Cantar
sabiamente el “Acatistos al dulcísimo Jesús”[1]
“Existe todavía…-escribió el Cardenal Spidlik-
entre los Bizantinos, un ‘Oficio a Jesús dulcísimo’ que es anterior al Jubilus (Dulcis Iesu memoria[3])
de San Bernardo…[4]”[5].
Nosotros, que queremos aprender a “orar con el espíritu y también con la
inteligencia, cantar himnos con el espíritu y también con la inteligencia” (1 Cor 14, 15), nos proponemos cantar
sabiamente, celebrando y saboreando,
este himno litúrgico oriental, siguiendo el camino de la lectio divina[6]:
1) leyendo-oyendo atentamente el texto, por eso copiamos la versión del Acatistos al dulcísimo Jesús subida a: http://theoesis.blogspot.com.ar/2012/07/acatistos-al-dulcisimo-jesus.html[7], y en nota al pie colocamos las diferencias, aunque
sean mínimas, con otras traducciones[8]
para apreciar las tonalidades y matices;
2) meditando-rumiando gustosamente el contenido, por lo que
colocamos algunos títulos, subrayamos posibles puntos para la meditación-colación,
e indicamos otros textos bíblicos como ecos;
3) orando-dialogando silenciosamente,
engrandeciendo nuestro deseo del Dulce Jesús, para que recupere su centralidad
en nuestra vida.
Dos textos muy
bellos, uno del magisterio contemporáneo y otro de la tradición patrística, nos
proporcionan el suelo y el cielo para nuestro caminar:
“El
monaquismo, de modo particular, revela que la vida está suspendida entre dos
cumbres: la Palabra de Dios y la Eucaristía…La Palabra de Dios es el punto
de partida del monje, una Palabra que llama, que invita, que interpela
personalmente, como sucedió en el caso de los Apóstoles. Cuando la Palabra toca
a una persona, nace la obediencia, es decir, la escucha que cambia la vida.
Cada día el monje se alimenta del pan de la Palabra. Privado de él, está casi
muerto, y ya no tiene nada que comunicar a sus hermanos, porque la Palabra es
Cristo, al que el monje está llamado a conformarse. Incluso cuando canta con sus
hermanos la oración que santifica el tiempo, continúa su asimilación de la
Palabra. La riquísima iconografía litúrgica, de la que con razón se
enorgullecen todas las Iglesias del Oriente cristiano, no es más que la
continuación de la Palabra, leída, comprendida, asimilada y, por último,
cantada: esos himnos son, en gran parte, sublimes paráfrasis del texto bíblico,
filtradas y personalizadas mediante la experiencia de la persona y de la
comunidad. Frente al abismo de la
misericordia divina, al monje no le queda más que proclamar la conciencia de su
pobreza radical, que se convierte inmediatamente en invocación y grito de
júbilo para una salvación aún más generosa, por ser inseparable del abismo de
su miseria. Precisamente por eso, la invocación de perdón y la glorificación de
Dios constituyen gran parte de la oración litúrgica. El cristiano se halla
inmerso en el estupor de esta paradoja, última de una serie infinita, que el
lenguaje de la liturgia exalta con reconocimiento: el Inmenso se hace límite;
una Virgen da a luz; por la muerte, Aquel que es la vida derrota para siempre
la muerte; en lo alto de los cielos un Cuerpo humano está sentado a la derecha
del Padre. En el culmen de esta experiencia orante está la Eucaristía...”[9].
“Me parece que son cuatro las
partes de la oración que me toca describir y que hallo dispersas en las
Escrituras, y a cuyo modelo debe cada cual reducir, como a un todo, su propia
oración. Estas son las partes de la oración. Según la capacidad de cada cual,
al principio y como en el exordio de la oración, hay que dar gloria a Dios, por Cristo
coglorificado, en el Espíritu Santo coalabado. Después, cada cual debe situar
la acción de gracias universal por los beneficios
concedidos a la comunidad y luego las gracias recibidas de Dios. A la acción de
gracias parece oportuno le suceda la dolida
acusación ante Dios de sus propios pecados y la petición, en primer
lugar, de la medicina que lo libere del hábito y de la inclinación al pecado, y
luego, del perdón de los pecados cometidos. En cuarto lugar y después de la
confesión me parece que ha de añadirse la súplica implorando los
magníficos bienes celestiales tanto para sí mismo, como para toda la
comunidad humana, para los familiares y para los amigos. Y por encima de todo
esto, la oración debe finalizar por la glorificación de Dios, por Cristo, en el
Espíritu Santo. Pues es justo que una oración que comenzó por la glorificación,
con la glorificación termine, alabando y glorificando al Padre de todos, por
Jesucristo, en el Espíritu Santo, a quien sea la gloria por los siglos”[10].
