sábado, 26 de enero de 2019

ACATISTOS AL DULCÍSIMO JESUS (XIII)

DULCE JESÚS, AMIGO Y ESPOSO



K. 13. Oh Jesús, manso y humilde de corazón, en tu amor que nada desprecia, mira nuestra miseria, perdónanos sin límite y en tu compasión infinita acepta nuestra humilde oración como has aceptado la pobreza ofrecida de la viuda[1].

Jesús, a imagen de los niños, tus preferidos, transfórmame.

Jesús, como los pastores asombrados, atráeme hacia Ti

Jesús, como al ciego de nacimiento, tócame, para que yo te vea.

Jesús, como al paralítico, cúrame para que yo camine contigo.

Jesús, como la cananea que te suplicaba, escúchame.

Jesús, como a María que te escuchaba, háblame de Ti

Jesús, como sobre Pedro que te había negado, fija tu mirada sobre mí.

Jesús, como María Magdalena que te amó mucho, perdóname.

Jesús, como Zaqueo, llámame y ven a mí.

Jesús, como a la hija de Jairo, revíveme.

Jesús, como a la Samaritana, transfórmame.

Jesús, como a Juan –el discípulo amado- hazme permanecer en Ti

Jesús, al terminar mi vida, como al buen ladrón, dime:

“Hoy estarás conmigo en mi Reino.”



Marcos 12, 41-44, Lucas 23, 39-43.
Marcos 12, 41 Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. 42 Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. 43 Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, 44 porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir». Cf. Lucas 21, 1-4.
Lucas 23, 39 Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». 40 Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? 41 Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo». 42 Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino». 43 El le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».



  1. Oración conclusiva de súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
  2. Relación personal (Esposo y Maestro – viuda y discípulo) entre Jesús: manso y humilde de corazón/dulcísimo, y el orante que súplica “como” los pobres y débiles que se relacionaron personal e íntimamente (amigos) con Jesús (Cf. Mt 18, 1-5): niños, pastores, ciego de nacimiento, paralítico, cananea, María de Betania, Pedro, María de Magdala, Zaqueo, hija de Jairo, Samaritana, Juan, Buen ladrón.
  3. Súplica pidiendo protección contra los diversos peligros: enemigos visibles e invisibles, invasores, enfermedad, hambre, tribulaciones, heridas, tormentos futuros. Pide su protección, atracción, contacto, visión, curación, compañía, acompañamiento, atención, palabra, diálogo, mirada, perdón, conversión, transformación, cercanía, permanencia, presencia, en una palabra, está pidiendo a Jesús mismo.
  4. Dos iconos narrativos de la oración: A) La súplica (pequeño rezo) que se canta es como la moneda de la viuda (todo lo que tenía para vivir), el orante vive de y por la súplica confiada (Mc 12, 41-44, Cf. Lucas 21, 1-4). B) La oración de Dimas el Buen Ladrón (Lc 23, 39-43): temor de Dios-reverencia, confesión del pecado-compunción, súplica confiada y respuesta divina inmediata.
  5. Textos bíblicos: Mateo 11, 25-30; Éxodo 34, 6-13.

[1] Dulce y generoso Jesús (dulcísimo y amoroso – B). Acepta ahora nuestro pequeño rezo (recibe esta humilde súplica – B), como aceptaste (recibiste – B) las dos monedas de la viuda. Protege a tus hijos (preserva Tu heredad – B) del enemigo visible e invisible, de la invasión extranjera, de la enfermedad, del hambre, de cada desgracia (de las tribulaciones – B) y de la herida mortal. Libéranos de los tormentos futuros a quienes te imploramos (a los que claman a Ti – B): ¡Aleluya! (En A y B es repetido tres veces).

sábado, 19 de enero de 2019

INVITACIÓN CURSO BÍBLICO 2019: Introducción a la literatura sapiencial bíblica



Lunes 18

1. Concepto de Sabiduría

2. Poética hebrea: paralelismo y otras figuras

3. Géneros sapienciales

En las tres clases de este día se presentará brevemente la literatura sapiencial, atendiendo a las

formas poéticas y a los géneros sapienciales, como para introducirnos en el lenguaje y las formas

específicas para transmitir la sabiduría.

