“Otro de los milagros indica cómo asume Benito su
responsabilidad socio-política. Un godo llamado Zalla oprime a muchos
campesinos en los alrededores del monasterio. Cuando, en una oportunidad,
atormenta casi hasta la muerte a un campesino para que le entregue por fin su
patrimonio, el campesino no puede ayudarse sino con la excusa de que ha
entregado sus bienes a Benito. Zalla le encadena y lo lleva a empujones hasta
Benito. El godo se pone a gritar a Benito pero éste no pierde su tranquilidad.
Mira las cadenas del campesino, y éstas caen por tierra. El hecho conmueve al
cruel godo, que cae a los pies de Benito y le pide que ore por él. Benito le da
un pan consagrado en la esperanza de que abandone su furia cruel. El godo deja
en libertad al campesino y modifica a partir de entonces su injusto
comportamiento. Benito no esboza un programa político pero, en su inequívoca
claridad, repercute en forma transformadora en la situación social y política. A
su manera, se hace cargo de su responsabilidad por el mundo. Y, por lo visto,
la situación social y política de la población en torno al monasterio mejora en
forma decisiva gracias a su intervención” (Anselm Grün, Benito de Nursia, Espiritualidad enraizada en la tierra, Herder,
Barcelona, 2003, pp.29-30)
“Benito, en ese momento, está sentado a la entrada del
monasterio, leyendo… Benito no se deja intimidar, ni siquiera por gente cruel. Debido
a su paz interior, es más fuerte que aquellos que se enorgullecen ante él y se
las dan de poderosos. Benito, por encima de las apariencias, percibe al hombre
débil que se ve en la necesidad de pasar por fuerte porque su debilidad y baja
autoestima le dan miedo. Sostiene con calma la mirada del otro, y su mirada
obra en el primero la liberación de sus ataduras y en el otro la conversión. Aquí,
Benito ayuda a alguien que vive en una situación de injusticia, acosado por
quien ha usurpado el poder para sí, sin ningún derecho. En este caso la
actuación de Benito tiene dimensiones sociales y políticas. Su monasterio está
situado en medio del mundo, a pesar de que, primero, hay que subir una montaña
para llegar hasta él. Benito toma en cuenta la situación política. Ya lo ha
hecho en el encuentro con el rey Totila. Desde el encuentro con Benito, Totila
gobierna de manera diferente. Se muestra menos cruel. El godo Zalla ya no se
atreve a exigirle a este campesino nada sin una justificación. Frente a los
explotadores y tiranos, Benito toma una posición clara. Pero no pierde la
esperanza en ninguno. Los amonesta, y ora por ellos. Espera algo bueno de ellos.
No piensa que ya no hay nada que hacer. A Zalla le da pan bendito. Confía en
que el bien que le hace le cambie el corazón y le motive a actuar de manera
diferente. El éxito le da la razón… Las ataduras del oprimido caen” (Anselm
Grün, Hacia la plenitud, El camino de san
Benito, Abad, Monte Casino-ECUAM, Zamora, 1997, pp. 71-72).
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