martes, 27 de enero de 2015
lunes, 19 de enero de 2015
11 DE ENERO - FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR - CONCLUSIÓN ENCUENTRO INFANCIA SEMBRADORA
HOMILÍA DEL ABAD BENITO EN LA FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR
Queridos niños y jóvenes de la Infancia Sembradora. ¡Qué linda
fiesta litúrgica para concluir el Encuentro de la Infancia Sembradora: la
fiesta del Bautismo del Señor!
Vamos a ver cómo los textos bíblicos que acabamos de escuchar
iluminan sus vidas y su misión de sembradores.
Empecemos por el evangelio, la narración que nos hace San Marcos
del Bautismo de Jesús. Empieza por la confesión de Juan el Bautista. Él es el
Precursor, no es el Mesías. Desatar las cuerdas de las sandalias era tarea de
esclavos, de servidores. Su bautismo era simplemente un signo, símbolo de
arrepentimiento y conversión. Jesús quiso recibir ese bautismo no por sus
pecados, que no tenía, sino porque cargó con los nuestros. No era todavía el
bautismo-sacramento, el que recibimos nosotros, no era el bautismo “en el
Espíritu Santo”. Pero la revelación del cielo nos hace entender el “enganche”,
la relación con nuestro bautismo. Se abre el cielo, el Espíritu Santo desciende
sobre Jesús como una paloma y se oye la voz del Padre que le dice: Tú eres mi
Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección”.
Queridos niños, sobre ustedes también, el día de su bautismo,
descendió el Espíritu Santo y el Padre Dios les dijo: “Sos mi hijo, te quiero
mucho”.
El hijo tiene derecho de esperar de sus padres el alimento. La
madre le da el pecho a su bebé, papá y mamá alimentan al hijo hasta que sea
grande. “Vengan todos a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga
dinero, venga también. Coman gratis su ración de trigo, y sin pagar, tomen vino
y leche”. Si están convencidos de que son hijos del Papito Dios tienen que
esperar con confianza el alimento que Él les va a dar; no sólo el alimento para
su cuerpo sino especialmente el alimento para su alma: la Palabra de Dios y los
sacramentos.
Para sembrar el sembrador necesita dos cosas: salud y la semilla.
La salud, la fuerza se la da el Papito Dios en la oración y los sacramentos y
la semilla es la Palabra de Dios que ustedes escuchan o leen en la Sagrada
Escritura.
El profeta Isaías al final de la primera lectura nos decía que así
como la semilla necesita del agua, de la lluvia, para nacer y crecer, así
también la semilla que ustedes van a sembrar necesita que Dios la haga fecunda.
¿Qué quiere decir esto? Que ustedes, Infancia Sembradora, van a sembrar, pero
que no van a estar solos. Dios está con ustedes y él les va a dar luz y fuerza
para sembrar y Él va a hacer que la siembra sea fecunda.
El mundo, la Iglesia, necesitan un cambio, con los niños y
los jóvenes comienza ese cambio. Las personas mayores, sus padres, la familia
son responsables de prepararlos para ese cambio; pero ese cambio no se hará sin
ustedes. Ustedes son ya sembradores, aunque todavía sean chiquitos.
Seguramente, en estos días del Encuentro, han hablado de esto. Jesús en el
evangelio nos invita a pedirle al Papito Dios lo que necesitamos; pídanle
hoy que los acompañe en la siembra, que puedan ver un cambio en
sus familias, en su barrio. Pídanle al Papito Dios, hoy en la fiesta del
Bautismo de Jesús, que les vuelva a decir lo que les dijo el día de su
bautismo: “Sos mi hijo, te quiero mucho”.
martes, 13 de enero de 2015
LA COMUNIDAD EN LA PROFESIÓN SIMPLE DE LA HNA. MARCELA DEL ROSARIO EN EL MONASTERIO MADRE DE LA UNIDAD (Santiago del Estero,Sábado 10 de enero de 2015)
HOMILÍA DEL ABAD BENITO
LECTURAS: 1 Jn 4,10-5,4 Lc 4,14-22
Querida Hna. Marcela los textos bíblicos que acabamos de proclamar
iluminan muy bien lo que estás viviendo: el origen de tu vocación monástica y
la misión que esta implica.
¿Dónde nació y dónde creció tu vocación monástica?
1° “Nosotros amamos porque Dios nos amó
primero”, nos primerió, le gusta decir al Papa Francisco. Pero ese amor que
Dios te tuvo y te tiene es fuente y sostén del amor de otras personas que te
amaron y te aman. En primer lugar tus padres, que fueron los transmisores de tu
primera vocación, la vocación a la vida; por su amor fuiste engendrada y con tu
amor te hicieron crecer no sólo en estatura sino también en sabiduría y gracia
(Lc 2,52).
