viernes, 2 de septiembre de 2016

San Benito: la moral y la política IV° parte

SAN GREGORIO, DIÁLOGOS II, C. 14: LA SIMULACIÓN DESCUBIERTA DEL REY TOTILA.
1. En tiempos de los Godos, su rey Totila oyó decir que el hombre santo estaba dotado del espíritu de profecía. Entonces se dirigió hacia su monasterio, y a poca distancia se detuvo y le anunció su llegada. Cuando de inmediato le comunicaron desde el monasterio que podía ir, él, descreído como era, trató de averiguar si el hombre de Dios poseía en realidad espíritu profético. Prestó su calzado e hizo vestir con la indumentaria real a uno de sus escuderos, llamado Rigo, ordenándole que se presentara ante el hombre de Dios como si fuera él mismo en persona. Como séquito envió a tres condes, más allegados a él que los demás: Wulderico, Rodrigo y Blindino, para que, caminando al lado de aquél, fingieran ante los ojos del servidor de Dios que se trataba realmente del rey Totila. Le añadió otra comitiva y escuderos a fin de que, tanto por estos honores como por los vestidos de púrpura, hiciera creer que era el mismo rey.
2. Cuando Rigo, ostentando las vestiduras reales y rodeado de numeroso séquito, llegó al monasterio, el hombre de Dios se encontraba sentado a considerable distancia. Al verlo llegar, cuando pudo hacerse oír, le gritó: “Quita, hijo, quítate lo que llevas. No es tuyo”. Rigo cayó al instante en tierra y quedó sobrecogido de temor por haber tenido la osadía de burlarse de hombre tan grande. Y todos los que lo habían acompañado a ver al hombre de Dios, cayeron consternados en tierra. Al levantarse, no se atrevieron a acercársele, sino que, volviéndose a su rey, le contaron temblando con qué prontitud habían sido descubiertos.
 
Cap. 15: LA PROFECÍA PROFERIDA ACERCA DEL MISMO REY TOTILA.
1. Entonces el rey Totila fue personalmente a ver al hombre de Dios. Cuando de lejos lo vio sentado, no se atrevió a acercarse y se postró en tierra. El hombre de Dios le dijo dos o tres veces: “Levántate”. Pero él no se animaba a levantarse en su presencia. Entonces Benito, el servidor del Señor Jesucristo, se dirigió él mismo hacia el rey que permanecía postrado. Lo levantó del suelo, lo reprendió por sus acciones y en pocas palabras le anunció todo lo que le iba a suceder, diciendo: “Estás haciendo mucho daño, y mucho daño ya has hecho. Reprime por fin de una vez tu maldad. Entrarás por cierto en Roma y atravesarás el mar, reinarás durante nueve años y al décimo morirás”. 2. Al oír estas palabras el rey quedó visiblemente aterrado. Pidió la oración de Benito y se retiró, y desde aquel momento fue mucho menos cruel. Poco tiempo después entró en Roma, llegó luego a Sicilia y al décimo año de su reinado, por disposición de Dios omnipotente, perdió el reino junto con su vida.

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