HOMILÍA DEL ABAD BENITO
LECTURAS: 1 Jn 4,10-5,4 Lc 4,14-22
Querida Hna. Marcela los textos bíblicos que acabamos de proclamar
iluminan muy bien lo que estás viviendo: el origen de tu vocación monástica y
la misión que esta implica.
¿Dónde nació y dónde creció tu vocación monástica?
1° “Nosotros amamos porque Dios nos amó
primero”, nos primerió, le gusta decir al Papa Francisco. Pero ese amor que
Dios te tuvo y te tiene es fuente y sostén del amor de otras personas que te
amaron y te aman. En primer lugar tus padres, que fueron los transmisores de tu
primera vocación, la vocación a la vida; por su amor fuiste engendrada y con tu
amor te hicieron crecer no sólo en estatura sino también en sabiduría y gracia
(Lc 2,52).
Salteando otras mediaciones, que sin duda conoces muy bien, yo te
subrayo dos.
La primera: tus hermanas de este Monasterio de Madre de la Unidad.
Las comunidades son como el seno materno donde nace y crece toda vida. No
existe la comunidad perfecta, cada una tiene cualidades y defectos. Esta
comunidad que te recibió y engendró a la vida monástica, además de grandes
virtudes tiene una riqueza impagable: dolores, sufrimientos, momentos en que
parecía que todo terminaba, pero el Señor bendijo e hizo fecundo tanto dolor.
La segunda: la Congregación de la Santa Cruz del Cono Sur. Tu
enfermedad Suscitó en ella la gracia de compartir como hermanos. Crecimos
todos en el compromiso fraterno.
2° Tu misión. “El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque me ha consagrado por la unción”. El Señor te ha ungido en tu
bautismo, en tu confirmación y hoy te “unge”, “te consagra” con la profesión
monástica.
En primer lugar tenés que estar convencida de que antes de
enviarte, antes de darte la misión, el Señor hizo su obra en ti. No sos
vos la que toma la iniciativa. El Señor te envía porque te dio su “Espíritu”
que te guiará y fortalecerá. “El me envió a llevar la Buena Noticia” Misión de
buenas noticias, misión de esperanza y por eso misionera alegre. Llevar alegría
a los pobres; pobres de bienes materiales, pero son pobres también los que
carecen de horizontes. Tenés que preguntarte todos los días ¿Quién carece de
alegría? En primer lugar tenés que traer alegría a tu comunidad monástica. Las
tentaciones de tristeza son muchas: es una comunidad chiquita, con mucho
trabajo, sin nuevas vocaciones, con dificultades para una buena formación… Tú
desafío es encontrar motivos de alegría para vos y para tus hermanas .Las
razones para esperar son muchas, pero hay que descubrirlas…
“Él me envió a anunciar la liberación a los cautivos”. La vida
monástica es vida de libertad; libera de la esclavitud del pecado y de tantas
cadenas que el mundo nos ofrece. La vida monástica te hará libre y constructora
de liberación.
“A anunciar la vista a los ciegos”. La vida monástica te sumerge
en el misterio de Dios, desde el cual todo se hace luminoso; luz para vos y luz
para tus hermanos, luz para todo el que encuentres en tu camino.
“Y para proclamar un año de gracia del Señor”. Profeta de buenas
noticias, profeta de la “gracia” de la benevolencia de Dios porque la has
experimentado y la vives…
Felicidades!!! Hermana Marcela del Rosario!!! Has elegido un camino en la Gracia de Dios, que lo transites con mucho Amor, Alegría y Plenitud.
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