sábado, 26 de mayo de 2018

El monje, el mundo y los otros (Matta, El-Meskin)



Cristo en los santos cuarenta días ha salido del mundo por el mundo, se ha apartado de los discípulos por los discípulos… El monaquismo consiste en salir con Cristo del mundo por el mundo, en apartarse con Cristo de los hombres por los hombres. El monje no sale del mundo, si bien así le puede parecer, sino que en verdad y en realidad hace salir al mundo junto a él para presentarlo a Dios. Él no se aísla de las personas como piensa sino que se aparta para poder atraer a las personas hacia Dios… El monje, en su éxodo del mundo, en su apartarse respecto a los hombres, no puede percibir ni creer este salir junto al mundo o este ofrecer a los hombres a Dios, porque está concentrado sobre sí mismo, inclinado sobre sí, trabajando en el desarraigarse a sí mismo fuera del mundo. Pero si el monje logra realizar un verdadero éxodo del mundo, esto significará un elevarse por encima del mundo. Este trascender significa que él habrá adquirido la fuerza necesaria para atraer al mundo detrás de sí y ofrecerlo a Dios… Por esto, el monje que ha logrado su éxodo, es considerado poseedor de una estatura espiritual de altísimo valor humano y eclesial a causa de la rareza de aquellos que se han hecho dignos de esto… Sin embargo, esta energía, en esto que concierne a la diakonía de los otros y del mundo circundante, permanece en un estado de latencia. Es, en efecto, en el corazón del monje que ésta está obrando y solo en la esfera de su vida interior. Y es por este motivo que el monje puede aparecer como una persona egoísta que no se interesa por el otro sino por su salvación personal. Pero de improviso, cuando el monje alcanza, por medio de la gracia de Cristo, el estado de total conciencia de la plenitud de la estatura que le ha sido dada luego de su salida del mundo, empieza a desbordar, derramando sobre los otros cuanto le es dado de la plenitud de tal estatura espiritual infinita en Cristo. Sin embargo, incluso allí donde el monje maduro y perfecto en su éxodo y en su aislamiento, ha alcanzado tal estado y  obtenido la plenitud de la estatura de Cristo mediante esta experiencia única… a tal monje no le es pedido nada más que su permanecer en un estado de potencia para dar y sacrificarse sin moverse de su lugar. La invitación a la acción no necesita, en efecto, de un trasladarse al mundo o de un descender en medio de los hombres. El monje, si es bien consciente de su plenitud en Cristo, es capaz de atraer al mundo a sí y de elevar a los hombres al plano al cual ha llegado sin moverse un solo paso del lugar de su soledad.

La experiencia de Dios en la vida del monje, Texto tomado de: http://theoesis.blogspot.com.ar/

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