DULCE JESÚS, SALUD Y LUZ
K. 11. Te ofrezco, yo indigno, un himno lleno de ternura y de arrepentimiento.
Como la cananea te llamo: “¡Jesús, ten piedad de mí!”. Cúrame, Jesús, a mí que
te grito[1]:
Aleluya.
I. 11. Pablo, que hasta aquel momento te perseguía, obedece al poder de la voz que
lo ilumina del conocimiento divino y se convierte al instante. Así también
Señor -Luz que ilumina a quien está en las tinieblas de la ignorancia- ilumina
los ojos oscurecidos de mi alma que te invoca[2]:
Jesús, Dios invencible en tu
fuerza[3].
Jesús, Señor omnipotente e
inmortal[4].
Jesús, Creador resplandeciente de
gloria[5].
Jesús, guía seguro[6].
Jesús, Pastor infatigable en tu
ternura[7].
Jesús, Salvador muy compasivo[8].
Jesús, ilumina a mis sentidos
cegados[9] por las
pasiones.
Jesús, cúrame, que estoy
desfigurado por el pecado[10].
Jesús, defiende mi corazón de los
malos deseos[11].
Jesús, Hijo de Dios, ten piedad
de mí.
Mateo 15, 21-28, Hechos 9, 1-25.
Mateo 15, 21 Jesús partió de allí y se retiró al país
de Tiro y de Sidón. 22 Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región,
comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está
terriblemente atormentada por un demonio». 23 Pero él no le respondió nada. Sus
discípulos se acercaron y le pidieron: «Señor, atiéndela, porque nos persigue
con sus gritos». 24 Jesús respondió: «Yo he sido enviado solamente a las ovejas
perdidas del pueblo de Israel». 25 Pero la mujer fue a postrarse ante él y le
dijo: «¡Señor, socórreme!». 26 Jesús le dijo: «No está bien tomar el pan de los
hijos, para tirárselo a los cachorros». 27 Ella respondió: «¡Y sin embargo,
Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!». 28
Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu
deseo!». Y en ese momento su hija quedó curada. Cf. Marcos 7, 24-30.
Hechos 9, 1 Saulo, que todavía respiraba amenazas de
muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote 2 y le
pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de traer encadenados a
Jerusalén a los seguidores del Camino del Señor que encontrara, hombres o
mujeres. 3 Y mientras iba caminando, al acercarse a Damasco, una luz que venía
del cielo lo envolvió de improviso con su resplandor. 4 Y cayendo en tierra,
oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». 5 El
preguntó: «¿Quién eres tú Señor?». «Yo soy Jesús, a quien tú persigues, le
respondió la voz. 6 Ahora levántate, y entra en la ciudad: allí te dirán qué
debes hacer». 7 Los que lo acompañaban quedaron sin palabra, porque oían la
voz, pero no veían a nadie. 8 Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los
ojos abiertos, no veía nada. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. 9
Allí estuvo tres días sin ver, y sin comer ni beber. 10 Vivía entonces en
Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en una visión:
«¡Ananías!». El respondió: «Aquí estoy, Señor». 11 El Señor le dijo: «Ve a la
calle llamada Recta, y busca en casa de Judas a un tal Saulo de Tarso. 12 El
está orando y ha visto en una visión a un hombre llamado Ananías, que entraba y
le imponía las manos para devolverle la vista». 13 Ananías respondió: «Señor,
oí decir a muchos que este hombre hizo un gran daño a tus santos en Jerusalén.
14 Y ahora está aquí con plenos poderes de los jefes de los sacerdotes para
llevar presos a todos los que invocan tu Nombre». 15 El Señor le respondió: «Ve
a buscarlo, porque es un instrumento elegido por mí para llevar mi Nombre a todas
las naciones, a los reyes y al pueblo de Israel. 16 Yo le haré ver cuánto
tendrá que padecer por mi Nombre». 17 Ananías fue a la casa, le impuso las
manos y le dijo: «Saulo, hermano mío, el Señor Jesús –el mismo que se te
apareció en el camino– me envió a ti para que recobres la vista y quedes lleno
del Espíritu Santo». 18 En ese momento, cayeron de sus ojos una especie de
escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado. 19 Después comió algo y
recobró sus fuerzas. Saulo permaneció algunos días con los discípulos que
vivían en Damasco, 20 y luego comenzó a predicar en las sinagogas que Jesús es
el Hijo de Dios. 21 Todos los que oían quedaban sorprendidos y decían: «¿No es
este aquel mismo que perseguía en Jerusalén a los que invocan este Nombre, y que
vino aquí para llevarlos presos ante los jefes de los sacerdotes?». 22 Pero
Saulo, cada vez con más vigor, confundía a los judíos que vivían en Damasco,
demostrándoles que Jesús es realmente el Mesías. 23 Al cabo de un tiempo, los
judíos se pusieron de acuerdo para quitarle la vida, 24 pero Saulo se enteró de
lo que tramaban contra él. Y como los judíos vigilaban noche y día las puertas
de la ciudad, para matarlo, 25 sus discípulos lo tomaron durante la noche, y lo
descolgaron por el muro, metido en un canasto. Cf. 22, 3-16; 26, 9-18.