Referencias bibliográficas:

Sapienciales:

MORLA ASENSIO, Víctor, Libros sapienciales y otros escritos, Estella, Verbo Divino, 1994. *

VILCHEZ LINDEZ, José, Sabiduría y sabios en Israel, Estella, Verbo Divino, 1995.

VON RAD, Gerhard, Sabiduría en IsraelProverbios - Job - Eclesiastés - Eclesiástico - Sabiduría, Madrid,

Cristiandad, 1985.*

Poética hebrea:

ALONSO-SCHÖKEL, Luis, Manual de poética hebrea, Academia Christiana 41, Madrid, Cristiandad,

1987. *

BERLIN, Adele, The Dynamics of Biblical Parallelism. With the Addition of “The range of Biblical

Metaphors in Smikhut” by Lida Knorina, Biblical Resource, Grand Rapids, Eerdmans, 2008.

KUGEL, James L., The Idea of Biblical Poetry. Parallelism and its History, New Haven, Yale Univ., 1981.

WATSON, Wilfred G.E., Classical Hebrew Poetry. A Guide to its Techniques, JSOTSuppl 26, Sheffield,

Sheffield Academic Press, 1995. *


Martes 19

4. Proverbios: colecciones, características.

5. Pro 1–9 y la mujer extraña.

6. Pro 22,17-23,14

En estas tres horas, luego de una introducción general al libro de Proverbios, se estudiará el tema

de la mujer extraña en Pro 1–9 y la primera sección de la colección de los dichos de los sabios.

Referencias bibliográficas:

ALONSO-SCHÖKEL, Luis; VILCHEZ LÍNDEZ, José, ProverbiosComentario teológico y literario, Madrid,

Cristiandad, 1984, 17-29.*

FOX, Michael V., Proverbs 1–9; 10–31, A New Translation with Introduction and Commentary, AncB

18A-B; New York, Yale University, 2000; 2009.*

MORLA ASENSIO, Víctor, Proverbios, CNBJ, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2011.

WHYBRAY, Roger N., Proverbs, Grand Rapids, Eerdmans, 1994. *


Miércoles 20

7. Corrupción en sapienciales.

8. Job: introducción

9. Job 16 y 19

Referencias bibliográficas:

ALONSO-SCHÖKEL, Luis; SICRE DÍAZ, José Luis, Job. Comentario teológico y literario, Madrid,

Cristiandad, 20022.*

GUTIÉRREZ, Gustavo, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Una reflexión sobre el libro de Job,

Pedal 183, Salamanca, Sígueme, 19953. *

MORLA ASENSIO, Víctor, Job 1-2829–42, CNBJ, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2007; 2010.*

RUIZ, Eleuterio Ramón, “Criterios bíblicos para evitar la corrupción según la literatura sapiencial”,

RIBLA 78 (2018) 157-170.

SICRE DÍAZ, José Luis, “Justicia y sabiduría. Los sabios de Israel y la justicia”, Revista

Latinoamericana de Teología 32 (2015) 49-67.


Jueves 21

10. Job 42,1-6

11. Qohelet: introducción

12. Qohelet 1-3

Referencias bibliográficas:

CRENSHAW, James L., Ecclesiastes. A Commentary, OTL, Philadelphia, Westminster Press, 1987. *

LOHFINK, Norbert, Qohelet, Brescia, Morcelliana, 1997. Inglés: Qoheleth. A Continental Commentary,

Minneapolis, Fortress Press, 2003. [orig. alemán, 1980]. *

MORLA ASENSIO, Víctor, Eclesiastés. El colapso del sentido, edición eBook, 2018. Edición impresa:

Estella, Verbo Divino, 2018. *

SCHOORS, Antoon, Ecclesiastes, HCOT, Leuven, Peeters, 2013.

SCHWIENHORST-SCHÖNBERGER, Ludger, Kohelet, Freiburg - Basel - Wien, Herder, 20112. *

SEOW, Choon Leong, Ecclesiastes, AncB 18C, New Haven, Yale University, 1997.

TAMEZ, Elsa, Cuando los horizontes se cierran. Relectura del libro de Eclesiastés o Qohélet, Lectura

popular de la Biblia, San José de Costa Rica, DEI, 1998.

VILCHEZ LÍNDEZ, José, Sapienciales III, Eclesiastés o Qohelet, NBE, Estella, Verbo Divino, 1994.


