sábado, 27 de octubre de 2018

ABAD BENITO VERONESI OSB. IN MEMORIAM




A un año de su Pascua recordamos su figura de monje, sacerdote y abad.





CONTEXTO FAMILIAR



“Abandonó la casa paterna buscando sólo a Dios”

Diálogos II, Prólogo 1.



Nace el 4 de septiembre de 1937 en el seno de una familia de inmigrantes italianos que se establecen como agricultores en la campiña de Gualeguaychú, Entre Ríos.

Benito es el duodécimo de catorce hermanos, quedando como el menor del hogar por fallecimiento a poco de nacer de las dos niñas que lo siguieron.

Sus padres, de honda raigambre cristiana, educaron a sus hijos en su fe profunda, alimentada con la práctica religiosa y la oración en familia. La misa dominical era sagrada, cuando las distancias, las lluvias y los caminos de tierra lo permitían. En su defecto, era seguida por radio por toda la familia. Así mismo, a la noche, no se concluía la jornada sin el rosario en familia.

Sostenían este clima las periódicas misiones rurales que, en la zona organizaba un sacerdote benedictino de la Abadía de Niño Dios, estableciendo su centro de irradiación en la casa familiar.

En este contexto, Benito aprendió el catecismo antes que las letras; y a la edad de siete años hizo su primera comunión preparado por su hermana mayor, dada la imposibilidad de acceso a la catequesis parroquial.





EL LLAMADO



“Debe estar atento para ver si el novicio

busca verdaderamente a Dios,

si es pronto para la Obra de Dios,

para la obediencia y las humillaciones”

(RB 58,7)



La vocación a la vida consagrada es siempre un misterio del amor de Dios no supeditado a tiempo y espacio, ni a los criterios de la sabiduría humana. Dios llama cuando quiere y como quiere en los más variados contextos. Esto no impide que pueda haber climas humanos y espirituales que favorezcan la escucha del llamado de Dios.

Es lo que sucedió en el caso de Benito. No tenían aún los nueve años cumplidos cunado ingresó al “oblatado” (=seminario menor) de la Abadía de Niño Dios.

Y mejor que a nadie se le ocurriera sugerirle que a esa edad ingresaba sin tener idea de vocación o, simplemente por seguir el camino que otros mayores de la familia habían emprendido. Podía tener una respuesta rápida, aguda, ríspida y cortante, muy de acuerdo a su carácter frontal y directo; carácter que a lo largo de su vida habría de obligarlo al ejercicio de conjugar franqueza con amabilidad; sinceridad y verdad con caridad y deferencia, virtudes indispensables para toda relación humana en la vida comunitaria.

En la Abadía junto a la formación monástica cursó todos los estudios primarios, secundarios y de filosofía y teología. De brillante inteligencia, los estudios nunca fueron para él un problema.

Terminado su año de noviciado hizo sus primeros votos monásticos en Niño Dios el 21 de marzo de 1957.





EN EL SIAMBÓN



“Elíjase como ecónomo del monasterio

a uno de la comunidad que sea sabio,

maduro de costumbres, sobrio y frugal,

que no sea ni altivo, ni agitado, ni propenso a injuriar,

ni tardo, ni pródigo, sino temeroso de Dios,

y que sea como un padre para toda la comunidad”

(RB 31,1-2).



Si bien Benito, el año 1956 no formó parte del elenco de fundadores del Monasterio de Cristo Rey de El Siambón, más adelante, con el recambio de Abad en Niño Dios, solicitó formar parte de la casa filial de Tucumán. El Abad atendió a su pedido y así se integró a la nueva familia monástica el 31 de Diciembre de 1959.

A partir de esa fecha compartió todas las vicisitudes del desarrollo de la vida monástica de nuestro Monasterio. Así fue completando las materias teológicas pendientes al ritmo de la vida de El Siambón: oración, estudio, trabajos, liturgia, servicios y responsabilidades. Fueron años de prolongada formación, en la que podían conjugarse los estudios con los más variados servicios comunitarios: cocina, sacristía, hospedería o atención al vecindario.

No faltaron prolongadas estadías en Buenos Aires por razones de salud aprovechadas para diversos cursos en Institutos eclesiásticos.

Durante numerosos períodos prestó el servicio de ecónomo con evidente eficiencia y creatividad.

