Áspero surges
del
jardín de la agonía,
árbol
sin ramas
en que
todo lleva fruto,
Cruz
de Jesucristo,
tú
hundes tus raíces
en la
roca
y la
roca llega a ser
tierra
propicia a las semillas.
Signo de alianza
del
Espíritu y de la sangre
polo
del mundo,
eje de
los tiempos,
jalón
de un pasaje
y de
un rebasamiento,
Cruz
de Jesucristo
tú
eres el memorial
de
nuestro porvenir.
Cruz tan alta dirigida,
brazos
tan grandes abiertos
cruz
donde se escribe
el
mandamiento nuevo,
tú trazas
el camino
de
Dios en el hombre.
Mostrando
el precio
del
hombre en Dios,
Cruz
de Jesucristo,
tú
anulas
la
deuda de los antiguos días,
tú nos
vuelves
deudores
del Amor.
Sello de infamia
y
sello de gloria,
tú
declaras al Señor
Servidor.
Firma
de Dios
a lo
bajo de su historia,
tú nos
llamas
a
vivir hoy
en la
muerte de otro
llegado
a ser nuestro,
Cruz
de Jesucristo.
[Commission francophone cistercienne, Guetteur de l’aube, Paris, Desclée,
1976, pp.56-57, trad. P. Marcelo Maciel, osb.]
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