Ex. 16,2-4.12-15; Ef 4,17.20-24; Jn 6,2435
“Ojalá el Señor nos
hubiera hecho morir en Egipto cuando nos sentábamos delante de las ollas de
carne y comíamos pan hasta saciarnos” Confesión terrible la de los
israelitas; preferían la comida en esclavitud en Egipto a la libertad. En
nuestra patria estamos en plena campaña electoral y nuestro pueblo está
expuesto a las mismas tentaciones que los israelitas a la salida de Egipto:
vender la libertad de decisión, vender el derecho de elegir libremente por un
mísero bolsón. Culpable el que compra el bolsón al precio de su libertad; pero
más culpable el que vende el bolsón al precio de su propia dignidad y de la
dignidad del necesitado… Alguien en nuestra provincia puso un calificativo
irrepetible a estos distribuidores de bolsones… Pero la tentación de vender la
libertad no es solo para tiempos electorales… De muchas maneras nos ofrecen
comprarnos la libertad y generalmente a precios muy viles… El ejemplo contrario
es el de los mártires de nuestros días, como monseñor Romero en el Salvador y
los que hoy mueren, que ofrecen su sangre su vida para salvar su libertad y la
del pueblo, libertad que nos regaló Cristo.
Pero volvamos al texto
del Éxodo. El Dios rico en misericordia y siempre fiel responde a la ingratitud
del pueblo con un plus de generosidad y les da el maná, figura y anticipo del
maná del evangelio de Juan, Jesús verdadero pan del cielo.
El domingo pasado
escuchamos el relato de la multiplicación de los panes y hoy tenemos el
comienzo del largo discurso sobre el pan de vida.
Jesús había multiplicado
los panes y la gente que no entendió el signo quiso hacerlo rey así se
aseguraba el alimento cotidiano sin preocupaciones y sin trabajo, el pan
milagroso. Signo en el evangelio de Juan, Juan narra varios milagros como los
Sinópticos, pero a diferencia de estos no los llama milagros sino signos.
Porque el hecho material tiene un significado profundo espiritual. Así
cuando devuelve la vista a un ciego Jesús afirma: ”Yo soy la luz del
mundo”; cuando resucita a Lázaro “ yo soy la resurrección y la vida”
Jesús ahora les
recrimina: “Ustedes me buscan porque les di pan…” Era el pan material; pero era
signo del verdadero pan bajado del cielo. Comieron el pan material y volvieron
a tener hambre- Como en el caso de la samaritana “el que beba de esta agua
volverá a tener ser, pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá más
sed”
Pero Jesús no se queda
en el reto, les indica el camino de la superación: “Trabajen por el pan que
lleva a la vida eterna”- ¿Qué obras tenemos que hacer?- La obra de Dios es que
ustedes crean en aquel que Él ha enviado. Ellos pretendían realizar su
salvación mediante sus obras y Jesús les enseña que la salvación se concretiza
creyendo y confiando en él que es el enviado del Padre.
El signo del maná.
Algunos creían que el Mesías iba a volver a mandar el maná del cielo. Pero
Jesús les dice que el verdadero maná, el pan de Dios es el que desciende
del cielo y da la vida al mundo “Señor danos siempre de ese pan” La samaritana
“Señor dame de esa agua” Ambos entendían la cosa materialmente, no captaban el
signo.
Un posible examen de
conciencia a raíz de la Liturgia de la Palabra de hoy: Nosotros y la
Eucaristía, nosotros y nuestros hermanos.
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