento del que tiene hambre espiritual.
Alégrate, oh Cruz, puerta de los misterios divinos.
Alégrate, pues de ti brotan los arroyos divinos.
¡Alégrate, Madero santo y bendito!

Contaquio VII
Cuando el Faraón perseguía a los israelitas, llegaron al mar y viéndose perseguidos por los egipcios te suplicaban. Moisés levantando su vara abrió el mar y pudieron escapar del Faraón. Esta vara fue manifestación de la fuerza de Dios ante el pueblo que asombrado por su poder soberano exclamó: ¡Aleluya!
Icos VII
El que le dio en el Sinaí la ley a Moisés, por su propia voluntad subió al madero de la Cruz para ser clavado en él, librando de la maldición de la antigua Ley a los que miraran el poderío de la Cruz, que llenos de gratitud exclaman:
Alégrate, tú que levantas a los caídos.
Alégrate, castigo de los idólatras.
Alégrate, primicia de la Resurrección de Cristo
Alégrate, goce divino de los monjes.
Alégrate, árbol frondoso en el que se refugian los creyentes.
Alégrate, madero profetizado que ha sido plantado en la tierra.
Alégrate, alianza contra el enemigo.
Alégrate, protección de los Estados ortodoxos.
Alégrate, manifestación del justo Juez.
Alégrate, condenación de los ofensores.
Alégrate, oh Cruz, ayuda de los huérfanos.
Alégrate, oh Cruz que enriqueces a los pobres
¡Alégrate, Madero santo y bendito!

Contaquio VIII
Contemplando este portento, elevamos nuestras mentes y nuestros corazones al cielo, pues por esto subió Cristo a la Cruz y sufrió en la carne, para atraer hacía si a los que le suplican diciendo: ¡Aleluya!
Icos VIII
Cristo, siendo verdaderamente Dios, descendió de los cielos y sin perder su divinidad, El Logos preexistente antes de todos los siglos se manifestó en la carne naciendo de una Madre Virgen para elevar hasta el cielo a los que le suplican diciendo:
Alégrate, oh Cruz, arma de paz. Alégrate, origen y meta de los viajeros.
Alégrate, destrucción de los condenados.
Alégrate, árbol de fruto inmortal y dador de vida.
Alégrate, flor que se abre con nuestra salvación.
Alégrate, pues en ti se unen todas las cosas.
Alégrate, pues por ti se iluminan los corazones.
Alégrate, pues por ti se destierra la corrupción.
Alégrate, pues por ti desaparece el dolor.
Alégrate, tesoro precioso del género humano.
Alégrate, orgullo de los creyentes.
¡Alégrate, Madero santo y bendito!

Contaquio IX
Los ejércitos de los demonios han sido vencidos y la raza de los judíos avergonzada. La santísima Cruz es levantada sobre el orbe y venerada. Nosotros la veneramos postrados y maravillados contemplamos como derrama las innumerables curaciones sobre aquellos que cantan: ¡Aleluya!
Icos IX
Cuando fuiste clavado en la Cruz, se descubrieron las falsas creencias de los idolatras que no soportaron la visión del Santo Madero, más nosotros glorificando tu Resurrección exclamamos:
Alégrate, manifestación de la sabiduría de Dios.
Alégrate, profundidad de su providencia.
Alégrate, ignorancia del imprudente.
Alégrate, infortunio del ignorante.
Alégrate, pues en ti se manifiesta la Resurrección de Cristo.
Alégrate, atributo glorioso de su Pasión.
Alégrate, salvación de los creyentes.
Alégrate, llave que nos abre el paraíso.
Alégrate, oh Cruz por todos venerada.
Alégrate, terror de las naciones infieles.
Alégrate, oh Cruz, salud de los enfermos.
Alégrate, ayuda constante de los que sufren.
¡Alégrate, Madero santo y bendito!

