“Brilla
el mediodía y la virgen Escolástica tiene un feliz reposo.
Entra en la alcoba:
pide los besos del Esposo, a quien ha amado de un modo único.
¡Con cuántos
gemidos y ardores del corazón ella buscó a su amado!
Movió los cielos con sus
lágrimas, y con grandes lluvias apaciguó el corazón de su hermano.
¡Qué gratos
coloquios, cuando Benito explica los gozos del cielo!
Arden los deseos y el
virginal Esposo provoca los suspiros del alma.
Ven hermosísima, esposa
amadísima, ven, serás coronada.
Dormirás entre lirios, abundarás en delicias y
serás embriagada.
Oh paloma de las vírgenes, tú que desde las riberas de los
ríos te acercas al palacio de la gloria.
Atráenos con tus perfumes,
apaciéntanos también con las riquezas de la gracia inmortal”.
Secuencia
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