sábado, 5 de septiembre de 2015

CONGRESO EUCARÍSTICO II


Exposición de algunos puntos notables para el Congreso Eucarístico 2016, tomado de Celebrar hoy un Congreso Eucarístico, Para preparar el 11º Congreso Eucarístico Nacional de Tucumán, Julio 2016, Mons. Piero Marini.

3. Un Congreso Eucarístico en la Iglesia de hoy
El rostro renovado de la Iglesia nacida del Vaticano II y la doctrina de la Eucaristía denominada como “fuente y culmen de toda la vida cristiana[1], ya nos es conocida
            Las razones teológicas que conformaron el Congreso de Munich de 1960, fueron retomadas en buena parte en el Ritual De sacra communione et cultu mysterii eucharistici extra Missam (=DSC), publicado el 21 de junio de 1973, que renueva la visión del culto eucarístico según los principios del Vaticano II, recuperando la relación entre Eucaristía e Iglesia y subrayando que la celebración eucarística es “el centro y culmen de todas las diversas manifestaciones y formas de piedad[2] de un Congreso.
            “Los Congresos Eucarísticos –cita el Ritual- que en los tiempos modernos se han introducido en la vida de la Iglesia como peculiar manifestación del culto eucarístico, se han de mirar como una “statio”, a la cual alguna comunidad invita a toda la Iglesia local, o una iglesia local invita a otras Iglesias de la región o de la nación, o aun de todo el mundo, para que todos juntos reconozcan más plenamente el misterio de la Eucaristía bajo algún aspecto particular y lo venera públicamente con el vínculo de la caridad y de la unión” (n.109)
            El concepto de statio es precisado aquí en el sentido de una parada de compromiso y de oración a la que una comunidad invita a la Iglesia universal con “la plena participación de la Iglesia local y la significativa aportación de las otras Iglesias”. De este modo, la idea de la statio orbis o statio nationis llega a ser una convención libremente inspirada en la antigua statio urbis superando las dificultades eclesiológicas .
            Los objetivos del Congreso (profundización de algún aspecto del misterio eucarístico y su veneración pública), realizados en el vínculo de la caridad y de la unidad, reclaman además los caracteres fundamentales de aquella eclesiología eucarística cuyas semillas, esparcidas por los diversos documentos del Vaticano II, han encontrado autorizados desarrollos en la encíclica Ecclesia de Eucharistia y en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis.
            También las razones históricas y teológicas de los Congresos Eucarísticos son reinterpretadas de modo sustancial. Veamos cómo.

3.1. La centralidad de la celebración eucarística 
A partir del De sacra communione, la dimensión cultual (= “piedad eucarística”) que ha caracterizado los congresos eucarísticos hasta el Concilio, se concentra sobre la celebración de la Eucaristía, sacramento pascual del Cristo ofrecido para que el mundo tenga vida.
                        La idea de la statio permitió restablecer la unidad del misterio eucarístico y su celebración: “La celebración de la Eucaristía sea verdaderamente el centro y la culminación a la que se dirijan todos los actos y los diversos ejercicios de piedad” (DSC, 112/a).
            A partir de aquí, “las celebraciones de la Palabra de Dios, las sesiones catequéticas y otras reuniones públicas tiendan sobre todo a que el tema propuesto se investigue con mayor profundidad, y se propongan con mayor claridad los aspectos prácticos a fin de llevarlos a efecto” (DSC, 112/b). También hay lugar para la forma tradicional de la adoración eucarística: “Concédase la oportunidad de tener ya las oraciones comunes, ya la adoración prolongada, ante el Santísimo Sacramento expuesto, en determinadas iglesias que se juzguen más a propósito para este ejercicio de piedad” (DSC, 112/c).
            >Todo esto da forma también a la fase preparatoria del Congreso Eucarístico, donde se subraya la necesidad de “una catequesis más profunda y acomodada a la cultura de los diversos grupos humanos acerca de la Eucaristía principalmente en cuanto constituye el misterio de Cristo viviente y operante en su Iglesia; una participación más activa en la sagrada Liturgia, que fomente al mismo tiempo la escucha religiosa de la palabra de Dios y el sentido fraterno de la comunidad” (DSC, 111/a-b).
            Por tanto, en y todos los gestos del culto el centro de la celebración del Congreso y de su camino de preparación se pone ahora la celebración Eucarística que tradicionalmente caracterizan este acontecimiento (adoración fuera de la Misa, procesiones, etc.), todas las sesiones de catequesis y reuniones plenarias deben hacer referencia a ella. Si la parada congresual de una Iglesia local tiene como finalidad, objetivo y centro la celebración de la Eucaristía, tal celebración se convierte en la forma y la fuente de cualquier otra cita del Congreso.

            MATERIAL POSIBLE: De la misma manera, para celebrar dignamente un Congreso, será necesario esforzarse para reconciliar la “piedad eucarística” con la teología promovida por el Concilio (la de los grandes documentos Mysterium fidei, Eucharisticum mysterium, el ritual De sacra communione) y de los más recientes documentos de los Romanos Pontífices (la encíclica Ecclesia de Eucharistia, la carta Dominicae Cenae, la carta apostólica Mane nobiscum Domine, la exhortación apostólica Sacramentum caritatis) para que todo sea orientado según una eclesiología eucarística.





[1] Cfr. Lumen Gentium (LG) 11.
[2] Cfr. De sacra communione et cultu mysterii eucharistici extra Missam, 112. Las citas utilizadas aquí siguen la numeración del texto típico latino editado en AAS 65 (1973) 610 ss.

Entrada preparada por el P. Marcelo Maciel, osb

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