Contaquio X
Con el propósito de salvar al mundo, El Verbo inefable, se encarnó y se sometió a la Cruz. Siendo verdadero Dios acepto la naturaleza humana para ser verdaderamente hombre y así salvar, venciendo a la muerte y al pecado, a los que llenos de fe y temor exclaman: ¡Aleluya!
Icos X
Oh Cruz, tú eres protección para el mundo entero ya que en ti, el Salvador del mundo, entero extendió sus manos y nos enseñó a todos a proclamar:
Alégrate, fundamento de la piedad.
Alégrate, pues por ti entramos en la tierra prometida.
Alégrate, pues pusiste en fuga al malvado Amalek.
Alégrate, pues fuiste prefigurada en las manos de Jacob.
Alégrate, pues por ti se disipan los antiguos errores.
Alégrate, pues en ti se cumplen las profecías.
Alégrate, pues en ti nos lleva el Salvador de todos.
Alégrate, pues tú destruiste al corruptor de las almas.
Alégrate, pues por ti somos unidos a los ángeles.
Alégrate, pues por ti somos iluminados por la Luz.
Alégrate, a ti te rendimos honor y gloria.
Alégrate, a ti te dirigimos nuestras alabanzas.
¡Alégrate, Madero santo y bendito!

Condaquio XI
Nuestros himnos se quedan pobres ante la multitud de tus maravillas, y aunque te dirigimos nuestras alabanzas, oh Cruz preciosa, nada podemos hacer digno de lo que tú nos ofreces, aún así nosotros te suplicamos diciendo: ¡Aleluya!
Icos XI
Oh Cruz que da la vida, tu fulgor ilumina a los que estamos en la oscuridad, mostrándonos la luz inmaterial que ilumina a todos con el conocimiento divino y eleva nuestras mentes para que podamos cantar:
Alégrate, faro que ilumina a los que están en la oscuridad.
Alégrate, estrella que anuncia el amanecer al mundo.
Alégrate, relámpago que deslumbra a los asesinos de Cristo.
Alégrate, trueno que aterra al infiel.
Alégrate, pues haces resplandecer a los ortodoxos.
Alégrate, tú que destruyes los altares de los ídolos.
Alégrate, signo aparecido en el cielo.
Alégrate, victoria de los que mortifican su carne.
Alégrate, pues derrotas la insurrección de las pasiones.
Alégrate, en ti fue Cristo crucificado.
Alégrate, por ti el mundo fue salvado.
¡Alégrate, Madero santo y bendito!

Contaquio XII
Cristo extendió en ti sus brazos, oh Madero bendito, y desde allí, llamó a todas las naciones concediendo el Reino de los Cielos a los que fielmente cantan diciendo: ¡Aleluya!
Icos XII
Movidos por el amor, te cantamos este himno a ti, Madero viviente en el que en la carne fue clavado el Señor. El que gobierna por encima de los poderes del mundo, te ha glorificado enseñándonos a suplicarte con estas palabras:
Alégrate, espada espiritual de Cristo.
Alégrate, santidad de los Santos.
Alégrate, profecía de los Profetas.
Alégrate, estratagema de Cristo.
Alégrate, lábaro de los ejércitos cristianos.
Alégrate, cetro y corona de los reyes ortodoxos.
Alégrate, fortaleza y refugio de los sacerdotes piadosos.
Alégrate, hermoso asilo de salvación.
Alégrate, destierro de los hijos de Hagar.
Alégrate, lámpara de la luz purísima.
Alégrate, alegría de las almas.
¡Alégrate, Madero santo y bendito!

Contaquio XIII
Oh madero saludable y bendito que sostuviste al Logos divino; Madero santísimo digno de toda alabanza, pues has recibido nuestras súplicas, líbranos de toda calamidad y salva de los tormentos eternos a los que te cantan: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
(el condaquio XIII se lee tres veces y después se vuelve a leer el Condaquio I e Icos I)

