Ve rápido, María, reúne a mis discípulos.
Yo tengo en ti una trompeta de voz potente:
Suena un canto de paz
A las temerosas oídos de mis amigos ocultos,
Despiértalos a todos como de un sueño,
A fin que ellos vengan a mi encuentro
Y que alumbren como antorchas.
Ve a decirles: “El esposo se ha despertado, saliendo de la tumba,
Sin nada dejar dentro de la tumba.
Expulsad, Apóstoles, la tristeza mortal, pues se ha
despertado,
Aquel que orece a los hombres caídos la resurrección”.
[Romanos le Mélode. Hymne XL, 12; S. Ch. 128, p.401]
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