- Oración completa de glorificación de Dios, acción de gracias, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
- Relación personal del orante con el Señor. Los títulos de Jesús (ver: A, en notas al pie) precedidos del adjetivo posesivo mi, o nuestro. Orante: yo indigno, enfermo, ojos oscurecidos (cegados), desfigurado, atacado. Súplica: ilumina los sentidos (sentimientos) cegados por las pasiones, sana el cuerpo desfigurado por el pecado, y purifica la mente de los pensamientos vanos, protege (defiende, preserva) el corazón de los malos deseos. Grito e himno compungido, lleno de ternura y arrepentimiento.
- Misterio de Jesús: Médico y Salud. Hijo de David (Rey, Mesías) y Señor (Dueño, Pastor): “¡Que se cumpla tu deseo!”. Luz (Faro de luz), Señor, Maestro, que ilumina la “tiniebla (oscuridad) de la ignorancia” (“tenía los ojos abiertos, no veía nada”- “cayeron de sus ojos una especie de escamas y recobró la vista”).
- A) Icono narrativo de la curación de la hija de la mujer cananea (Mt 15, 21-28; Cf. Marcos 7, 24-30). La hija enferma (“atormentada por un demonio”) es el “cuerpo poseído de pasiones perversas, de un furor acuciante - carne poseída violentamente por las pasiones e inquieta por la cólera”. Pedido con una fe grande, insistente e inteligente. B) Ícono narrativo de la conversión de Saulo-Pablo (Hechos 9, 1-25; Cf. 22, 3-16; 26, 9-18), conversión de la “furia de su alma”. Lucha espiritual contra las pasiones, facultades desordenadas, deseos desorientados y sentimientos ofuscados que ciegan.
- Textos bíblicos: Juan 8, 12-18.
[1] Un himno compungido Te
ofrecemos (ofrezco – B), indignos, te imploramos (clamo – B) como la Cananea
(cananita – B), Oh Jesús: ¡ten piedad de nosotros! No tengo una hija, pero sí
un cuerpo poseído de pasiones perversas, de un furor acuciante (sino la carne
poseída violentamente por las pasiones e inquieta por la cólera – B). Danos la
sanación a quienes te invocamos (A).
[2] Oh brillante faro de luz
que alumbra a los que están en las tinieblas (oscuridad - B) de la ignorancia.
Pablo Te persiguió pero al ser iluminado por Tu luz y al percibir el poder de
Tu voz (sabiamente – B) divina, la furia de su alma fue mitigada. De igual
manera, ilumina los ojos de nuestra alma oscurecida cuando clamamos (A).
[3] Nuestro Rey fuerte (A),
mi Rey supremamente poderoso (B).
[4] Nuestro Dios potente,
nuestro Señor inmortal (A), mi Dios omnipotente, mi Señor inmortal (B).
[5] Nuestro Creador glorioso
(A), gloriosísimo (B).
[6] Nuestro buen Maestro (A),
mi Guía supremo en bondad (B).
[7] Nuestro Pastor generoso
(A), mi Pastor compasivo (B). Se agrega: Jesús, nuestro
Soberano benevolente (A), mi Amo
rico en misericordia (B).
[8] Nuestro Salvador
misericordioso (A), mi Salvador, Amigo del hombre (B).
[9] Nuestros sentimientos
ofuscados (A), oscurecidos (B).
[10] Sana nuestro cuerpo
penetrado por el pecado (A), sana mi cuerpo, herido por los pecados (B). Se
agrega: Jesús, purifica nuestra mente (A), limpia mi mente
(B), de los pensamientos vanos (A).
[11] Protege nuestro corazón
de la avara maldad (A), preserva mi corazón de deseos malignos (B).
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