I.
DULCE JESÚS, CREADOR Y SEÑOR
Kontakion[11]
1. Oh Guía, defensor en la lucha[12].
Señor, vencedor del infierno[13],
ya que me has salvado[14]
de la muerte eterna canto tu alabanza[15],
yo, tu criatura, tu siervo. Tú, cuya misericordia no tiene límite[16],
libérame hoy de todo peligro[17],
Tú, a quien yo invoco[18]:
Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí[19].
Ikos 1. Oh Creador de los ángeles y Señor de las potencias del cielo[20],
Tú que has abierto el oído y dado la palabra al sordomudo, ilumina mi espíritu
y desata mi lengua para que pueda alabar a Tu Nombre purísimo y dirigirme a Ti
con este canto[21]:
Jesús,
Señor muy amado[28],
cumplimiento de los profetas.
Jesús,
Tú eres desde siempre[40],
salvación de los pecadores.
Jesús,
Hijo de Dios, ten piedad de mí[41].
- Invocación Inicial. Oración completa de glorificación de Dios, acción de gracias, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
- Relación personal (yo-Tú) del orante (persona-comunidad) con el Señor. El orante: salvado, redimido, rescatado, criatura y siervo, débil y en peligro. Jesús: Hijo de Dios, Creador del universo y Señor de la Historia, Guía por el camino, Defensor-Triunfador en la lucha espiritual y Misericordia sin límite. Súplica pidiendo: líbrame, sálvame, ilumíname y desata, en el tiempo presente (“líbrame hoy”), porque ya ha experimentado la misericordia de Dios (“me has salvado de la muerte eterna”). Cada invocación reúne un doble título, uno referido al Señor en sí mismo y el otro a la creatura. Glorificación y santificación de toda la creación (ángeles y potencias del cielo, hombres), de la Historia de la Salvación (padres, patriarcas, reyes, profetas) y de la Iglesia (mártires, monjes, sacerdotes, santos, vírgenes y pecadores).
- Misterio de Jesucristo en su dimensión pascual: Lucha, Muerte e Infierno. Jesús es el vencedor de todos nuestros obstáculos (pasiones, pecado, muerte) en la lucha espiritual para conducirnos a la unión con Dios.
- Icono narrativo de la curación del sordomudo (Mc 7, 31-37): La comunidad (Iglesia) presenta al sordomudo. Jesús lo separa de la multitud (ruidos, voces, gritos) y lo lleva aparte para imponerle las manos, tocarlo. Lectio Divina y Opus Dei: primero pone los dedos en el oído (mente) abriéndolo para escuchar la palabra (“dado la palabra”), y luego con su saliva toca la lengua confusa desatándola para cantar la alabanza (Cf. Sal 50,17) al Santo y Dulce Nombre: Jesús. Referencias al bautismo: “ilumina mi espíritu” y rito del “efatá”.
- Textos bíblicos: Apocalipsis 19, 11-16; Isaías 35, 1-10; Mateo 15, 29-31.
[1] Este material puede utilizarse también en retiros
espirituales, jornadas de oración, días de desierto personales o comunitarios (Cf. Apéndice).
[2] Abadía Cristo Rey, El
Siambón, Tucumán, Argentina. Congregación Benedictina de la Santa Cruz del Cono
Sur.
[3] Cf. P. E.
GÓMEZ, “Dulcis Iesu Memoria:
El dulce método de la teología monástico medieval”, en Cistercium 254 (2010), pp. 169-224; Cistercium 259 (2012), pp. 81-132.
[4] Título de un
artículo de S. SALAVILLE, RAM 25 (1949), pp. 247-259.