El 11 de Octubre  de 1970 es ordenado sacerdote y pronto tiene que hacerse cargo de la atención espiritual del vecindario en plena época en que la comunidad está fuertemente inserta en el compromiso de promoción humana y social del mismo.

En los años 1974-1975 permaneció en Colombia participando en los cursos de la Universidad Católica Javeriana donde obtuvo la licenciatura en  Ciencias de la Educación – Teología Pastoral.

De regreso colabora por años en la economía y en la formación con otra interrupción de dos intensos años de estudios en San Anselmo, Roma: Agosto del 1979 a Septiembre del 1981 para una licenciatura en teología monástica. Su tesina abordó el tema de la corrección en la Regla.

De regreso retoma sus servicios en la formación y en la economía.

Exceptuando las ausencias por estudios, colaboró con el Movimiento “Puente” desde 1977 hasta su elección abacial en el año 2000. Su dedicación a “Puente” fue intensa, tanto como “brújula” de los retiros y encuentros, cuanto por su servicio de acompañamiento y dirección espiritual personal.





EL ABAD



“El abad debe acordarse siempre de lo que es,

debe recordar el nombre que lleva,

y saber que a quien más se le confía, más se le exige.

Y sepa qué difícil y ardua es la tarea que toma:

regir almas y servir los temperamentos de muchos...

Deberá conformarse y adaptarse a todos

según su condición e inteligencia,

de modo que no sólo no padezca detrimento la grey que le ha sido confiada,

sino que él pueda alegrarse con el crecimiento del buen rebaño”

(RB 2, 30-32)-



El 29 de Abril del 2000 fue elegido Abad, en un momento un tanto difícil de la vida de la Comunidad. Se terminaba un período de gobierno de Prior Administrador, que es siempre una figura que supone una situación de excepción.

El estado de la economía que heredó lo obligó a poner en acción todas sus capacidades de ecónomo y toda su tenacidad para afrontar situaciones difíciles, consciente de que si esta dimensión de la vida está en situación angustiante se vuelve estresante  para la Comunidad y condiciona su paz. Por cierto logró su objetivo: que la vida espiritual y la relación fraterna se vivieran en un clima de armonía y paz evangélicas.

Por supuesto, no pudo con su genio de ecónomo emprendedor. Con la economía bien encarrilada, se dedicó a cuanta obra se presentara de mejoras, reformas y ampliaciones en el Monasterio. Por cierto, supo asesorarse con excelentes arquitectos e ingenieros y con las necesarias consultas a la Comunidad para que en todo se respetara y mantuviera el estilo y el rostro arquitectónico del Monasterio  tal como había sido creado por su autor, el P. Juan Vicente.

Entre sus múltiples construcciones cabe señalar la que más llevaba en su corazón: la reforma del interior de la Iglesia, elogiada por cuantos especialistas la conocen. Esto culminó con la celebración tan querida y tan importante para nuestra Comunidad: la consagración del altar monolítico y de la Iglesia, llevada a cabo el 22 de Octubre del 2005 por el entonces Arzobispo de Tucumán y hoy Cardenal Luis Villalba.

No se trataba de una obra meramente material; se quería un lugar sagrado que, dentro de su austeridad arquitectónica, fuera digno y bello para el desarrollo de la vida de oración y la liturgia de la Comunidad.

En otro ámbito, durante su abadiato, el Abad Benito colaboró en la Congregación durante varios años como Secretario y como miembro del Consejo del Abad Presidente.

El P. Benito debía terminar su tercer período abacial el 29 de Abril de 2018, ya sin posibilidad de reelección; pero, el Señor se anticipó y le regaló su Pascua, sin posibilidad de otra elección, el 27 de octubre de 2017.

Que Cristo, centro de toda su vida, y María a quien consagró su servicio abacial lo hagan partícipe de su Gloria que no tiene fin.



Monasterio de Cristo Rey.

El Siambón, 27 de Octubre de 2018.


Para meditar:

Benito Veronesi, osb.: Retiro "Mater Ecclesia", Uruguay, 2015, 9ª: Novísimos.

