¿Dónde estás, Señor,
Que no vemos tu rostro?
¿Qué no llega hasta nosotros,
La injusticia y la maldad
acampan alrededor nuestro;
la violencia y el ultraje
nos cercan por todos lados.
La ciudad fue destruida,
nuestras casas son escombros;
las familias, desplazadas,
han perdido su alegría.
Las risas de nuestros niños,
en llanto se han convertido,
y sus cantos infantiles
hoy son ayes y lamentos.
La tierra se llena de llanto y de
sangre,
y los violentos golpean al indefenso.
¿Es que no lo ves, Señor?
Derrama tu justicia sobre nosotros,
Dios y Señor nuestro.
Yo sé, Señor, que tú eres justo y Salvador
y que nos mostrarás nuevamente tu
rostro.
Recuerden que Él rasgó el Mar Rojo como
un manto,
y doblegó la soberbia del Faraón.
De nuevo te levantarás, Señor;
cantaremos
con gozo tu bondad,
y diremos eternamente:
“¡Nuestro Dios está en medio de nosotros”!
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