Los campos están blancos para la cosecha,
El tiempo es corto
Y Dios nos apremia…
Tú quien pasas a la aventura
¿escucharás el llamado
Que te es lanzado?
¿Se
puede dejar podrir el trigo
Del que el Señor
Cubre la tierra?
¡Tantas vidas parecen perderse!
Dios tiene necesidad de ti
¿responderás?
En el corazón del hombre está depositado,
Frágil aún,
Una esperanza…
¿Sabrás reconocerla
Y cosechar este grano
De eternidad?
Este fruto del suelo, día tras día,
Dios lo nutre
De su luz…
Y la tierra en su ofrenda
Hará subir hacia Dios
La acción de gracias.
[Commission
francophone cistercienne, Guetteur de l’Aube, Paris, Desclée, p.29,
Traducción
del P. Marcelo Maciel, osb.]
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