miércoles, 1 de julio de 2020

Sobre Santa Gertrudis de Helfta (I) Patrona de nuestro ropero comunitario







Nuestro Ropero comunitario está bajo el patrocinio de Santa Gertrudis, para conocer más sobre ella y su “espiritualidad”.



“El descubrimiento de un Dios capaz de crear y honrar la libertad humana hasta las últimas consecuencias llevó a la teóloga del siglo XIII Gertrudis de Helfta, junto con sus hermanas del monasterio, a desarrollar una cristología (una teología sobre Jesucristo) alternativa a la cristología hegemónica de la Baja Edad Media. La teología dominante caracterizaba a Cristo Jesús como Pantocrátor, Dios Todopoderoso, Rey del Mundo. Esta imagen enfatizaba el poder de Cristo de gobernar y de imponer su ley a todas sus criaturas. Se le concebía a imagen y semejanza de un emperador, un Señor dominante y soberano que ejercía su autoridad suprema desde arriba.
Teniendo en cuenta esta imagen dominante resulta sorprendente que en la primera experiencia de Dios que tiene Gertrudis, Jesús se le aparezca como un joven de dieciséis años que interactúa con ella, una experimentada monja de veintiséis años que había vivido en el monasterio desde que tenía cinco, sin ningún tipo de atributo mayestático. A partir de esta primera experiencia, la comprensión que Gertrudis tiene de Jesús va creciendo en intimidad y Gertrudis empieza a desarrollar la idea de la vulnerabilidad de Dios sin abandonar la idea de su majestad o de su trascendencia. Es precisamente la simultaneidad de la trascendencia y la vulnerabilidad de Dios lo que se convierte en el nervio central de la teología de Gertrudis. A fin de captar adecuadamente este aspecto de su teología, es ilustrativo comparar la experiencia interior que describe en el capítulo VIII de su obra El heraldo del amor divino, con la que describe en el capítulo XIV. En ambas ocasiones, Gertrudis está participando en la eucaristía del domingo XV del tiempo litúrgico ordinario. En ambas ocasiones la experiencia se produce después de haber cantado la antífona propia del día: Sed mi protector. En su primera experiencia Jesús le ofrece su corazón como tierra prometida donde ella podrá encontrar reposo y protección: «Tocando durante la recitación de estos versos tu pecho bendito con tu venerable mano, me mostraste cuál era la tierra que tu generosidad infinita me prometía». En su segunda experiencia, los papeles se invierten de forma sorprendente y es Jesús quien busca reposo y protección en el corazón de Gertrudis: «Mediante las palabras del introito me diste a entender, oh objeto único de mi amor, que, agotado por las persecuciones y los ultrajes que tantas personas te infligen, buscabas mi corazón a fin de descansar en él. Así, cada vez que entré en mi corazón durante los siguientes tres días, te encontré en él acostado como una persona aquejada por un cansancio extremo». La experiencia de la vulnerabilidad y de la necesidad de Dios le es posible a Gertrudis a causa de la Encarnación, la más distintiva y peculiar de todas las creencias cristianas: Dios tomó carne, existió como ser humano en el tiempo y en el espacio en toda la plenitud de Dios. En el contexto del cristianismo primitivo esta idea les parecía simplemente absurda a los sabios, y a los que tenían fe religiosa les parecía ofensiva. Es probable que este siga siendo el caso hoy en día. La idea de Dios no se aviene con la idea de límite. Y sin embargo, los límites que el espacio y el tiempo nos imponen nunca constituyen en realidad obstáculos para la realización de nuestro potencial de amar (de nuestro potencial divino) en toda su plenitud. Tales límites representan en realidad la condición de posibilidad de nuestra libertad de la misma forma que el aire es condición de posibilidad para el vuelo de la paloma de Kant: «La ligera paloma, que siente la resistencia del aire que surca al volar libremente, podría imaginarse que volaría mucho mejor aún en un espacio vacío», escribió Kant en la Introducción de la Crítica de la razón pura.
Confianza, libertad, gozo, profundidad, intimidad, cuerpo, serenidad, luz, reposo, beso y dulzura son algunas de las palabras que reaparecen con más frecuencia en los escritos de Gertrudis. Expresan la forma en que Gertrudis experimentaba a Dios y cómo hablaba de Dios a los peregrinos que hacían cola en la puerta del monasterio para hablar con ella y con sus hermanas. El círculo teológico de Helfta es responsable de haber iniciado la tradición del «sagrado corazón» de Jesús, mas no concebida como una imagen edulcorada y superficial del amor, sino como un tomarse en serio la invitación de Dios a la amistad y a la intimidad con Ella. Gertrudis dejó atrás su búsqueda infantil de un Dios todopoderoso y controlador para descubrir que Dios era en realidad vulnerable, que Dios esperaba y que de hecho necesitaba el acto original de amor que solo ella podía hacer y que debía ser constantemente renovado. Gertrudis descubrió que Dios esperaba establecer una relación personal de amor con ella y con cada uno de nosotros. Esta impactante combinación de la majestad y la vulnerabilidad de Dios constituye el novum teológico introducido por las monjas de Helfta, un novum que se corresponde directamente con el mensaje del Evangelio. Gertrudis describió esta doble dimensión del amor único de Dios con la imagen de un corazón del que surgen dos rayos de luz: dorado para la divinidad, rosa para la humanidad (la carne). En la Encarnación, Dios ha experimentado lo que las nociones clásicas de Dios más rechazan, esto es, el cambio. Dios ha cambiado: ha adquirido un cuerpo que, por la resurrección, ha sido incorporado a Dios para toda la eternidad.
Las monjas de Helfta hablaron entre ellas de sus experiencias interiores y se ayudaron unas a otras a tomar en serio los retos que conllevaban, mas cada una las vivió en la soledad de la propia intimidad. Ellas descubrieron las profundidades de lo que el lenguaje moderno llama «subjetividad»; fueron verdaderas pioneras en el siglo XIII, del descubrimiento de la subjetividad y la libertad individual; anticiparon la devotio moderna y fueron transformadas por su experiencia de tal manera que adquirieron autoridad para inspirar a otras personas (varones y mujeres) en el camino hacia el gozo y la realización personal. Estas monjas son un ejemplo de liderazgo femenino que escapó del control patriarcal y se desarrolló de forma natural y sin cortapisas”.

Teresa Forcades i Vila, Fe y libertad, Herder, Barcelona, 2017, pp. 42-43.


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