Contaquio I
Oh Cruz del Señor tres veces bendita, los creyentes te veneramos y nos postramos ante ti llenos de alegría en tu santa exaltación. Trofeo y arma invencible, por tu gracia protégenos, cúbrenos y se refugio para aquellos que te suplicamos diciendo: ¡Alégrate, Madero santo y bendito!
Icos I
Los ángeles del cielo rodean invisiblemente la vivificante Cruz con temor y contemplan como derrama su gracia sobre los creyentes. Asombrados exclaman diciendo:
Alégrate, oh Cruz, guardiana del mundo.
Alégrate, gloria de la Iglesia Ortodoxa.
Alégrate, pues generosamente sanas a los que suplican curación.
Alégrate, pues iluminas con tu luz a toda la tierra.
Alégrate, madero fragante que da la vida y tesoro de milagros.
Alégrate, tres veces bendita, fuente de la gracia.
Alégrate, escabel divino.
Alégrate, objeto precioso de nuestra veneración.
Alégrate, cáliz de néctar divino.
Alégrate, antorcha de fulgor esplendente.
Alégrate, pues por ti es bendecida la creación.
Alégrate, pues venerándote adoramos al Creador.

¡Alégrate, Madero santo y bendito!

sábado, 16 de septiembre de 2017

Akathisto a la Santa y Vivificante Cruz I (Tomado https://cristoesortodoxo.com/2016/04/03/akacisto-a-la-santa-y-vivificante-cruz/)


Icono de la Exaltación-Invención de la Santa Cruz

Contaquio I
Oh Cruz del Señor tres veces bendita, los creyentes te veneramos y nos postramos ante ti llenos de alegría en tu santa exaltación. Trofeo y arma invencible, por tu gracia protégenos, cúbrenos y se refugio para aquellos que te suplicamos diciendo: ¡Alégrate, Madero santo y bendito!
Icos I
Los ángeles del cielo rodean invisiblemente la vivificante Cruz con temor y contemplan como derrama su gracia sobre los creyentes. Asombrados exclaman diciendo:
Alégrate, oh Cruz, guardiana del mundo.
Alégrate, gloria de la Iglesia Ortodoxa.
Alégrate, pues generosamente sanas a los que suplican curación.
Alégrate, pues iluminas con tu luz a toda la tierra.
Alégrate, madero fragante que da la vida y tesoro de milagros.
Alégrate, tres veces bendita, fuente de la gracia.
Alégrate, escabel divino.
Alégrate, objeto precioso de nuestra veneración.
Alégrate, cáliz de néctar divino.
Alégrate, antorcha de fulgor esplendente.
Alégrate, pues por ti es bendecida la creación.
Alégrate, pues venerándote adoramos al Creador.
¡Alégrate, Madero santo y bendito!

Condaquio II
La santa emperatriz Elena, llena de santo anhelo, le dijo a su hijo el Emperador Constantino: “Un gran deseo llena mi alma, ir a Tierra Santa y allí poder encontrar la Santísima Cruz” Puestos los ojos en el cielo, suplicante exclamaba: ¡Aleluya!
Icos II
Iluminada con una visión espiritual, convocó a sus sirvientes y les dijo: “Cavad aquí y sacad prestos de las profundidades de la tierra el Santo Madero para que pueda venerarlo el Orbe entero. Cuando lo vio la Santa Emperatriz, llena de temor, exclamó:
Alégrate, causa y signo de nuestra alegría. Alégrate, redención de la antigua maldición. Alégrate, tesoro ocultado por la envidia de los paganos.
Alégrate, tú que apareciste en los cielos como una señal.
Alégrate, rayo fulgurante de fuego divino.
Alégrate, pues fuiste anunciada desde antiguo como
escalera por la cual subimos al cielo.
Alégrate, maravilla de los ángeles.
Alégrate, tú que hieres a los demonios.
Alégrate, reliquia bendita del Logos.
Alégrate, antorcha que nos ilumina.
Alégrate, oh Cruz, protección del desvalido.
Alégrate, corona de los vencedores.
¡Alégrate, Madero santo y bendito!