“Pésame, Dios mío, por el infierno que merecí, por el cielo que perdí; pero mucho más pesa porque pecando ofendí, a un Dios tan bueno y tan grande…”.
“No me mueve mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin tu amor de tal manera,
Que, aunque no hubiera cielo yo te amara,
y, aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera;
Pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.”
Una pregunta inicial y clave: ¿Qué es la muerte?, ¿qué es el juicio?, ¿qué es el infierno?, ¿Qué es el cielo?

¿Qué es la muerte? CTIC 1020 “El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una ida hacia El y la entrada a la vida eterna”
¿Qué es el juicio? CTIC “El mensaje del Juicio final llama a la conversión mientras Dios da a los hombres todavía “el tiempo favorable, el tiempo de salvación” (2 Co 6, 2). Inspira el santo temor de Dios. Compromete para la justicia del Reino de Dios. Anuncia la “bienaventurada esperanza” (Tt 2, 13) de la vuelta del Señor que “vendrá para ser glorificado en sus santos y admirado en todos los que hayan creído” (2 Ts 1, 10)”.
¿Qué es el infierno? CTIC 1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: “Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él” (1 Jn 3, 14-15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno”.
¿Qué es el cielo? CTIC 1024: “Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama el cielo. El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha”.

La palabra “mors” viene 11 veces en la RB; pero algunas veces se refiere a la muerte espiritual y otras con el significado de “siempre” como el “hasta que la muerte nos separe” de la formula matrimonial.
Aquí nos interesa la mención en el capítulo 4° “Los instrumentos de las buenas obras” en que encontramos mencionados juntos los cuatro novísimos: “Temer el día del juicio, sentir terror del infierno, desear la vida eterna con la mayor avidez espiritual, tener la muerte presente ante los ojos cada día” 4,44-47. Me llamó la atención al preparar este tema el orden de los novísimos en este capítulo: Dos de temor: juicio, infierno; uno de alegre esperanza: el cielo y ¿el cuarto? 4,47 ¿No habrá querido la RB unir la idea de la muerte con la alegre esperanza del cielo?...
Estos son los pasajes en que la RB habla del juicio escatológico: para todos, 4,44; 4,76; 7,64; para el abad, 2,6; 2,9; 2,54; 2,37-39; 3,11; 55,22; 63,3; 64,7; 65,22; para el celerario, 31,9. Llama poderosamente la atención que sobre 13 advertencias 9 sean para el abad; pero por otra parte la explicación es evidente, su responsabilidad es enorme “hacer las veces de Cristo”, el Buen Pastor. Del infierno la RB habla siete veces: P7; P42; 4,45; 5,3; 7,11; 58,18 y 72,1.
Dijimos que del juicio teníamos 13 menciones; del cielo también tenemos 13 menciones: P17; P21; P42; P50; 4,46 (comparar con 49,7 La Pascua); 4,77; 5,3; 5,10; 7,11; 64,22; 72,2; 72,12; 73,8.
El “No me mueve mi Dios para quererte” que citamos al principio es mucho posterior a los tiempos de San Benito: él dijo lo mismo muchos siglos antes…El temor del día del juicio y el terror del infierno son para principiantes; si nos dejamos trabajar por el Señor “Cuando el monje haya remontado todos estos grados de humildad, llegará pronto a ese grado de «amor a Dios que, por ser perfecto, echa fuera todo temor»; gracias al cual ,cuanto cumplía antes no sin recelo, ahora comenzará a realizarlo sin esfuerzo, como instintivamente y por costumbre; no ya por temor al infierno, sino por amor a Cristo, por cierta santa connaturaleza y por la satisfacción que las virtudes producen por sí mismas. Y el Señor se complacerá en manifestar todo esto por el Espíritu Santo en su obrero, purificado ya de sus vicios y pecados” (RB 7, 67-70).

sábado, 20 de octubre de 2018

RICARDO MARGHEIM (Padre del P, Javier) ESTANCIA EN “CRISTO REY”


Cristo Rey está en penumbras

amanece en el Siambón;

los monjes en la capilla

están en oración.-



Edmundo, José, Marcelo y “Carlitos”

Luis, Gabriel, Juan y Oscar;

con Javier y “Juampi” son diez monjes

que forman la comunidad.-



Son disposiciones para ellos

la obediencia, el silencio, la humildad;

San Benito les dio las reglas

que deben respetar.-



Cada uno tiene un puesto

según lo dispone el Abad;

en silencio todo se cumple

¡Orantes siempre están!



