sábado, 18 de febrero de 2017

Para pensar y rezar: sobre heridas

"Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica; y ellos mirarán hacia mí, En cuanto al que ellos traspasaron, se lamentarán por él como por un hijo único y lo llorarán amargamente como se llora al primogénito".
Zacarías 12, 10

"Y si se le pregunta: «¿Qué son esas heridas en tu pecho?», él responderá: «Las he recibido en la casa de mis amigos». ¡Despierta, espada, contra mi pastor y contra el hombre que me acompaña! –oráculo del Señor de los ejércitos–. Hiere al pastor y que se dispersen las ovejas, y yo volveré mi mano contra los pequeños.Entonces, en todo el país –oráculo del Señor– dos tercios serán exterminados, perecerán y sólo un tercio quedará en él. Yo haré pasar ese tercio por el fuego, y los purificaré como se purifica la plata, los probaré como se prueba el oro. El invocará mi Nombre, y yo lo escucharé; yo diré: «¡Este es mi Pueblo!» y él dirá: «¡El Señor es mi Dios!».
Zacarías 13, 6-9.



“Un día, cuando la sencilla muchacha (santa Lutgarda de Aywieres ) se hallaba detrás de la reja del locutorio escuchando las palabras de su admirador (que quería seducirla), Cristo se apareció de repente en su humanidad, brillando ante sus asombrados ojos. Le mostró la herida del costado y le dijo: No busques más placer en este afecto impropio: mira, aquí para siempre, lo que debes amar y cómo debes amar: aquí en esta herida, te prometo el más puro de los goces”. 
Thomas Merton, “¿Qué llagas son ésas?”, en Obras Completas I,  pp. 1339-1340.


“Te han herido de muchas maneras. Cuanto más te abras a ser curado, más descubrirás la profundidad de tus heridas…El gran reto es vivir con la ayuda de tus heridas, en lugar de limitarte a pensar en ellas. Es mejor llorar que preocuparte, sentir tus heridas profundamente que comprenderlas, dejar que forman parte d tu silencio que hablar de ellas. La elección a la que te enfrentas constantemente es hacer que tus heridas formen parte de tu mente o de tu corazón. En tu mente puedes analizarlas, encontrar sus causas y sus consecuencias y acuñar palabras para hablar y escribir sobre ellas. Pero seguro ésa no es la fuente de tu curación. Tienes que dejar que tus heridas lleguen hasta tu corazón. Ahí puedes superarlas y descubrir que no tienen capacidad de destruirte. Tu corazón es más grande que tus heridas”.
Henri Nouwen, La voz interior del amor, p. 121.

domingo, 12 de febrero de 2017

HOMILÍA DEL ABAD BENITO EN EL VI DOMINGO DURANTE EL AÑO

“No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no quedará ni una i ni una coma de la Ley, sin cumplirse”. Y en Marcos 7,9 leemos: “Con esto declaraba puros todos los alimentos” y en el texto paralelo de Mateo 15.20 “Esto es lo que hace impuro al hombre, y no el comer sin lavarse las manos”
Esta aparente contradicción nos dice que tenemos que estudiar atentamente lo que quiso decir Jesús con no abolir la Ley y “dar complimiento”.
Será bueno ubicar los textos del Sermón de la Montaña tal como nos lo presenta la Liturgia: En el domingo cuarto, hace dos semanas, la Liturgia nos proponía el comienzo del Sermón de la Montaña: la proclamación de las Bienaventuranzas. El domingo pasado, continuaba el texto del domingo anterior con las parábolas de la sal y de la luz; pero dirigidas solamente a los discípulos. El texto que se nos proclamó recién, continuación de los anteriores, nos trae las cuatro primeras nuevas formulaciones de la Ley, las otras dos se proclamarán el domingo que viene. Jesús hace  una confrontación entre la ley antigua y la novedad de las bienaventuranzas: “Han oído que se dijo; pero yo les digo…”
Volvamos ahora a la aparente contradicción que señalamos al principio.
Cuando nosotros decimos: La Sagrada Escritura o la Biblia  nos referimos a toda la Escritura tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. En tiempos de Jesús cuando se decía “La Ley y los Profetas” se quería decir todos los escritos que nosotros hoy llamamos Antiguo Testamento. Cuando Jesús en el evangelio de hoy nos dice “Les aseguro que no quedará ni una i ni una coma de la Ley sin cumplirse” no se circunscribe a la parte legislativa del AT sino que abarca la totalidad, en especial todas las profecías mesiánicas. Jesús vino a darles cumplimiento, a hacerlas realidad; como cuando nosotros decimos de alguien que cumplió lo prometido. Pero Jesús les “dio cumplimiento” en un sentido más profundo: las llevó a la perfección, a su máxima potencia, que los profetas apenas podían intuir. Así, por ejemplo,
cuando Isaías  habla del banquete sobre el monte con manjares suculentos y vinos exquisitos (Is 25,6-9) no pudo ni siquiera soñar con la realidad en el Banquete de la Eucaristía, o en el banquete de la eternidad, “que ni ojo vio, ni mente humana pudo imaginar”
El Sermón de la Montaña no viene a proponer una ley distinta a la de Moisés, no es LEY sino EVANGELIO. Los mandamientos, la Ley, exigen un esfuerzo humano: “No matarás” exige un esfuerzo para perdonar; “Honra a tu padre y a tu madre”, exige un esfuerzo de gratitud y generosidad; y así los demás mandamientos. Las bienaventuranzas son acción  de Dios, no del hombre. “Serán consolados, serán saciados” es decir “Dios los consolará, Dios los saciará”. En las bienaventuranzas hay una situación del hombre y una respuesta en la actuación de Dios que cambia esa situación.
Joachim Jeremías, un biblista protestante dice: “La ley pone al hombre ante sus propias fuerzas y le pide que las use hasta el máximo: el evangelio sitúa al hombre ante el don de Dios y le pide que convierta de verdad ese don inefable en fundamento de su vida” 
 