Salteando otras mediaciones, que sin duda conoces muy bien, yo te
subrayo dos.
La primera: tus hermanas de este Monasterio de Madre de la Unidad.
Las comunidades son como el seno materno donde nace y crece toda vida. No
existe la comunidad perfecta, cada una tiene cualidades y defectos. Esta
comunidad que te recibió y engendró a la vida monástica, además de grandes
virtudes tiene una riqueza impagable: dolores, sufrimientos, momentos en que
parecía que todo terminaba, pero el Señor bendijo e hizo fecundo tanto dolor.
La segunda: la Congregación de la Santa Cruz del Cono Sur. Tu
enfermedad Suscitó en ella la gracia de compartir como hermanos. Crecimos
todos en el compromiso fraterno.
2° Tu misión. “El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque me ha consagrado por la unción”. El Señor te ha ungido en tu
bautismo, en tu confirmación y hoy te “unge”, “te consagra” con la profesión
monástica.
En primer lugar tenés que estar convencida de que antes de
enviarte, antes de darte la misión, el Señor hizo su obra en ti. No sos
vos la que toma la iniciativa. El Señor te envía porque te dio su “Espíritu”
que te guiará y fortalecerá. “El me envió a llevar la Buena Noticia” Misión de
buenas noticias, misión de esperanza y por eso misionera alegre. Llevar alegría
a los pobres; pobres de bienes materiales, pero son pobres también los que
carecen de horizontes. Tenés que preguntarte todos los días ¿Quién carece de
alegría? En primer lugar tenés que traer alegría a tu comunidad monástica. Las
tentaciones de tristeza son muchas: es una comunidad chiquita, con mucho
trabajo, sin nuevas vocaciones, con dificultades para una buena formación… Tú
desafío es encontrar motivos de alegría para vos y para tus hermanas .Las
razones para esperar son muchas, pero hay que descubrirlas…
“Él me envió a anunciar la liberación a los cautivos”. La vida
monástica es vida de libertad; libera de la esclavitud del pecado y de tantas
cadenas que el mundo nos ofrece. La vida monástica te hará libre y constructora
de liberación.
“A anunciar la vista a los ciegos”. La vida monástica te sumerge
en el misterio de Dios, desde el cual todo se hace luminoso; luz para vos y luz
para tus hermanos, luz para todo el que encuentres en tu camino.
“Y para proclamar un año de gracia del Señor”. Profeta de buenas
noticias, profeta de la “gracia” de la benevolencia de Dios porque la has
experimentado y la vives…
lunes, 5 de enero de 2015
SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR 2015
Epifanía del Señor,
ésta es nuestra celebración en la que somos puestos a la Luz.
En esta celebración se
nos presentan a la vez tres misterios.
Vamos cantando la
adoración de los Magos al Señor, su Bautismo en el Jordán y el milagro de las
bodas de Caná.
Y este canto va
precedido de la palabra HOY.
Una parte del sermón
6º sobre la Epifanía
de san León Magno dice así. “”estos hechos se perpetúan en su contenido místico
y lo que había empezado en figura, se acaba en verdad…Sin duda, ese día
pertenece al pasado, pero no hasta el punto de que la eficacia del misterio,
del que vio la revelación, haya caducado por completo, no hasta el punto de que
no haya llegado de ello hasta nosotros más que el recuerdo que conserva la fe y
venera la memoria. El don de Dios se renueva y nuestro tiempo realiza la
experiencia de las maravillas de las que el pasado tuvo las primicias”.
En todas las
celebraciones se nos abren los misterios, o mejor dicho el único misterio de
Cristo: su actualización pascual por nosotros.
Nuestra celebración
nos abre un camino en la profundización de esa pascua a través de este HOY, de esto que nos refería
san León Magno del “don de Dios que se renueva y nuestro tiempo realiza la
experiencia de las maravillas de las que el pasado tuvo las primicias”.
Entre esto y nuestro
modo de actuar existe una tensión vital que está a nuestra disposición el
tratar de desenvolverla, el tratar de ponerla en la realidad, para conformar
así el Reino de Dios.
Así, todo cristiano se
encuentra con que es un rey-mago de hoy día, en busca de la luz y guiado por
ella en su fe, arrastrando tras de sí a las naciones.
¿Qué nos aporta el
Bautismo en el Jordán, siendo que nosotros mismos hemos sido bautizados con el
Espíritu Santo? ¿Qué don de Dios se nos regala con el misterio de las Bodas de
Caná, ya que nosotros no tomamos un agua cambiada en vino, sino vino
transformado en Su Sangre?
En ese diálogo íntimo,
“en lo secreto; con tu Padre que ve en lo secreto”[1] se
nos dirá; sin palabras, lentamente, por medio de la Palabra , en una profunda
atención a la centellita del fondo del alma.
