Lo que es el esposo para su elegida,
El soberano en su reino,
El guardia que vela sobre la mansión.
Lo que es su timón al piloto,
Esto, Señor, tú lo eres para mí.
Lo que es la fuente al jardín,
Y el cirio en la luz,
Y el tesoro en el cofre,
Y lo que es el maná en el arca,
Esto, Señor, tú lo eres para mí.
Lo que es el rubí sobre el anillo,
Lo que es la miel en el panal,
Y la luz en la linterna,
Y la mamá en la casa,
Esto, Señor, tú lo eres para mí.
Lo que es el sol en la sombra,
Y la imagen en el espejo,
Lo que es el higo en la rama,
Lo que es la rosa al césped,
Esto, Señor, tú lo eres para mí.
[H. Suso, en :
J. Wu, Le Carmel intérieur, Paris, Casterman, 1956, p.211]
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