Condaquio III
Tres cruces descubrieron y ante la duda de cual sería la de nuestro Salvador acercaron el Santo Madero a una mujer que terminaba de morir. Ante todos se manifestó su poder y por el Árbol del que pendió el Fruto de la Vida, resucitó y se levantó exclamando llena de alegría: ¡Aleluya!
Icos III
Sosteniendo la Cruz, arma invencible, la emperatriz Elena corrió ante su hijo. El santo emperador Constantino se llenó de alegría y profundamente emocionado al contemplar el Madero Santo cuya imagen había visto en el cielo lloró diciendo:
Alégrate, cáliz luminoso. Alégrate, tesoro de vida eterna.
Alégrate, torre que contiene los dones del Espíritu Santo.
Alégrate, puerto seguro en el que se refugian los agitados por las tormentas.
Alégrate, altar en el que está Cristo como víctima del sacrificio.
Alégrate, vid que ha producido el racimo místico.
Alégrate, tú que proteges los cetros de los príncipes.
Alégrate, pues aplastas las cabezas de los demonios.
Alégrate, signo santo de nuestra fe.
Alégrate, defensa y protección del orbe.
¡Alégrate, Madero santo y bendito!

Condaquio IV
Llenos de alegría los fieles se postraban ante el Santo Madero y llenos de gratitud hacia la Emperatriz cuyo celo fue premiado con el hallazgo de la vivificante cruz, levantaban sus manos al cielo exclamando: ¡Aleluya!
Icos IV
Como sol brillante apareció la Santísima Cruz ante los hombres y todos fueron iluminados con su resplandeciente luz. Corriendo a ella como hacia una estrella, elevada en el cielo por manos divinas, cantaron este himno.
Alégrate, alba del Sol espiritual.
Alégrate, fuente inagotable de miro divino.
Alégrate, vida de Adán y Eva.
Alégrate, muerte de los príncipes del averno.
Alégrate, y como eres ahora exaltada, exáltanos.
Alégrate, pues venerándote se santifican las almas de los hombres.
Alégrate, tú que fuiste proclamada al mundo por los Apóstoles.
Alégrate, fuerza invencible de los que luchan.
Alégrate, oh Cruz, vergüenza y reproche de los judíos.
Alégrate, alabanza de los creyentes.
Alégrate, por ti fueron destrozadas las puertas del infierno.
Alégrate, pues por ti nos viene la gracia.
¡Alégrate, Madero santo y bendito!


Contaquio V
Contemplando el Santísimo Madero coronado por Dios, que nos podamos poner bajo su protección y teniéndolo como arma que podamos poner en fuga a nuestros enemigos. Con himnos alabemos al que pendió de él como fruto de salvación y digámosle: ¡Aleluya!
Icos V
El Gran Constantino vio una luz maravillosa en el cielo, y está luz fue poco a poco convirtiéndose en la señal bendita de la Cruz que refulgente cruzaba el cielo. Hizo ponerla en sus estandartes quitando las insignias paganas y mientras lo hacía así decía:
Alégrate, consejo inefable.
Alégrate, consuelo de los piadosos.
Alégrate, tu que haces retroceder a los enemigos.
Alégrate, fuego que quema a los demonios.
Alégrate, cetro celestial de los reyes fieles.
Alégrate, trofeo de los ejércitos que aman a Cristo.
Alégrate, pues humillas la arrogancia de los bárbaros.
Alégrate, tú que amas a los hombres tiernamente.
Alégrate, defensa contra todos los males.
Alégrate, fuente de todo lo bueno.
Alégrate, en quien se regocijan llenos de alegría los
cristianos.
Alégrate, lamento de los judíos.

¡Alégrate, Madero santo y bendito!

