Discernir el cuerpo
186.
La Eucaristía reclama la integración en un único cuerpo eclesial. Quien se
acerca al Cuerpo y a la Sangre de Cristo no puede al mismo tiempo ofender este
mismo Cuerpo provocando escandalosas divisiones y discriminaciones entre sus
miembros. Se trata, pues, de « discernir » el Cuerpo del Señor, de reconocerlo
con fe y caridad, tanto en los signos sacramentales como en la comunidad, de
otro modo, se come y se bebe la propia condenación (cf. v. 11, 29). Este texto
bíblico es una seria advertencia para las familias que se encierran en su
propia comodidad y se aíslan, pero más particularmente para las familias que
permanecen indiferentes ante el sufrimiento de las familias pobres y más
necesitadas. La celebración eucarística se convierte así en un constante
llamado para « que cada cual se examine » (v. 28) en orden a abrir las puertas
de la propia familia a una mayor comunión con los descartables de la sociedad,
y, entonces sí, recibir el Sacramento del amor eucarístico que nos hace un solo
cuerpo. No hay que olvidar que « la “mística” del Sacramento tiene un carácter
social » (Benedicto XVI, Deus caritas est (25 diciembre 2005), 14). Cuando
quienes comulgan se resisten a dejarse impulsar en un compromiso con los pobres
y sufrientes, o consienten distintas formas de división, de desprecio y de
inequidad, la Eucaristía es recibida indignamente. En cambio, las familias que
se alimentan de la Eucaristía con adecuada disposición refuerzan su deseo de
fraternidad, su sentido social y su compromiso con los necesitados”
(S. S. Francisco, Exhortación Apostólica Postsinodal
Amoris laetitia).
Amoris laetitia).
No hay comentarios:
Publicar un comentario