domingo, 27 de diciembre de 2015

Hacia la Epifanía del Señor. Romanos, el Meloda: “Himno sobre la Navidad de Cristo (X)”




Después de todos estos relatos, los magos, con los presentes en sus manos, se prosternaron delante del presente de los presentes, delante del perfume de los perfumes. Ofrecieron a Cristo oro y mirra y después el incienso, exclamando: “Recibe este triple don, como tú recibes de los serafines el himno que te proclama tres veces santo; no lo rechaces como aquel de Caín, recíbelo más bien en tu seno como la ofrenda de Abel, en nombre de aquella que te ha puesto en el mundo, de aquella por quien tú has nacido, pequeño niño, Dios antes de los siglos.

La madre sin tacha, viendo portar en sus manos presentes nuevos y espléndidos, y cayendo de rodillas, viendo la estrella que los designaba y los pastores que cantaban, pidió así al Creador y Señor de todos los seres: “Recibe, mi hijo, esta trinidad de presentes, y otorga tres pedidos a aquella que te ha puesto en el mundo: yo te pido por la clemencia de las estaciones, por los frutos de la tierra y por todos aquellos que la habitan. Reconcilia el mundo entero, puesto que has nacido por mí, oh mi pequeñito, Dios antes de los siglos.

Yo no soy simplemente tu madre, salvador misericordioso; no es en vano que te he amamantado con leche, te pido por todos los hombres. Tú me has hecho la voz y el honor de toda mi raza; la tierra que tú has hecho tiene en mí una segura protección, una muralla y un apoyo. Hacia mí vuelven la mirada aquellos que tu rechazas del paraíso de las delicias, pues les he hecho retornar sus pasos; que el universo tome conciencia que tú has nacido de mí, mi pequeñito, Dios antes de los siglos.

Salvador, salva al mundo: es por esto que tú has venido. Restaura toda tu obra: es por esta que tú has brillado delante de mí, delante de los magos y delante de toda la creación. Mira: los magos, a quienes has manifestado la luz de tu rostro, están a tus pies y te otorgan presentes útiles, bellos y muy buscados; tengo mucha necesidad, porque voy a partir a Egipto, huir contigo y por ti, oh mi hijo, mi guía, tú que me has creado, tú que me has hecho rica, mi pequeñito, Dios antes de los siglos.


[Traducción de Marcelo Maciel, osb. Tomado de: Romanos le melode, Himnes; X. La Nativité, 21-24; SC. nº 110]

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