HOMILÍA DEL ABAD BENITO EN LA MISA DE NOCHE BUENA 2014
Los israelitas del tiempo de Isaías lo escucharon
proclamar: “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz… Tú
has multiplicado la alegría… porque el yugo que pesaba sobre él lo has
destrozado… <porque un Niño nos ha nacido… Y habrá una paz sin fin… lo
sostendrá por el derecho y la justicia desde ahora y para siempre. El celo del
Señor de los ejércitos hará todo esto”.
Pero los oyentes de Isaías estaban viviendo otra cosa,
podríamos decir que estaban viviendo todo lo contrario; pero tenían una salida:
esperar que el Niño creciera, el anuncio era para el futuro.
Pero nosotros después de dos mil años de que “un Niño nos
ha nacido, un Hijo nos ha sido dado” ¿Qué vemos?
· La locura del Estado Islámico, contra todo lo
que enseña clarísimamente el Corán…
· Africanos que en situación desesperada
en su patria huyen con lo puesto hacia Europa; la mayoría se ahoga en el mar y
los pocos que llegan a las costas europeas son rechazados por un egoísmo
asesino.
· Mujeres y niños condenados a la prostitución o
a trabajos forzados en muchas naciones del mundo, incluida nuestra patria.
· Aquí en Argentina: corrupción en todos los
niveles, narcotráfico que amenaza con la destrucción del país, trata de
blancas. Fíjense: no hay acuerdo sobre el nombre de los culpables; pero todos,
tanto el gobierno como la oposición y el ciudadano común estamos de acuerdo de
que esto existe. “Yo no soy es el otro”.
No
podemos esperar otros dos mil años para que se cumpla la profecía de Isaías.
Tampoco
podemos celebrar la Navidad como una alienación. Como un condenado a muerte que
se duerme unos minutos y sueña con que está libre, o como una madre que al día
siguiente de enterrar a su bebé al conciliar por unos instantes un breve sueño
lo ve abriendo sus bracitos pidiendo una caricia…
NO, el análisis que hicimos del presente de la humanidad es cierto. ¿Es cierta la profecía de Isaías y para cuando?
Volvamos al análisis de la realidad. Las masacres del Estado Islámico. Son horribles; como fue horrible la muerte de los “santos inocentes”; primeros mártires que celebra la Iglesia y no eran “cristianos” como no son cristianos muchos de los mártires victimas del Estado Islámico. El Papa Francisco habla del “ecumenismo de la sangre, del martirio” Esa sangre ya ha dado frutos importantes: La declaración oficial y pública de los “teólogos” y jefes de estado musulmanes que afirma que perseguir a otras religiones no puede pretender basarse sobre el Corán. Paso importante para asegurar la futura paz mundial.
Los inmigrantes, expulsados de su patria, otro crimen horrendo; pero con antecedentes en la Primera Navidad: San José y la Virgen siguen protegiendo e intercediendo por los expatriados. El grito de alerta del Papa en Lampedusa está sacudiendo la conciencia de Europa y tendrá repercusiones en casos similares.
La explotación de mujeres y niños… La reacción positiva se está dando, aunque muy lenta. El niño de Belén es el que dirá cuando grande: “al que escandaliza a uno de estos niños…”
La corrupción en la política en nuestra patria… El Papa Francisco en la Evangelii Gaudium nos dice que esta situación puede ser superada: “La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosa de la caridad, porque busca el bien común”. (205).
El evangelio de Lucas que se ha proclamado nos invita a una adoración silenciosa junto a María: “Le llegó el tiempo de ser madre y María dio a luz a su Hijo primogénito , lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”
El evangelio de hoy nos invita a escuchar con los pastores la alegre noticia. “Gloria a Dios en las alturas. Y en la tierra paz a los hombres amados por Él.”
NOTICIAS DE LA COMUNIDAD
En las Primeras Vísperas de la Natividad del Señor comenzó el período del postulantado Claudio Fabian Ábrigos.
Dice nuestra Ratio Institutionis
75.
En la tradición monástica, de la que san Benito es deudor, el período de prueba
era más bien breve, de algunos días de duración. Se presentaba como una primera
instancia de discernimiento espiritual para poner a prueba la paciencia y la
perseverancia del aspirante: «No se reciba fácilmente al que recién llega para
ingresar a la vida monástica, sino que, como dice el Apóstol, “prueben los
espíritus para ver si son de Dios” (1 Jn 4,1). Por lo tanto, si el que viene
persevera llamando, y parece soportar con paciencia durante cuatro o cinco días
las injurias que se le hacen y la dilación de su ingreso, y persiste en su
petición, permítasele entrar, y esté en la hospedería unos pocos días». Con el tiempo dicha
probación se denominará postulantado y llegará a ser una etapa, la primera, del
camino de la formación monástica: «El noviciado canónico estará precedido por
un postulantado de un mínimo de seis meses y un máximo de dieciocho meses».
76.
El postulantado es una etapa preparatoria que permite verificar y clarificar el
deseo del candidato al igual que una serie de condiciones, tales como:
suficiente madurez humana y cristiana, la cual supone al menos la iniciación
sacramental, doctrinal y moral; cultura general básica, aunque habrá que tener
en cuenta la situación de los ambientes en los que el porcentaje de
escolarización es todavía bajo; equilibrio afectivo y, especialmente, sexual,
recurriendo eventualmente a un examen psicológico, salvaguardando la intimidad
de la persona; y capacidad para vivir en comunidad con una especial disposición
de apertura y disponibilidad a la Regla, al abad y al maestro de novicios.