[5] T. SPIDLIK, “La
vida en Dios” (http://ermitaniourbano.blogspot.com.ar/2009/01/la-vida-en-dioscardenal-toms-spidlik-sj.html).
[6] Cf. BENEDICTO XVI,
Exhortación postsinodal Verbum Domini 87.
[7]file:///C:/Users/Usuario6788/Desktop/EL%20Santo%20Nombre_%20Akathistos%20a%20Jes%C3%BAs,%20Nuestro%20Se%C3%B1or.html
[8]Akathistos a nuestro dulce
Señor Jesucristo, http://issuu.com/akathistoscomarca/docs/a_nuestro_dulce_senor_jesucristo_pd, (A); Akatisto a nuestro
dulcísimo Señor Jesucristo, Publicaciones del Monasterio Ortodoxo Lavra Mambré,
Lago Azul, Lago de Amatitlán, Villa Nueva, Guatemala, 2000, http://hogarafaelayau.org/cms/media/download_gallery/Publicaciones/B._Akatisto_a_Nuestro_Dulcisimo_Senor_Jesucristo.pdf , (B).
[9] JUAN PABLO II, Carta Apostólica “Orientale
Lumen” 10.
[10] ORÍGENES,
Sobre la oración, ns. 31-33.
[11] Kontakion
(Griego: κοντάκιον) es un tipo de himno de ortodoxo. El término deriva de la
palabra griega κόνταξ (kontax, "palo"), el eje en el que se
enrolla el pergamino. Esto describe el modo en el que las palabras aparecen
cuando se lee el rollo. La palabra se usaba para describir una forma de poesía
bizantina cuyos orígenes datan del siglo VI, compuesta de versos o οικοι (ikoi,
"casas").
[12] Conductor audaz (A), A
Ti, Líder triunfante y Señor (B).
[13] Hades (B).
[14] Porque me libraste (A).
[15]Te dedico este Himno de Alabanza (A), Te ofrezco un canto de alabanza
(B).
[16] Porque tú tienes una
misericordia indecible (A), y por Tu inefable bondad amorosa (B).
[17] Sálvanos de todos los males (A).
[18] Te invocamos (A), para
que pueda implorarte (B).
[19] Oh Jesús Hijo de Dios:
ten piedad de nosotros (A).
[20] De los Ejércitos (B).
[21] Abre nuestra mente
incapaz y nuestra lengua para alabar tu nombre purísimo, como una vez abriste
los oídos y la lengua aquel que era sordo y mudo, para que con nuestra voz te
podamos invocar (A),…desde antaño abriste el oído y la lengua del que estaba
sordo y mudo, abre ahora mi mente y lengua confusas para alabar Tu Santísimo
Nombre, para que pueda clamar a Ti (B).
[22] Maravilloso (A).
[23] Asombro (A).
[24] Fortaleza (A),
Poderosísimo (B).
[25] Salvador de los
antepasados (A), Libertador de los Antepasados (B).
[26] Dulce (A), Dulcísimo (B).
[27] Orgullo (A), Exultación
(B). Se agrega: Jesús glorioso, sustento de los reyes (A).
[28] Amadísimo (A), Muy
deseado (B).
[29] Venerable (A),
Alabadísimo (B).
[30] Salvador (A), Constancia
(B).
[31] Silencioso (A), Muy
gozoso (B).
[32] Consuelo de los
Monásticos (B).
[33] Piadoso (A), muy
compasivo (B).
[34] Presbíteros (B).
[35] Misericordioso (A),
Misericordiosísimo (B), Jesús dulce (A), Muy tierno (B). Se agrega: resistencia de los hambrientos(A), Abstinencia de los que ayunan (B).
[36] Fulgor (A).
[37] Tus similares (A), Gozo
de los Justos (B).
[38] Honorable (A).
[39] Castidad (A), Sobriedad
(B).
[40] Eterno (A).
[41] Ten piedad de nosotros
(A).
Pedro Edmundo Gómez, osb.
(Texto íntegro publicado en "Cantar
sabiamente el Acatistos al dulcísimo Jesús”, Nova et Vetera 81-82 (2016), pp.
199-227).
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