sábado, 11 de febrero de 2017

Para pensar (The wounded healer, Henri Nouwen)

Ignoramos lo que ya sabemos, con un conocimiento intuitivo profundamente arraigado, que ningún amor ni ninguna amistad, que ningún abrazo intimo ni beso tierno, que ninguna comunidad, que ningún hombre ni ninguna mujer serán capaces de satisfacer nuestro deseo de ser liberados de nuestra solitaria condición. Esta verdad es tan desconcertante y dolorosa que preferimos jugar con nuestras fantasías antes que afrontar la verdad de nuestra existencia. Por tanto, abrigamos la esperanza de que algún día encontraremos al hombre que comprenda realmente nuestras experiencias, a la mujer que aporte paz a nuestra desasosegada vida, el trabajo en el que poder hacer realidad nuestro potencial, el libro que lo explique todo y el lugar en el que poder sentirnos en nuestra casa. Esta falsa esperanza nos lleva a hacer demandas agobiantes y nos prepara para la amargura y una peligrosa hostilidad cuando empezamos a descubrir que nadie, ni nada, puede estar a la altura de nuestras absolutistas expectativas.

sábado, 4 de febrero de 2017

2 DE FEBRERO 2017

Misa presidida por el Card. Luis Villalba, concelebrada por Obispos y sacerdotes de diversos lugares del país que están haciendo retiro en nuestro monasterio.



De las Disertaciones de san Sofronio, obispo (Disertación 3, sobre el Hipapanté, 6, 7; PG 87, 3, 3291-3293)



Corramos todos a su encuentro, los que con fe celebramos y veneramos su misterio, vayamos todos con el alma bien dispuesta. Nadie deje de participar en este encuentro, nadie deje de llevar su luz.

Llevamos en nuestras manos cirios encendidos, ya para significar el resplandor divino de aquel que viene a nosotros -el cual hace que todo resplandezca y, expulsando las negras tinieblas, lo ilumina todo con la abundancia de la luz eterna-, ya, sobre todo, para manifestar el resplandor con que nuestras almas han de salir al encuentro de Cristo.

En efecto, del mismo modo que la Virgen Madre de Dios tomó en sus brazos la luz verdadera y la comunicó a los que yacían en tinieblas, así también nosotros, iluminados por él y llevando en nuestras manos una luz visible para todos, apresurémonos a salir al encuentro de aquel que es la luz verdadera.
 
Sí, ciertamente, porque la luz ha venido al mundo, para librarlo de las tinieblas en que estaba envuelto y llenarlo de resplandor, y nos ha visitado el sol que nace de lo alto, llenando de su luz a los que vivían en tinieblas: esto es lo que nosotros queremos significar. Por esto avanzamos en procesión con cirios en las manos, por esto acudimos llevando luces, queriendo representar la luz que ha brillado para nosotros, así como el futuro resplandor que, procedente de ella, ha de inundarnos. Por tanto, corramos todos a una, salgamos al encuentro de Dios.
Ha llegado ya aquella luz verdadera que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre. Dejemos, hermanos, que esta luz nos penetre y nos transforme.
  
Ninguno de nosotros ponga obstáculos a esta luz y se resigne a permanecer en la noche; al contrario, avancemos todos llenos de resplandor; todos juntos salgamos a su encuentro llenos de su luz y, con el anciano Simeón, acojamos aquella luz clara y eterna; imitemos la alegría de Simeón y, como él, cantemos un himno de acción de gracias al Engendrador y Padre de la luz, que ha arrojado de nosotros las tinieblas y nos ha hecho partícipes de la luz verdadera.

También nosotros, representados por Simeón, hemos visto la salvación de Dios, que él ha presentado ante todos los pueblos y que ha manifestado para gloria de nosotros, los que formamos el nuevo Israel; y, así como Simeón, al ver a Cristo, quedó libre de las ataduras de la vida presente, así también nosotros hemos sido liberados del antiguo y tenebroso pecado.

También nosotros, acogiendo en los brazos de nuestra fe a Cristo, que viene desde Belén hasta nosotros, nos hemos convertido de gentiles en pueblo de Dios (Cristo es, en efecto, la salvación de Dios Padre) y hemos visto con nuestros ojos al Dios hecho hombre; y de este modo, habiendo visto la presencia de Dios y habiéndola aceptado, por decirlo así, en los brazos de nuestra mente, somos llamados el nuevo Israel. Esto es lo que vamos celebrando, año tras año, porque no queremos olvidarlo.