Después de
todos estos relatos, los magos, con los presentes en sus manos, se prosternaron
delante del presente de los presentes, delante del perfume de los perfumes.
Ofrecieron a Cristo oro y mirra y después el incienso, exclamando: “Recibe este
triple don, como tú recibes de los serafines el himno que te proclama tres
veces santo; no lo rechaces como aquel de Caín, recíbelo más bien en tu seno
como la ofrenda de Abel, en nombre de aquella que te ha puesto en el mundo, de
aquella por quien tú has nacido, pequeño niño, Dios antes de los siglos.
La madre sin
tacha, viendo portar en sus manos presentes nuevos y espléndidos, y cayendo de
rodillas, viendo la estrella que los designaba y los pastores que cantaban,
pidió así al Creador y Señor de todos los seres: “Recibe, mi hijo, esta
trinidad de presentes, y otorga tres pedidos a aquella que te ha puesto en el
mundo: yo te pido por la clemencia de las estaciones, por los frutos de la
tierra y por todos aquellos que la habitan. Reconcilia el mundo entero, puesto
que has nacido por mí, oh mi pequeñito, Dios antes de los siglos.
Yo no soy
simplemente tu madre, salvador misericordioso; no es en vano que te he
amamantado con leche, te pido por todos los hombres. Tú me has hecho la voz y
el honor de toda mi raza; la tierra que tú has hecho tiene en mí una segura
protección, una muralla y un apoyo. Hacia mí vuelven la mirada aquellos que tu
rechazas del paraíso de las delicias, pues les he hecho retornar sus pasos; que
el universo tome conciencia que tú has nacido de mí, mi pequeñito, Dios antes
de los siglos.
Salvador,
salva al mundo: es por esto que tú has venido. Restaura toda tu obra: es por
esta que tú has brillado delante de mí, delante de los magos y delante de toda
la creación. Mira: los magos, a quienes has manifestado la luz de tu rostro,
están a tus pies y te otorgan presentes útiles, bellos y muy buscados; tengo
mucha necesidad, porque voy a partir a Egipto, huir contigo y por ti, oh mi
hijo, mi guía, tú que me has creado, tú que me has hecho rica, mi pequeñito,
Dios antes de los siglos.
[Traducción de
Marcelo Maciel, osb. Tomado de: Romanos le melode, Himnes; X. La Nativité,
21-24; SC. nº 110]
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