Como empleados de la casa

Con diversas tareas están;

Marili, Soledad y María

el “Gringo” y German.-



Soy un huésped en la casa

que a este lugar ha llegado;

para visitar a un hijo

que es hijo y es hermano.-



Es un sitio como pocos

con mucho por disfrutar;

hay familia… hay compañía

hay amigos… y mucha paz.-



Es hoy un soleado día

que invita a caminar;

un cerro voy escalando

en un bosque natural.-



Paso la carpintería

dejo atrás el colmenar;

un suave murmullo de agua

me detengo a escuchar.-



El sol se esconde tras un cerro

y lo que comienza tiene un final;

mi estancia en el Siambón se termina

lo que me será difícil olvidar.-



Y ya me voy despidiendo

Monasterio “Cristo Rey”

miro al cielo y pregunto

¿Cuándo te volveré a ver?





                                                                                                            
                                                                                                              PARANA, ENTRE RIOS.-
                                                                                                                         SEPTIEMBRE 2018.-

sábado, 13 de octubre de 2018

ACATISTOS AL DULCISIMO JESUS (VIII)

DULCE JESÚS, RESURRECCIÓN Y VIDA GLORIOSA


(ARCABAS)



K. 8. Viéndote, Jesús, Dios misteriosamente encarnado, nosotros vivimos en el mundo sin ser del mundo y caminamos llenos de esperanza hacia tu Reino[1]. Si has bajado a la tierra es para subirnos a nosotros al cielo, por esto te cantamos[2]: Aleluya.

I.8. Tú estás plenamente presente en la tierra sin dejar de estar en el cielo. Jesús, ¡cuánto, voluntariamente, has sufrido por nosotros! Con tu muerte, has vencido a la muerte, y con tu resurrección, nos has dado la vida, y por esto nosotros te cantamos[3]:

Jesús, dulzura del corazón[4].

Jesús, vigor[5] del cuerpo[6].

Jesús, limpieza[7] del alma[8].

Jesús, vivacidad del espíritu[9].

Jesús, alegría de mi corazón[10].

Jesús, mi esperanza, mi única esperanza[11].

Jesús, alabanza excelsa, alabanza eterna[12].

Jesús, plenitud de mi alegría[13].

Jesús, mi único deseo, no me rechaces[14].

Jesús, mi Pastor, búscame[15].

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí.



Juan 11.
1 Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. 2 María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. 3 Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas, está enfermo». 4 Al oír esto, Jesús dijo: «Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». 5 Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. 7 Después dijo a sus discípulos: «Volvamos a Judea». 8 Los discípulos le dijeron: «Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿quieres volver allá?». 9 Jesús les respondió: «¿Acaso no son doce la horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él». 11 Después agregó: «Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo». 12 Sus discípulos le dijeron: «Señor, si duerme, se curará». 13 Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte. 14 Entonces les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, 15 y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo». 16 Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él». 17 Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro Días. 18 Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. 19 Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. 20 Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. 21 Marta dio a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas». 23 Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». 24 Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». 25 Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: 26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». 27 Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo». 28 Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: «El Maestro está aquí y te llama». 29 Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. 30 Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado. 31 Los Judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. 32 María llegó adonde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto». 33 Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, 34 preguntó: «¿Dónde lo pusieron?». Le respondieron: «Ven, Señor, y lo verás». 35 Y Jesús lloró. 36 Los judíos dijeron: «¡Cómo lo amaba!». 37 Pero algunos decían: «Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?». 38 Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, 39 y le dijo: «Quiten la piedra». Marta, la hermana del difunto, le respondió: «Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto». 40 Jesús le dijo: «¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?». 41 Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, te doy gracias porque me oíste. 42 Yo sé que siempre me oyes, pero le he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». 43 Después de decir esto, gritó con voz fuerte: «¡Lázaro, ven afuera!». 44 El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: «Desátenlo para que pueda caminar». 45 Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él. 46 Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. 47 Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. 48 Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación». 49 Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: «Ustedes no comprenden nada. 50 ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?». 51 No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, 52 y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. 53 A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús. 54 Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos. 55 Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. 56 Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: «¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?». 57 Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo.



