sábado, 8 de septiembre de 2018

ACATISTOS AL DULCISIMO JESÚS (IV)

DULCE JESÚS, HIJO DE DIOS E HIJO DE DAVID

K. 4. Asaltado interiormente por una tempestad[1] de duda[2], Pedro se hundía. Cuando te ve presente corporalmente caminando sobre las aguas[3], te reconoce[4] verdadero Dios, y aferrándose a la mano que salva dice[5]: Aleluya.

I.4. El ciego te siente pasar, Señor, y se pone a gritar[6]: “¡Hijo de David, ten piedad de mí!”. Llamándolo, Tú le devolviste la vista[7]. Del mismo modo, en tu ternura[8], ilumina los ojos[9] de mi[10] corazón, a mí que te grito, diciendo[11]:

Jesús, Creador de los ángeles[12].

Jesús, Redentor de los hombres[13].

Jesús, vencedor[14] del infierno[15].

Jesús, Tú has revestido de belleza a toda criatura[16].

Jesús, reanima mi alma[17].

Jesús, ilumina mi inteligencia[18].

Jesús, colma de gloria mi corazón[19].

Jesús, da la salud a mi cuerpo[20].

Jesús, mi Salvador, sálvame[21].

Jesús, mi luz, ilumíname[22].

Jesús, de todo tormento, libérame[23].

Jesús, sálvame, aunque sea indigno[24].

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí[25].



Mateo 14, 22-33, Marcos 10, 46-52.

Mateo 14, 22 En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. 23 Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. 24 La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. 25 A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. 26 Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. 27 Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman. 28 Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua». 29 «Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. 30 Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame». 31 En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?». 32 En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. 33 Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios». Cf. Marcos 6, 45-53; Juan 6, 15-21.

Marcos 10, 46 Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo –Bartimeo, un mendigo ciego– estaba sentado junto al camino. 47 Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!». 48 Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!». 49 Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Animo, levántate! El te llama». 50 Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. 51 Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?. El le respondió: «Maestro, que yo pueda ver». 52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino. Cf. Lucas 18, 35-43.



  1. Oración de glorificación de Dios, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
  2. Relación personal del orante con el Señor. Jesús: Hijo de Dios, Verdadero Dios (Encarnado) e Hijo de David (Mesías), Maestro. El orante se identifica con las dudas (negaciones) de Pedro, que ve corporalmente, y la ceguera de Bartimeo, que oye pasar a Jesús.
  3. Misterio de Jesús: Creador-cielo, Redentor-tierra, Vencedor-infierno. Belleza, Vida, Consuelo, Luz, Gloria, Alegría y Salud. El orante: criatura, alma, inteligencia, corazón y cuerpo, que pide: ser reanimado, iluminado, colmado de gloria, sanado, salvado, iluminado y liberado (“¿qué quieres que haga por ti?... Maestro, que yo pueda ver”). Ora desde la totalidad de su ser, realidad, a pesar de la oposiciones y contradicciones.
  4. A) Icono narrativo de Jesús que camina sobre las aguas (Mt 14, 22-33; Cf. Marcos 6, 45-53; Juan 6, 15-21) y Pedro que camina, se hunde y es salvado de las aguas (Cf. Sal 68, 2-4). La vida, en sus crisis, con sus problemas, es como la barca en la tempestad. El temor los hace pensar que es un fantasma. Mano salvadora de Jesús. Mientras tuvo su mirada fija en Jesús pudo caminar sobre las aguas. B) Icono narrativo de la curación del ciego Bartimeo (Mc 10, 46-52; Cf. Lucas 18, 35-43): El orante está sentado al borde del camino pidiendo limosna cuando pasa Jesús y lo que recibe es reprensión (desánimo) de la multitud. Jesús lo escucha. Los discípulos llaman y animan. Vocación e iluminación. Confianza, renuncia al manto. El orante: grito, fe, diálogo y visión. Camino del seguimiento y seguimiento del Camino. Mano salvadora de Jesús que sana tocando los ojos, como antes los oídos y la lengua en las estrofas anteriores.
  5. Textos bíblicos: Mateo 26, 69-75; 20, 29-34.

[1] Interior (A).
[2] Bajo la tempestad interior de pensamientos dudosos (B)
[3] Pero al contemplarte caminar hecho hombre sobre las aguas (A), Pero contemplándote, oh Jesús, en la carne y caminando sobre las aguas (B).
[4] Supo (B).
[5] Y al recibir la mano de la salvación, clamó (A), y acogiendo la mano de la salvación, clamó (B).
[6] Cuando, pasando por el camino, el hombre ciego Te escuchó, imploró (A), Cuando el hombre ciego Te escuchó, oh Señor, pasando por el camino, clamó (B).
[7] Tú lo llamaste y abriste sus ojos (A), Y Tú lo llamaste y le abriste los ojos (B).
[8] Con Tu bondad (A), Por Tu misericordia (B).
[9] Espirituales (B).
[10] Nuestro (A).
[11] Te invocamos y exclamamos (A), mientras clamo a Ti, diciéndote (B).
[12] De aquellos en lo alto (B).
[13] Aquellos abajo (B).
[14] Destructor (A).
[15] De los poderes más bajos (B).
[16] Ornamento de toda la creación (A), Adorno de cada criatura (B).
[17] Consuelo de nuestra alma (A), Consolador de mi alma (B).
[18] Luz de nuestro intelecto (A), Iluminador de mi mente (B).
[19] Alegría de nuestro corazón (A), Alegría de mi corazón (B).
[20] Salud de nuestro cuerpo (A).
[21] Salvador nuestro, sálvanos (A).
[22] Luz nuestra, ilumínanos (A).
[23] Mantennos alejados de los tormentos (A).
[24] Sálvanos, aunque somos indignos (A), que soy indigno (B).
[25] Ten piedad de nosotros (A).

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