lunes, 21 de noviembre de 2016

Homilía del Abad Benito en la Solemnidad de Cristo Rey 2016, Fiesta patronal del monasterio

CRISTO REY
La Liturgia de la Palabra, distinta en cada uno de los tres ciclos, ilumina la realeza de Cristo desde distintos ángulos. Las de este año, ciclo C, que acabamos de escuchar nos contestan varias preguntas.
La primera lectura nos dice cuál es el fundamento de nuestra opción por Cristo Rey. “Nosotros somos de tu misma sangre”. Jesús es Rey porque es el Hijo de Dios que asumió nuestra naturaleza humana; y “se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó
y le dio el Nombre que está sobre todo nombre” (Fil 2,8-9) El Padre le da al Cristo Resucitado “el Nombre que está sobre todo nombre”; es decir proclama su divinidad y por lo tanto también su realeza. Jesús como David recibe el oráculo del Señor: “Tú apacentarás a mi pueblo” Cristo es Rey y Pastor.
La segunda lectura nos dice cuales son las consecuencias de esta opción por Cristo Rey: Herederos del Reino de Cristo; miembros de su cuerpo, la Iglesia; seguridad de nuestra resurrección. Según la carta a los Colosenses, somos miembros del Cuerpo de Cristo, que es Rey, por lo tanto reyes con él. Cristo es “el primero que resucitó de entre los muertos”. Nosotros que somos sus miembros hemos resucitado con él (Col 3,1). Para la carta a los Colosenses y también para la carta a los Efesios nuestra resurrección con Cristo no es sólo esperanza para el futuro sino realidad ya presente.
La tercera lectura nos dice quienes entran en su Reino. El conocido texto de Mateo 25 sobre el juicio final nos dice que entran en el Reino de Cristo los que lo reconocieron y sirvieron en los necesitados: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,  porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;  desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver". (Mt 25,34-36) Pero el texto de Lucas que se nos proclamó nos habla de otro que también entra en el Reino: el ladrón y asaltante crucificado con Jesús. El ladrón reconoció sus crímenes: “Nosotros sufrimos justamente (la crucifixión) porque pagamos nuestras culpas”. Pero al mismo tiempo lo proclamó Rey a Jesús y Rey rico en misericordia y perdón “Jesús acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”  Y Jesús aceptando que es Rey pronuncia la sentencia: “Yo te aseguro que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”
El asaltante arrepentido, el “buen ladrón”, además de proclamarlo Rey a Jesús, describe sin explicitarla la característica principal del Reinado de Jesús, es Rey misericordioso y por eso no lo llama Maestro o Señor sino que casi con exceso de confianza lo llama sencillamente por su nombre: Jesús. Y Jesús, dentro de los terribles dolores de la crucifixión, sin duda siente el consuelo y la alegría de ver la fecundidad de su sangre derramada, de su sangre redentora. Desde el trono humillante, pero glorioso de la cruz,
Jesús pronuncia la primera “canonización”:”Hoy estarás conmigo en el paraíso”
Nuestro Padre San Benito en el capítulo 4 de su Regla al hablar de las herramientas del combate espiritual pone como última “y nunca desesperar de la misericordia de Dios”  Abrumados por nuestros pecados, como el ladrón crucificado, no desesperemos de la misericordia de Dios y digámosle con él “Jesús acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”

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