  1. Oración completa de glorificación de Dios, acción de gracias, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
  2. Relación personal del orante con el Señor: Jesús, Dios encarnado por nuestra salvación, dulzura, vivacidad, alegría del corazón (espíritu); limpieza, esplendor deseo, esperanza del alma (mente, conciencia); vigor, fortaleza, salud del cuerpo. Jesús es nuestro único deseo, nuestra vida. Vida plena de todo hombre y de todo el hombre: estado del hombre perfecto (cuerpo, alma y espíritu) que corresponde a la madurez de Cristo. Hombres, antes expulsados tristemente del Paraíso, caminan en la luz llenos de esperanza hacia el Reino-Gloria. Ocultos con Cristo, nuestra gloria, en Dios. Su Gozo es nuestro gozo, el gozo perfecto es permanecer en el amor (Jn 15, 9-37). Estar en el mundo sin ser del mundo (Cf. 1 Jn 2, 15-17; 4, 4-11; 5, 4-8).
  3. Misterio de Jesucristo: Encarnación-Kénosis (“has bajado a la tierra”) y Pascua-Théosis (“para subirnos a nosotros al cielo”), del deseo egoísta del pecado original (“seréis como dioses”) al don generoso de la Gracia (“voluntariamente, has sufrido por nosotros”). Su muerte vence la muerte, su resurrección da la vida. Paradoja de la humildad: descenso y ascenso, humillación  y glorificación.
  4. Icono narrativo de la resurrección de su amigo Lázaro (Jn 11). Enfermedad-muerte. Vida-Gloria de Dios. Marta y María, se invierten los roles. “Yo soy la resurrección y la vida”. Acción de gracias, glorificación de Dios y súplica. “Lázaro, sal fuera” (Cf. Jn 5, 25). Jesús es la resurrección y la vida ya desde ahora (la tierra), no hay que esperar a la resurrección del último día (el cielo).
  5. Textos bíblicos: Efesios 4, 1- 13; Colosenses 3, 1-10; 1 Juan 1, 1-10.

[1] Al contemplar un Dios prodigiosamente hecho hombre, apartémonos de este mundo y elevemos nuestra mente a las cosas de Dios (A), Al contemplar la extraña Encarnación de Dios, apartémonos de este mundo vano (B).
[2] Dios descendió sobre la tierra para elevar al Cielo a quienes cantamos (A), Para este fin Dios descendió a la Tierra; que El pueda elevar al Cielo a los que clamamos (B).
[3] Aun estando Él en la tierra nos dejó de estar en los Cielos. Eligió de manera voluntaria sufrir por nosotros y con Su muerte ha terminado con nuestra muerte. Con Su resurrección nos ha donado la vida a nosotros que Le cantamos (A), Totalmente presente con los que están abajo, sin estar separado de los que están arriba estaba el Incircunscripto, cuando voluntariamente sufrió por nosotros; por Su muerte destruyó, nuestra muerte, y por su Resurrección, otorgó la vida a los que cantamos palabras como éstas (B).
[4] De mi (B).
[5] Fortaleza (A).
[6] Fuerza de mi cuerpo (B).
[7] Esplendor (A).
[8] Luz de mi alma (B).
[9] Presteza de la (mi -B) mente (A).
[10] De la conciencia (A), Regocijo de mi conciencia (B).
[11] Esperanza verdadera (A), insuperable (B). Se agrega: Jesús, Memoria eterna (A), Remembranza eterna (B).
[12] Loa altísima (A), Alabanza exaltada (B).
[13] Gloria suprema (A), mi Gloria más sublime (B).
[14] Deseo nuestro, no nos abandones (A), mi Deseo, no me rechaces (B).
[15] Pastor nuestro, búscanos (A). Se agrega: Jesús, Salvador, sálvanos (A), mi Salvador, sálvame (B).

sábado, 6 de octubre de 2018

ACATISTOS AL DULCISIMO JESUS (VII)

DULCE JESÚS, CORDERO INMOLADO Y GLORIFICADO



 

K. 7. Queriendo revelar el misterio escondido desde los siglos, como un cordero mudo has sido inmolado, Jesús[1]. Siendo Dios, has resucitado de entre los muertos y has subido al cielo en la gloria[2]. Contigo, nosotros hemos resucitado, y te aclamamos[3]: Aleluya.