Viernes 22

13. Qohelet 4-5

14. Qohelet 7

15. Qohelet 9-12

Referencias bibliográficas: IDEM Jueves 21.


sábado, 12 de enero de 2019

ACATISTOS AL DULCISIMO JESUS (XII)

DULCE JESÚS, GRACIA Y MORADA


K. 12. Dadme la gracia, Jesús, tú que perdonas toda deuda[1]. Acógeme, arrepentido, como has acogido a Pedro que te había negado. Llámame, a mí pecador[2], como has llamado a Pablo que te perseguía, Y escúchame, que te canto[3]: Aleluya.

I.12. Celebrando tu Encarnación, todos nosotros te alabamos[4]. Con Tomás, te confesamos[5] Dios y Señor, que sentado a la diestra del Padre vendrás a juzgar a vivos y a muertos. Otórgame un lugar a tu derecha a mí que te canto[6]:

Jesús, fuego de amor, enciéndeme[7].

Jesús, morada eterna, refúgiame[8].

Jesús, manto de luz, revísteme de tu belleza[9].

Jesús, perla de gran precio, brilla sobre mí[10].

Jesús, sol que surge, ilumíname[11].

Jesús, luz santa, esclaréceme[12].

Jesús, de toda enfermedad, presérvame[13].

Jesús, arráncame de la mano del adversario[14].

Jesús, libérame de la pena eterna[15].

Juan 21, 15-19; 20, 24-29.
Juan 21, 15 Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». El le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos». 16 Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». El le respondió: «Sí, Señor, saber que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas». 17 Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. 18 Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras». 19 De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme». Cf. Mateo 16, 13-20.
Juan 20, 24 Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25 Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré». 26 Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». 27 Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». 28 Tomas respondió: «¡Señor mío y Dios mío!. 29 Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!».

  1. Oración completa de glorificación de Dios, acción de gracias, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
  2. Relación personal del orante con el Señor. Jesús misericordioso que perdona toda deuda: traición (negación), persecución, duda, incomprensión (ambición), y da abundantemente su gracia. Súplica: perdóname la deuda como a la prostituta que te amó, recíbeme como a Pedro que te negó, llámame como a Pablo que te persiguió. Títulos de Jesús algunos referidos a la iluminación: sol que surge, luz santa, perla de gran precio (Cf. Mt 13, 45-46), y otro, refugio (cobijo): morada eterna, y otros asocian ambos: fuego de amor, manto de luz. Algunas versiones se refieren a Jesús como “flor aromática (de dulce aroma), todo perfuma”, y suplican: “hazme fragante”.
  3. Misterio de Jesucristo: Alabanza de la Encarnación en oposición a la duda sobre la Resurrección. A Jesús que está sentado en la Gloria a la derecha del Padre (Ascensión, Rey eterno, Rey de paz) y vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos (Parusía, Juez) le pide un lugar a su derecha, contrapuesto a la incomprensión y ambición egoísta (“queremos-podemos” de Santiago y Juan).
  4. A) Icono narrativo del diálogo de Jesús con Pedro (Jn 21, 15-19; Cf. Mateo 16, 13-20)), confesión de amor y segundo llamado. B) Icono narrativo del diálogo de Jesús con Tomás (Jn 20, 24-29) considerando en esta ocasión la confesión y bienaventuranza de la fe.
  5. Textos bíblicos: Lucas 7, 36-50; Marcos 10, 35-41 (Cf. Mateo 20, 20-24).

[1] Tú que absuelves todos los pecados (A).
[2] Que estoy abatido (B).
[3] Llámanos del letargo así como en un tiempo llamaste a Pablo que te perseguía. Escucha nuestra voz mientras Te invocamos (A), préstame atención cuando clamo a Ti (B).
[4] Cantando himnos a Tu Encarnación todos te glorificamos (A).
[5] Creemos que Tú eres (A).
[6] Haznos dignos de estar a tu derecha mientras Te invocamos diciendo (A). Se agrega: Jesús, Rey eterno, ten piedad de nosotros. Jesús, Flor aromática, todo perfuma(A), Rey de la paz, concédeme Tu paz. Flor de dulce aroma, hazme fragante (B).
[7] Rescoldo amado, caliéntanos (A), Cordialidad deseada, reconfórtame (B).
[8] Templo eterno, repáranos (A), abrígame (B).
[9] Hábito luminoso, adórnanos (A), Vestidura resplandeciente, adórname (B).
[10] Perla genuina, haznos resplandecer (A), de gran precio, enriquéceme (B). Se agrega: Jesús, Piedra preciosa, haznos brillar (A), ilumíname (B).
[11] Sol de justicia, ilumínanos (A), brilla sobre mí (B).
[12] Hazme radiante (B).
[13] Protégenos de los males del alma y del cuerpo (A), líbrame de la debilidad del alma y del cuerpo (B).
[14] Rescátanos de las garras del enemigo (A), rescátame (B).
[15] Libéranos del fuego inextinguible y de los otros tormentos eternos (A), sálvame de los tormentos eternos (B). Se agrega: Jesús, Hijo de Dios: ten piedad de nosotros (A), Ten piedad de mi (B).

