domingo, 28 de junio de 2015

HOMILÍA DEL P. ABAD EN LA PROFESIÓN SIMPLE DE LA HNA. MARÍA ESPERANZA LEIVA, OSB. ABADÍA NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA (RAFAELA, 24 DE JUNIO 2015)

Hna. María Esperanza, llegó el día tan esperado. Tu espera tuvo momentos de obscuridad, de debilidades propias de todo ser humano; pero no estuviste sola en esta espera, “El Señor me llamó desde el vientre de mi madre, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre” Lo pronunció con cariño y con fuerza transformadora: Liliana, Hna. María Esperanza.
Llegó el momento de tu profesión, de tu entrega a Dios y a esta comunidad de Ntra. Sra. de la Esperanza.
En toda profesión monástica son tres los que prometen, son tres los que se comprometen: Dios, la profesanda y la comunidad que recibe.
Dios. Él elige, llama y dice: “Pondré mis ojos sobre ustedes y mis oídos oirán sus preces y antes de que me invoquen les diré: aquí estoy” (RB P18)
La profesanda. Le promete a Dios “estabilidad, conversión de costumbres y obediencia”, pero sobre todo le promete dejarse obrar por Dios, “operantem in se Dominum magnificant” (P30) y se prepara para descubrir cada día hasta su muerte, esas maravillas que Dios va haciendo en ella y en la comunidad monástica.
La comunidad que recibe a la nueva profesa. La recibe como madre en su seno. La Ratio Institutionis (26) explicando el sentido del voto de estabilidad le dice al que ingresa: “Que asume (a la comunidad) tal como es con sus virtudes y defectos, con sus carencias y sus aspiraciones, aceptando su condición presente, dispuesto siempre a contribuir con su esfuerzo a su próspera evolución futura”. Pero la comunidad tiene que recibir también al que ingresa “tal como es con sus virtudes y defectos, con sus carencias y aspiraciones, aceptando su condición presente, dispuesta a contribuir con su esfuerzo a su próspera evolución futura.”
Leía hace unos días que tratando sobre el matrimonio alguien recordaba que los esposos tienen que decirse mutuamente: “Me comprometo a quererte porque te he elegido”. Esto no se aplica a la vida monástica. ¡No nos hemos elegido! Los monjes y las monjas podemos y debemos decirnos: “Me comprometo a quererte porque Dios nos ha elegido”.

De los tres que en el día de la profesión prometen y se comprometen, el único que no fallará, el único que será siempre fiel es Dios. El profesando y la comunidad van a fallar, van a ser infieles. Panorama desalentador, los dos tercios fallan… ¿Y entonces? No huyamos despavoridos. San Benito desde su Regla nos dice: “No tengan miedo. Mi monasterio es un monasterio de pecadores, pero pecadores llamados por Dios a la conversión personal y comunitaria”. Y Jesús nos dice: “Yo he venido a buscar a los pecadores”. El Señor presente y actuante en toda comunidad monástica invita al abad y a la comunidad a “alegrarse con el crecimiento del buen rebaño.” (RB 2,32).          

lunes, 22 de junio de 2015

Sobre la oración


Cuando nos dedicamos a la plegaria al punto se proyectan en nuestra imaginación, lo que se había consentido, antes, en la  memoria.
Las disposiciones del alma en la oración dependen del estado que lo ha precedido. Y es que nuestras fantasía como en un vuelo rápido torna a la divagación, proyectando los actos, las palabras y los sentimientos que la han alimentado antes de la oración, con el consentimiento. Por lo que, Casiano en las Colaciones IX y X nos da una clave para mantener la atención, orando siempre en toda circunstancia sin cesar, hasta llegar a la pureza de corazón.
La oración pura no es entorpecida por ninguna imagen, ni se sirve de frase o voces articuladas. Brota en un arranque de fuego que parte del corazón.
Es un transporte inefable, una alegría del alma que sobrepuja todo encarecimiento. Arrebatada de todo lo visible, el alma se engolfa en Dios con gemidos y suspiros que el alma no puede traducir.
Nos dice que esta oración es fruto, de la misericordia de Dios y de nuestra pobreza radical que todo lo espera de su auxilio. Y va enumerando varios bienes que reporta esta oración constante.
Pero me quiero detener en la explicación de que significa salmodiar  con sentido y es que penetrando el sentido de los textos bíblicos, se nos hacen más asequibles. Aparece claramente su corazón y meollo. En resumidas cuentas comprendemos bien el sentidos de los salmos cuando lo que expresan lo hemos experimentado antes, y lo hemos vivido a lo largo de nuestra vida cotidiana.
Esta experiencia tangible arroja luz sobre su contenido, de modo que comprendemos perfectamente que es lo que sintió el autor inspirado en circunstancia semejante a la nuestra y que quiso significar con sus palabras. De esta suerte recitamos los salmos, no con palabras oídas, sabidas de memoria o ajenas a nosotros sino como algo que fluye espontáneo de nuestro corazón.
Salmodiar con sentido es un largo y difícil recorrido que desemboca en la oración pura, que no cae en los sentidos y producen lágrimas que limpian la visión.


Hno. Oscar Oviedo, osb.

domingo, 14 de junio de 2015

DOMINGO XI DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO


Los campos están blancos para la cosecha,
El tiempo es corto
Y Dios nos apremia…
Tú quien pasas a la aventura
¿escucharás el llamado
Que te es lanzado?