I.7.Ante nuestros ojos hiciste tu obra maravillosa cuando el Creador, nacido de la Virgen, se manifestó, resucitó de la tumba y se presentó corporalmente a los apóstoles que estaban con las puertas cerradas. Por esto, maravillados cantamos con fuerza[4]:

Jesús, Verbo incomprensible[5].

Jesús, Palabra impenetrable[6].

Jesús, poder inaccesible[7].

Jesús, sabiduría inconcebible[8].

Jesús, divinidad inmensa[9].

Jesús, Señor de todo el universo[10].

Jesús, soberanía infinita[11].

Jesús, fuerza estrepitosa[12].

Jesús, poder eterno[13].

Jesús, mi Creador, ten compasión de mí[14].

Jesús, Salvador, sálvame[15].



Juan 20, 19-31.
19 Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». 20 Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. 21 Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes» 22 Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. 23 Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». 24 Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25 Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré». 26 Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». 27 Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». 28 Tomas respondió: «¡Señor mío y Dios mío!. 29 Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!». 30 Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. 31 Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.



  1. Oración completa de glorificación de Dios, acción de gracias, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
  2. Relación personal del orante con el Señor: Nuestra resurrección-ascensión (“contigo, nosotros hemos resucitado”). El bautismo es participación en su Misterio. Pascua: Salvación, Nueva Creación. Jesús: Salvador, Creador. Alabanza a Dios que utiliza un lenguaje que afirma y niega a la vez: via eminentiae (“queriendo revelar el misterio escondido desde los siglos”).
  3. Misterio de Jesucristo en su dimensión pascual: Jesús, es la Oveja muda, Cordero Pascual (Cf. Jn 1, 29.36; Ap 5,6; 7,17; 17, 7.9.14), que implica la Encarnación (“cuando el Creador nacido de la virgen, se manifestó”), Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión. “Señor mío y Dios mío”. “Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”.
  4. Ícono narrativo de la aparición del Resucitado (Jn 20, 19-31). Paralelo entre: a) nacimiento virginal-apareció, b) resurrección de la tumba-se levantó, c) aparición con las puertas cerradas-entró. En los tres casos las puertas estaban cerradas. Aparición (con su cuerpo, heridas de las manos y costado) a los discípulos para darles el Espíritu Santo.
  5. Textos bíblicos: 1 Timoteo 3, 16; Hechos 1, 3-11; 8, 26-39.

[1] Al desear develar el misterio vedado (escondido – B) por todos los tiempos (siglos – B), fuiste conducido como un cordero (oveja – B) para ser sacrificado, Oh Jesús (A), como una oveja muda ante el trasquilador (B).
[2] Pero como Dios has resucitado (Te levantaste – B) de entre los muertos y has ascendido gloriosamente a los cielos (A).
[3] Y (junto contigo – B) nos elevas (levantaste – B) a nosotros, que te aclamamos (A),…los que clamamos (B).
[4] Haciéndote presente como criatura, Te revelaste como nuestro Creador. Concebido sin intervención humana de una Virgen, resucitaste del sepulcro sin romper los precintos y entraste con Tu cuerpo, allí donde estaban loa Apóstoles a puertas cerradas. Frente a todos, maravillados, Te cantamos (A), Nueva fue la Creación que nos reveló el Creador cuando El apareció, pues, sin simiente tomó carne de una Virgen y se levantó de la tumba; sin romper el sello de ambas y con su cuerpo, entró hasta los Apóstoles mientras las puertas estaban cerradas. Así, maravillosamente ante esto cantamos (B).
[5] Palabra innominable (A), incontenible (B).
[6] Inestimable (A), Inteligencia insondable (B).
[7] Fuerza inalcanzable (A), Poder incomprensible (B).
[8] Impensable (A), inconmensurable (B).
[9] Indescriptible (A), irrepresentable (B).
[10] Potencia incalculable (A), Dominio ilimitado (B). Se agrega: Jesús, reino invencible (A-B).
[11] Interminable (B). Se agrega: Jesús, Señorío inimitable (A).
[12] Altísima (A), sublime (B).
[13] Potencia eterna (A), Autoridad eterna (B).
[14] Creador nuestro, sé benevolente (A), fórmame de nuevo (B).
[15] Nuestro, sálvanos (A). Se agrega: Jesús, Hijo de Dios: ten piedad de nosotros (A), ten piedad de mi (B).