sábado, 5 de enero de 2019

ACATISTOS AL DULCÍSIMO JESUS (XI)

DULCE JESÚS, SALUD Y LUZ



 

K. 11. Te ofrezco, yo indigno, un himno lleno de ternura y de arrepentimiento. Como la cananea te llamo: “¡Jesús, ten piedad de mí!”. Cúrame, Jesús, a mí que te grito[1]: Aleluya.

I. 11. Pablo, que hasta aquel momento te perseguía, obedece al poder de la voz que lo ilumina del conocimiento divino y se convierte al instante. Así también Señor -Luz que ilumina a quien está en las tinieblas de la ignorancia- ilumina los ojos oscurecidos de mi alma que te invoca[2]:

Jesús, Dios invencible en tu fuerza[3].

Jesús, Señor omnipotente e inmortal[4].

Jesús, Creador resplandeciente de gloria[5].

Jesús, guía seguro[6].

Jesús, Pastor infatigable en tu ternura[7].

Jesús, Salvador muy compasivo[8].

Jesús, ilumina a mis sentidos cegados[9] por las pasiones.

Jesús, cúrame, que estoy desfigurado por el pecado[10].

Jesús, defiende mi corazón de los malos deseos[11].

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí.

Mateo 15, 21-28, Hechos 9, 1-25.
Mateo 15, 21 Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. 22 Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio». 23 Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: «Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos». 24 Jesús respondió: «Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel». 25 Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!». 26 Jesús le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros». 27 Ella respondió: «¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!». 28 Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!». Y en ese momento su hija quedó curada. Cf. Marcos 7, 24-30.
Hechos 9, 1 Saulo, que todavía respiraba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote 2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de traer encadenados a Jerusalén a los seguidores del Camino del Señor que encontrara, hombres o mujeres. 3 Y mientras iba caminando, al acercarse a Damasco, una luz que venía del cielo lo envolvió de improviso con su resplandor. 4 Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». 5 El preguntó: «¿Quién eres tú Señor?». «Yo soy Jesús, a quien tú persigues, le respondió la voz. 6 Ahora levántate, y entra en la ciudad: allí te dirán qué debes hacer». 7 Los que lo acompañaban quedaron sin palabra, porque oían la voz, pero no veían a nadie. 8 Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. 9 Allí estuvo tres días sin ver, y sin comer ni beber. 10 Vivía entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en una visión: «¡Ananías!». El respondió: «Aquí estoy, Señor». 11 El Señor le dijo: «Ve a la calle llamada Recta, y busca en casa de Judas a un tal Saulo de Tarso. 12 El está orando y ha visto en una visión a un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para devolverle la vista». 13 Ananías respondió: «Señor, oí decir a muchos que este hombre hizo un gran daño a tus santos en Jerusalén. 14 Y ahora está aquí con plenos poderes de los jefes de los sacerdotes para llevar presos a todos los que invocan tu Nombre». 15 El Señor le respondió: «Ve a buscarlo, porque es un instrumento elegido por mí para llevar mi Nombre a todas las naciones, a los reyes y al pueblo de Israel. 16 Yo le haré ver cuánto tendrá que padecer por mi Nombre». 17 Ananías fue a la casa, le impuso las manos y le dijo: «Saulo, hermano mío, el Señor Jesús –el mismo que se te apareció en el camino– me envió a ti para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo». 18 En ese momento, cayeron de sus ojos una especie de escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado. 19 Después comió algo y recobró sus fuerzas. Saulo permaneció algunos días con los discípulos que vivían en Damasco, 20 y luego comenzó a predicar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios. 21 Todos los que oían quedaban sorprendidos y decían: «¿No es este aquel mismo que perseguía en Jerusalén a los que invocan este Nombre, y que vino aquí para llevarlos presos ante los jefes de los sacerdotes?». 22 Pero Saulo, cada vez con más vigor, confundía a los judíos que vivían en Damasco, demostrándoles que Jesús es realmente el Mesías. 23 Al cabo de un tiempo, los judíos se pusieron de acuerdo para quitarle la vida, 24 pero Saulo se enteró de lo que tramaban contra él. Y como los judíos vigilaban noche y día las puertas de la ciudad, para matarlo, 25 sus discípulos lo tomaron durante la noche, y lo descolgaron por el muro, metido en un canasto. Cf. 22, 3-16; 26, 9-18.



