De las Homilías sobre los Evangelios:
“El Señor,
a los que venimos a Él ha mandado que renunciemos nuestras cosas, porque todos
los que venimos a la palestra de la fe tomamos a nuestro cargo el luchar contra
los espíritus malignos; ahora bien, los espíritus malignos nada poseen en este
mundo: por consiguiente, con ellos desnudos debemos luchar nosotros desnudos;
porque, si uno que esta vestido lucha con quien está desnudo, pronto será
echado a tierra, porque tiene por donde ser asido… luego quien corre a luchar
contra el diablo debe despojarse de los vestidos para no sucumbir; nada de este
mundo posea con amor; no se procure de las cosas temporales deleite alguno, no
sea que por cubrirse con el apetito, tenga de donde ser sujetado para caer”.
“De
dos maneras se carga con la cruz: o afligiendo el cuerpo con la abstinencia o
afligiendo el alma con la compasión hacia el prójimo”.
De las
Homilías sobre Ezequiel:
“…en la vida
contemplativa tiene el alma una grande lucha cuando se eleva a lo celestial,
cuando tiende el ánimo a las cosas espirituales, cuando pone su empeño en
sobreponerse a todo lo que corporalmente se ve, cuando se angustia por dilatarse.
Es verdad que a veces vence las tinieblas de su ceguera y llega a dominar las
que se le oponen, y así logra como furtiva y tenuemente algo de la luz
infinita; pero, con todo, pronto vuelve a sí misma, llagada; y de aquella luz a
la que, alentada, pasó, vuelve gimiendo y llorando a las obscuridades de su
ceguera. Lo cual está bien figurado en la historia sagrada que narra la lucha
de Jacob con el ángel (Gen 32), pues,
cuando volvía a sus padres propios, topó en el camino con el ángel, con el cual
libró una gran lucha. Pues bien, el que lucha en una contienda, a veces se
halla superior, a veces inferior a aquel con quien lucha. Luego el ángel del
Señor y Jacob, que contiende con el ángel, figuran el alma de cada cual de los
perfectos, puestos a la contemplación. El alma, cuando pone su empeño en
contemplar a Dios, como puesta en una contienda, a veces como que vence, porque
se deleita entendiendo y sintiendo algo de la luz infinita; y a veces sucumbe,
porque, aun deleitándose, de nuevo desfallece. Y como que es vencido el ángel
cuando Dios es aprendido interiormente en el entendimiento”.
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