domingo, 10 de septiembre de 2017

C. S. Lewis, ¿Renuncia de uno mismo o amor?

“Si hoy en día les preguntaran a veinte hombres rectos cuál creen que es la virtud más importante, diecinueve de ellos responderían: la renuncia de uno mismo. No obstante, si se lo hubieran preguntado a prácticamente cualquier buen cristiano de la antigüedad, habría respondido: el Amor. ¿Ven lo que ha ocurrido? Un término negativo ha reemplazado a otro positivo, y eso reviste una importancia que trasciende lo filológico. La idea negativa de renuncia conlleva la premisa de no estar procurando por encima de todo el bien de los demás, sino privándonos nosotros de él, como si lo importante fuese nuestra abstinencia y no la felicidad ajena. No creo que esa sea la virtud cristiana del Amor. El Nuevo Testamento habla por extenso de la renuncia a uno mismo, pero no como fin en sí mismo. Nos dice que nos neguemos a nosotros mismo y tomemos nuestras cruces para poder seguir a Cristo; y casi todas las descripciones de lo que acabaremos encontrando si lo hacemos contienen una llamada al deseo. Si en la mayoría de la mentes de hoy en día acecha la idea de que el deseo de nuestro propio bien y la ferviente esperanza de disfrutar de él son malos, me permito sugerir que dicha idea se ha deslizado en ellas gracias a Kant y a los estoicos, y que no forma parte de la fe cristiana. Es más: si consideramos las patentes promesas de recompensa y la asombrosa naturaleza de las promesas que contienen los evangelios, da la impresión de que al Señor nuestros deseos no le parecen demasiado intensos, sino demasiado débiles. Somos criaturas con un corazón poco entusiasta que pierden el tiempo con la bebida, el sexo y la ambición, cuando lo que se les ofrece es una felicidad infinita: como un niño ignorante que quiere seguir haciendo pasteles de barro en un suburbio porque es incapaz de imaginar lo que significa la oferta de vacaciones junto al mar. Nos conformamos fácilmente con cualquier cosa”.

Sermón pronunciado en Oxford el 8 de junio de 1941, 
C. S. Lewis, El peso de la gloria, Rialp, Madrid, 2017, pp. 31-32.

domingo, 3 de septiembre de 2017

3 de setiembre San Gregorio Magno: Doble lucha espiritual


De las Homilías sobre los Evangelios: 

“El Señor, a los que venimos a Él ha mandado que renunciemos nuestras cosas, porque todos los que venimos a la palestra de la fe tomamos a nuestro cargo el luchar contra los espíritus malignos; ahora bien, los espíritus malignos nada poseen en este mundo: por consiguiente, con ellos desnudos debemos luchar nosotros desnudos; porque, si uno que esta vestido lucha con quien está desnudo, pronto será echado a tierra, porque tiene por donde ser asido… luego quien corre a luchar contra el diablo debe despojarse de los vestidos para no sucumbir; nada de este mundo posea con amor; no se procure de las cosas temporales deleite alguno, no sea que por cubrirse con el apetito, tenga de donde ser sujetado para caer”. 
“De dos maneras se carga con la cruz: o afligiendo el cuerpo con la abstinencia o afligiendo el alma con la compasión hacia el prójimo”.

De las Homilías sobre Ezequiel:

“…en la vida contemplativa tiene el alma una grande lucha cuando se eleva a lo celestial, cuando tiende el ánimo a las cosas espirituales, cuando pone su empeño en sobreponerse a todo lo que corporalmente se ve, cuando se angustia por dilatarse. Es verdad que a veces vence las tinieblas de su ceguera y llega a dominar las que se le oponen, y así logra como furtiva y tenuemente algo de la luz infinita; pero, con todo, pronto vuelve a sí misma, llagada; y de aquella luz a la que, alentada, pasó, vuelve gimiendo y llorando a las obscuridades de su ceguera. Lo cual está bien figurado en la historia sagrada que narra la lucha de Jacob con el ángel (Gen 32), pues, cuando volvía a sus padres propios, topó en el camino con el ángel, con el cual libró una gran lucha. Pues bien, el que lucha en una contienda, a veces se halla superior, a veces inferior a aquel con quien lucha. Luego el ángel del Señor y Jacob, que contiende con el ángel, figuran el alma de cada cual de los perfectos, puestos a la contemplación. El alma, cuando pone su empeño en contemplar a Dios, como puesta en una contienda, a veces como que vence, porque se deleita entendiendo y sintiendo algo de la luz infinita; y a veces sucumbe, porque, aun deleitándose, de nuevo desfallece. Y como que es vencido el ángel cuando Dios es aprendido interiormente en el entendimiento”.