lunes, 3 de noviembre de 2014

Imágenes, signos, símbolos

La Palabra de Dios apela a todo esto para que lo busquemos, para que crezca el ansia por medio de la búsqueda, y así comencemos a darnos cuenta que, más que buscar nosotros hemos sido buscados, más aún que encontrar nosotros hemos sido encontrados, más que el atisbo de alegría que podemos llegar a tener se han alegrado por nosotros aquellos que se encuentran en su Presencia.
De este modo se crece y va creciendo el ansia del encuentro, de un encuentro que ya no es esporádico, sino que tienda a durar.
Pero el tiempo de esta ‘duración’ no nos interesa; el punto, el centro de interés es la Presencia en sí, lo profundo a lo que se tiende es la comunión que se realiza por medio de la Presencia, aunque todo sea un modo de hablar, de decir, Presencia y comunión son dadas a la vez como única realidad –aquello señalado como más importante, y una vez dado no nos será quitado.
Templo, río que corre, ángel, medición, saneamiento, curación, testimonio, Dios único que actúa.
Imágenes, signos, símbolos.
Todo esto nos va hablando del último fin para el cual fuimos creados.
Y al ir viendo esto, dándonos cuenta; vamos descubriendo en realidad quienes somos, nos asentamos en la persona, y, como tal, vamos a un encuentro a ese Otro como persona.
Encuentro que aún no se tiene en plenitud, pero horizonte que se va avizorando. Recordemos aquello que nos dicen: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! (…), ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es” (1Jn. 3, 1a.2).
Ahí nos dirigimos, ¡vayamos!

P. Marcelo Maciel, osb.

No hay comentarios:

Publicar un comentario