  1. Oración completa de glorificación de Dios, acción de gracias, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
  2. Relación personal del orante con el Señor. Los títulos de Jesús (ver: A, en notas al pie) precedidos del adjetivo posesivo mi, o nuestro. Orante: yo indigno, enfermo, ojos oscurecidos (cegados), desfigurado, atacado. Súplica: ilumina los sentidos (sentimientos) cegados por las pasiones, sana el cuerpo desfigurado por el pecado, y purifica la mente de los pensamientos vanos, protege (defiende, preserva) el corazón de los malos deseos. Grito e himno compungido, lleno de ternura y arrepentimiento.
  3. Misterio de Jesús: Médico y Salud. Hijo de David (Rey, Mesías) y Señor (Dueño, Pastor): “¡Que se cumpla tu deseo!”. Luz (Faro de luz), Señor, Maestro, que ilumina la “tiniebla (oscuridad) de la ignorancia” (“tenía los ojos abiertos, no veía nada”- “cayeron de sus ojos una especie de escamas y recobró la vista”).
  4. A) Icono narrativo de la curación de la hija de la mujer cananea (Mt 15, 21-28; Cf. Marcos 7, 24-30). La hija enferma (“atormentada por un demonio”) es el “cuerpo poseído de pasiones perversas, de un furor acuciante - carne poseída violentamente por las pasiones e inquieta por la cólera”. Pedido con una fe grande, insistente e inteligente. B) Ícono narrativo de la conversión de Saulo-Pablo (Hechos 9, 1-25; Cf. 22, 3-16; 26, 9-18), conversión de la “furia de su alma”. Lucha espiritual contra las pasiones, facultades desordenadas, deseos desorientados y sentimientos ofuscados que ciegan.
  5. Textos bíblicos: Juan 8, 12-18.

[1] Un himno compungido Te ofrecemos (ofrezco – B), indignos, te imploramos (clamo – B) como la Cananea (cananita – B), Oh Jesús: ¡ten piedad de nosotros! No tengo una hija, pero sí un cuerpo poseído de pasiones perversas, de un furor acuciante (sino la carne poseída violentamente por las pasiones e inquieta por la cólera – B). Danos la sanación a quienes te invocamos (A).
[2] Oh brillante faro de luz que alumbra a los que están en las tinieblas (oscuridad - B) de la ignorancia. Pablo Te persiguió pero al ser iluminado por Tu luz y al percibir el poder de Tu voz (sabiamente – B) divina, la furia de su alma fue mitigada. De igual manera, ilumina los ojos de nuestra alma oscurecida cuando clamamos (A).
[3] Nuestro Rey fuerte (A), mi Rey supremamente poderoso (B).
[4] Nuestro Dios potente, nuestro Señor inmortal (A), mi Dios omnipotente, mi Señor inmortal (B).
[5] Nuestro Creador glorioso (A), gloriosísimo (B).
[6] Nuestro buen Maestro (A), mi Guía supremo en bondad (B).
[7] Nuestro Pastor generoso (A), mi Pastor compasivo (B). Se agrega: Jesús, nuestro Soberano benevolente (A), mi Amo rico en misericordia (B).
[8] Nuestro Salvador misericordioso (A), mi Salvador, Amigo del hombre (B).
[9] Nuestros sentimientos ofuscados (A), oscurecidos (B).
[10] Sana nuestro cuerpo penetrado por el pecado (A), sana mi cuerpo, herido por los pecados (B). Se agrega: Jesús, purifica nuestra mente (A), limpia mi mente (B), de los pensamientos vanos (A).
[11] Protege nuestro corazón de la avara maldad (A), preserva mi corazón de deseos malignos (B).