Exposición de algunos puntos notables para el Congreso Eucarístico 2016, tomado de Celebrar
hoy un Congreso Eucarístico, Para preparar el 11º Congreso Eucarístico
Nacional de
Tucumán, Julio
2016, Mons. Piero Marini.
3. Un Congreso
Eucarístico en la Iglesia de hoy
El rostro
renovado de la Iglesia nacida del Vaticano II y la doctrina de la Eucaristía
denominada como “fuente y culmen de toda
la vida cristiana” [1],
ya nos es conocida
Las razones teológicas que conformaron el Congreso de
Munich de 1960, fueron retomadas en buena parte en el Ritual De sacra communione et cultu mysterii
eucharistici extra Missam (=DSC), publicado el 21 de junio de 1973, que
renueva la visión del culto eucarístico según los principios del Vaticano II,
recuperando la relación entre Eucaristía e Iglesia y subrayando que la
celebración eucarística es “el centro y
culmen de todas las diversas manifestaciones y formas de piedad”[2]
de un Congreso.
“Los Congresos
Eucarísticos –cita el Ritual- que en
los tiempos modernos se han introducido en la vida de la Iglesia como peculiar
manifestación del culto eucarístico, se han de mirar como una “statio”, a la
cual alguna comunidad invita a toda la Iglesia local, o una iglesia local
invita a otras Iglesias de la región o de la nación, o aun de todo el mundo,
para que todos juntos reconozcan más plenamente el misterio de la Eucaristía
bajo algún aspecto particular y lo venera públicamente con el vínculo de la
caridad y de la unión” (n.109)
El concepto de statio
es precisado aquí en el sentido de una parada de compromiso y de oración a la
que una comunidad invita a la Iglesia universal con “la plena participación de la Iglesia local y la significativa
aportación de las otras Iglesias”. De este modo, la idea de la statio orbis o statio nationis llega a ser una convención libremente inspirada en
la antigua statio urbis superando las
dificultades eclesiológicas .
Los objetivos del Congreso (profundización de algún aspecto del misterio eucarístico y su veneración pública), realizados en el
vínculo de la caridad y de la unidad, reclaman además los caracteres
fundamentales de aquella eclesiología eucarística cuyas semillas, esparcidas
por los diversos documentos del Vaticano II, han encontrado autorizados
desarrollos en la encíclica Ecclesia de
Eucharistia y en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis.
También las razones históricas y teológicas de los
Congresos Eucarísticos son reinterpretadas de modo sustancial. Veamos cómo.
3.1. La centralidad de la celebración eucarística
A partir del
De sacra communione, la dimensión
cultual (= “piedad eucarística”) que ha caracterizado los congresos
eucarísticos hasta el Concilio, se concentra sobre la celebración de la
Eucaristía, sacramento pascual del Cristo ofrecido para que el mundo tenga
vida.
La idea de la statio permitió restablecer la unidad del misterio eucarístico y su
celebración: “La celebración de la
Eucaristía sea verdaderamente el centro y la culminación a la que se dirijan
todos los actos y los diversos ejercicios de piedad” (DSC, 112/a).
A partir de aquí, “las
celebraciones de la Palabra de Dios, las sesiones catequéticas y otras
reuniones públicas tiendan sobre todo a que el tema propuesto se investigue con
mayor profundidad, y se propongan con mayor claridad los aspectos prácticos a
fin de llevarlos a efecto” (DSC,
112/b). También hay lugar para la forma tradicional de la adoración
eucarística: “Concédase la oportunidad de
tener ya las oraciones comunes, ya la adoración prolongada, ante el Santísimo
Sacramento expuesto, en determinadas iglesias que se juzguen más a propósito
para este ejercicio de piedad” (DSC,
112/c).
>Todo esto da forma también a la fase preparatoria del
Congreso Eucarístico, donde se subraya la necesidad de “una catequesis más profunda y acomodada a la cultura de los diversos
grupos humanos acerca de la Eucaristía principalmente en cuanto constituye el
misterio de Cristo viviente y operante en su Iglesia; una participación más
activa en la sagrada Liturgia, que fomente al mismo tiempo la escucha religiosa
de la palabra de Dios y el sentido fraterno de la comunidad” (DSC, 111/a-b).
Por tanto, en y todos los gestos del culto el centro
de la celebración del Congreso y de su camino de preparación se pone ahora la
celebración Eucarística que tradicionalmente caracterizan este
acontecimiento (adoración fuera de la Misa, procesiones, etc.), todas las
sesiones de catequesis y reuniones plenarias deben hacer referencia a ella. Si
la parada congresual de una Iglesia local tiene como finalidad, objetivo y
centro la celebración de la Eucaristía, tal celebración se convierte en la
forma y la fuente de cualquier otra cita del Congreso.
MATERIAL POSIBLE:
De la misma manera, para celebrar dignamente un Congreso, será necesario
esforzarse para reconciliar la “piedad eucarística” con la teología promovida
por el Concilio (la de los grandes documentos Mysterium fidei, Eucharisticum
mysterium, el ritual De sacra
communione) y de los más recientes documentos de los Romanos Pontífices (la
encíclica Ecclesia de Eucharistia, la
carta Dominicae Cenae, la carta
apostólica Mane nobiscum Domine, la
exhortación apostólica Sacramentum
caritatis) para que todo sea orientado según una eclesiología eucarística.
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