El
maduro es un hombre…
Libre interiormente frente a lo terreno y caduco;
amo de sus afectos y pasiones;
capaz de corregirse y reparar sus yerros;
buscador de la verdad y la virtud;
compasivo con los débiles;
dueño de su corazón;
fácil para perdonar las injurias;
amigo del sacrificio y de la cruz;
no ahogado por el individualismo;
de gran unidad interior;
que vive de cara a Dios y a la eternidad;
familiarizado con Dios en la oración;
magnánimo y generoso;
confiado totalmente en Dios;
de mirada sana y sin envidia;
esforzado y prudente;
y fiel a su palabra.
Tal
hombre es un ideal al que Jesús nos hace mirar con ojos llenos de esperanza y
ánimo dispuesto a la conquista.
Tales
debemos intentar llegar a ser.
P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
La madurez según
Jesucristo,
El hombre a la
luz del Sermón de la Montaña,
Colección Virtus/13,
San Rafael, 2011, p. 74.
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