¿Se puede dejar podrir el trigo
Del que el Señor
Cubre la tierra?
¡Tantas vidas parecen perderse!
Dios tiene necesidad de ti
¿responderás?

En el corazón del hombre está depositado,
Frágil aún,
Una esperanza…
¿Sabrás reconocerla
Y cosechar este grano
De eternidad?

Este fruto del suelo, día tras día,
Dios lo nutre
De su luz…
Y la tierra en su ofrenda
Hará subir hacia Dios
La acción de gracias.


[Commission francophone cistercienne, Guetteur de l’Aube, Paris, Desclée, p.29, 
Traducción del P. Marcelo Maciel, osb.]

lunes, 8 de junio de 2015

HOMILÍA DEL ABAD EN LA SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO 2015

“Tomen y coman todos de él, porque esto es mi cuerpo, que será entregado por ustedes” En castellano “entregado por ustedes”  puede tener dos significados: será entregado a favor, en beneficio de ustedes o ustedes lo entregarán. El texto latino y el texto griego que está detrás no dejan lugar a ninguna duda, ni confusión. “Pro vobis” para ustedes, en su provecho.
Pero “será entregado” ¿Quién lo entrega y por qué?
Hay una entrega que es un gravísimo pecado, el de Judas. “¿Cuánto me darán si se lo entrego?” Mt 26,15. Jesús lo anunció: “Uno de ustedes me entregará” Mt 26,21. Judas, el Sanedrín, Pilato, pero también Pedro, que lo negó, los otros discípulos que lo abandonaron, yo y ustedes, la humanidad entera… Durante siglos se lo acusó al Pueblo Elegido, “el Pueblo deicida”… Una forma de evadir responsabilidades. No el pueblo judío sino la humanidad entera…
Ante esto la primera actitud que nos corresponde: “Perdón, Señor.” Y Jesús ya nos perdonó: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” Lc 23,34.
¿Quién lo entrega y por qué?
Hay otra entrega que no es fruto de pecado y traición sino todo lo contrario, suprema muestra de amor: el amor de Jesús. Jesús, como ya vimos, fue entregado, pero antes de ser entregado, se entregó. Lo dice Pablo en la carta a los Efesios. “Practiquen el amor a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios” Ef 5,2 y Ef. 5,25, Gal 2,20.
¿Por qué se entregó?
Por el gran amor con que nos amó. “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” Jn 15,13. Nos amó como ningún pastor de la tierra puede amar a sus ovejas: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas” Jn 10,11.
Jesús se entregó  por el gran amor con que nos amó; pero hay un amor anterior, amor Fontal, el amor del Padre. Es de nuevo Pablo el que nos orienta: “¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, ¿no nos entregará con él toda clase de favores? Rom 8,31-32.
Es importante que nos demos cuenta que ni el amor del Hijo ni el amor del Padre fueron asépticos, sin dolor y sufrimiento.
En el corazón de Jesús hubo una lucha agónica entre el adecuarse al proyecto del Padre o huir del sufrimiento y de la muerte. Ese es el significado del “Padre si es posible que pase de mi este cáliz” de los sinópticos y del “padre líbrame de esta hora” de Juan 12,27 y del desgarrador “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” Mc 15,34.
Pero también en el corazón del Padre hubo resonancia de esta lucha: “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo” Rom 5,8-10
Nuestra entrega pecadora nos exigió la actitud de pedir perdón. La entrega de amor de Jesús y de su Padre nos lleva a una sentida y profunda acción de gracias.

La solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, que estamos celebrando, nos invita a dos caminos o a dos tiempos de esta acción de gracias. La Eucaristía es sacrificio y es permanencia. Sacrificio, la santa misa, renovación en línea sacramental de la muerte y la resurrección de Jesús, de su ascensión a los cielos y anticipo de su segunda venida. Eucaristía: permanencia, en el sagrario. Las dos dimensiones implican petición de perdón y acción de gracias. Las dos son fundamentales en la vida cristiana, las dos nos hacen crecer. La adoración nos lleva a la vivencia de la Eucaristía sacrificio y esta nos conduce al sagrario.

lunes, 1 de junio de 2015

JUNIO MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Oración de la consagración de las familias al Sagrado Corazón de Jesús (Cardenal De Giorgi, 3 de Junio de 2007, Barcelona)

Señor Jesucristo, Redentor del mundo,
Amigo de los sencillos y de los pecadores,
que en la Cruz te has dejado traspasar
tu Corazón Sagrado
para salvarnos del pecado
y darnos la abundancia de la gracia divina.
Mira compasivo nuestra debilidad, y ten piedad.
Libéranos del pecado y del mal,
y condúcenos a la auténtica paz,
que se encuentra por la conversión
y la acogida de tu Palabra.
Tú que nos invitas a seguirte
y a amarte como discípulos,
porque así encontraremos el descanso
y la felicidad que tanto deseamos,
no nos dejes nunca de tu mano poderosa,
y sostennos bondadoso en todos nuestros caminos.

Hoy consagramos humildemente a tu Corazón
nuestras vidas y nuestras familias,
y encomendamos a tu misericordia todas las familias del mundo.
porque queremos vivir siempre con la confianza puesta sólo en Ti,
que eres el Amor infinito,
y porque te queremos servir de todo corazón a Ti y a nuestros hermanos por amor a Ti.
Haz, Señor, que todos podamos encontrar en Ti
el Amigo verdadero y el Maestro bondadoso y humilde,
y que en tu Corazón Sagrado aprendamos el amor generoso y sacrificado hacia todos.

Amén.