El Cinerario es un lugar de oración y de consuelo,
un lugar de renovación de la fe y la esperanza en la resurrección de la carne y
de encuentro con el Señor que es la Resurrección y la Vida. Es el lugar en cual
se depositan las cenizas de una persona fallecida cuyos restos fueron cremados.
“Los cuerpos de los difuntos deben ser tratados
desde la fe con respeto y caridad, y con la esperanza de la resurrección final.
Darle sepultura a los muertos es una obra de misericordia corporal, que honra a
los hijos de Dios, templos del Espíritu Santo”; “La Iglesia permite la
incineración cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrección del
cuerpo (cf CIC can. 1176 § 3) Del Catecismo de la Iglesia Católica nn. 2300 y
2301.
¿Cómo es?
Se ha excavado y construido en el cementerio de nuestra comunidad monástica, delante de la cruz principal un cubo de material de construcción que garantiza la conservación de las cenizas. En el cinerario se depositan, de forma común (sin ningún envoltorio, ni inscripción alguna) y definitiva (no se pueden recuperar), las cenizas de los fieles.
De este modo la Iglesia que, como Madre, ha llevado sacramentalmente en su seno al cristiano durante su peregrinación terrena, lo acompaña al término de su caminar para entregarlo en las manos del Padre y le ofrece su casa para que descanse en paz.
¿Cómo se debe
solicitar?
Deberá comunicarse con el Monasterio para acordar
la fecha y la hora de recepción de las cenizas y la documentación requerida.
¿Queda una
constancia?
El depósito de las cenizas del difunto será
registrado en un libro de actas abierto para tal fin.
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