Allí tenemos que
permanecer, como Moisés que queriendo ver a Dios fue puesto en la hendidura de
la peña[2]; allí
“hasta que despunte el día y aparezca el lucero de la mañana en nuestros
corazones”[3].
P. Marcelo Maciel, osb
jueves, 1 de enero de 2015
HOSPEDERÍA MONÁSTICA: CONDICIONES, LA RECEPCIÓN DE LOS HUESPEDES
Condiciones para la reserva en nuestra hospedería:
a) Serán días de retiro y oración
en soledad y silencio, compartiendo la Eucaristía, momentos de oración, el
almuerzo y la cena con la comunidad. Con la posibilidad de una charla personal con
alguno de los monjes.
b) La reserva puede realizarse por
Te. 0381-4925000 o correo: monasteriocristorey@uolsinectis.com.ar.
Deberá fijar la fecha de llegada y de partida. El hospedero le informará si
esos días están disponibles.
c) Llegar por la mañana antes de
las 12,00 hs. y por la tarde entre las 15,00 y las 20,00 hs. para no alterar el
ritmo de vida de la comunidad.
d) Si viaja en Colectivo, la
empresa es El Simoqueño, en las primeras ventanillas y entre las plataformas 11
y 13 de la Terminal de Ómnibus.
e) Llenar la ficha de ingreso y
entregar al hospedero lo más pronto posible.
f) Las habitaciones son
individuales con baño privado. La cocina para el desayuno y la merienda se
comparte con los otros huéspedes.
g) En cada cuarto encontrará una
Biblia, material sobre la Lectio Divina
y la Regla de San Benito.
h) Traer sábanas y toallas.
i) Sobre el monto y la forma de
colaborar consultar con el Hno. Hospedero al realizar la reserva.
REGLA DE SAN BENITO, CAPÍTULO LIII
1 Recíbanse
a todos los huéspedes que llegan como a Cristo, pues Él mismo ha de decir:
"Huésped fui y me recibieron" (Mt 25,35). 2 A todos dése
el honor que corresponde, pero sobre todo a los hermanos en la fe y a los
peregrinos.
3 Cuando se
anuncie un huésped, el superior o los hermanos salgan a su encuentro con la más
solícita caridad. 4 Oren primero juntos y dense luego la paz. 5 No den este
beso de paz antes de la oración, sino después de ella, a causa de las ilusiones
diabólicas.
6 Muestren
la mayor humildad al saludar a todos los huéspedes que llegan o se van, 7
inclinando la cabeza o postrando todo el cuerpo en tierra, adorando en ellos a
Cristo, que es a quien se recibe.
8 Lleven a
orar a los huéspedes que reciben, y luego el superior, o quien éste mandare,
siéntese con ellos. 9 Léanle al huésped la Ley divina para que se edifique, y trátenlo luego
con toda cortesía.
10 En
atención al huésped, el superior no ayunará (a no ser que sea un día de ayuno
importante que no pueda quebrantarse), 11 pero los hermanos continúen ayunando
como de costumbre. 12 El abad vierta el agua para lavar las manos de los
huéspedes, 13 y tanto el abad como toda la comunidad laven los pies a los
huéspedes. 14 Después de lavarlos, digan este verso: "Hemos recibido,
Señor, tu misericordia en medio de tu templo" (Sal 47,10).
15 Al
recibir a pobres y peregrinos se tendrá el máximo de cuidado y solicitud,
porque en ellos se recibe especialmente a Cristo, pues cuando se recibe a
ricos, el mismo temor que inspiran, induce a respetarlos.
16 Debe
haber una cocina aparte para el abad y los huéspedes, para que éstos, que nunca
faltan en el monasterio, no incomoden a los hermanos, si llegan a horas
imprevistas.
17 Dos
hermanos que cumplan bien su oficio, encárguense de esta cocina durante un año.
18 Si es necesario, se les proporcionará ayudantes para que sirvan sin
murmuración; por el contrario, cuando estén menos ocupados, vayan a trabajar a
donde se los mande. 19 Y no sólo con éstos, sino con todos los que trabajan en
oficios del monasterio, téngase esta consideración 20 de concederles ayuda cuando
lo necesiten, pero luego, cuando estén desocupados, obedezcan lo que les
manden.
21 Un
hermano, cuya alma esté poseída del temor de Dios, se encargará de la
hospedería, 22 en la cual habrá un número suficiente de camas preparadas. Y la
casa de Dios sea sabiamente administrada por varones sabios.
23 No trate
con los huéspedes ni converse con ellos quien no estuviere encargado de
hacerlo. 24 Pero si alguno los encuentra o los ve, salúdelos humildemente, como
dijimos, pida la bendición y pase de largo, diciendo que no le es lícito hablar
con un huésped.
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