sábado, 1 de octubre de 2016

Perfil del monje de nuestra Congregación

1.    El monje desea llegar a ser un hombre que, dejando el mundo, busca verdaderamente a Dios en el recinto del monasterio, no anteponiendo nada al amor de Cristo y ordenando armoniosamente su vida con la oración, el trabajo y la convivencia fraterna, y practicando la conversión de costumbres, la humildad, la obediencia y la estabilidad.

2.    El monje se esfuerza por ser una persona sensata, equilibrada y madura, en cuya vida florezcan la discreción, la prudencia y la sabiduría que caracterizaron al Maestro y Padre de los monjes, san Benito de Nursia.

3.    El monje está llamado a ser un asceta, que cultiva su vida interior y su porte externo con renuncias alegres, con sobriedad equilibrada, con austeridad sencilla y normal, con esfuerzo valiente y con sacrificio perseverante.

4.    El monje quiere ser un hombre de Dios, un buscador insaciable del rostro luminoso de Aquel en cuya presencia transcurren todos los momentos de su existencia.

5.    El monje quiere convertirse en un orante, que contempla a Dios escuchándolo y hablándole en su lectio diaria y en su oración secreta, y que celebra con dignidad y solemne sencillez la Liturgia eclesial para alabanza y gloria del Altísimo y para el bien y la salvación de todos los hombres.

6.    El monje es un cenobita, que ama a su comunidad como a su familia y su monasterio como su casa, y que goza con la participación fraterna en las alegrías y tristezas, en los éxitos y los fracasos de sus hermanos, entregando sus capacidades y toda su persona y recibiendo con alegría la ayuda fraterna en un incesante intercambio que purifica y enriquece la vida de cada monje y de toda 1a comunidad.

7.    El monje debería ser un trabajador abnegado, que acompaña con su esfuerzo diario a tantos hombres que ganan su pan con el sudor de su frente, y que cultiva su persona y la de sus hermanos con el estudio serio y la formación diligente, y cuida la creación con prudencia y admiración, desentrañando sus secretos y perfeccionándola con su ingenio para que llegue a la plenitud soñada por su Creador.
8.  El monje está llamado a ser un hombre eclesial que vive secretamente una inserción vital en su Iglesia local y se compromete con lo que en cada momento descubre como un llamado de Dios en la construcción del Reino.

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