[133.] A esto hay que añadir la oración de uno por otro, que es tanto más eficaz cuanto más afectuosamente se remite a Dios el recuerdo del amigo con el correr de las lágrimas que provoca el temor, excita el afecto o engendra el sufrimiento. Así, orando a Cristo por el amigo y queriendo ser escuchado por Cristo, en su favor tenderá a Cristo mismo, anhelante y diligentemente cuando, de manera súbita e insensible, pasando de afecto a afecto, como si estuvieran próximos, como si tocase la dulzura de Cristo mismo, comenzará a saborear qué dulce es y a sentir cuán suave es. [134.] Así, del santo amor con que se abraza al amigo, nos elevamos a aquel amor con que se abraza a Cristo, saboreando con gozo y a boca llena el fruto de la amistad espiritual cuya plenitud esperamos en la eternidad cuando desaparezca el temor que ahora sentimos unos por otros y nos llena de cuidados, expoliadas todas las contrariedades que ahora debemos soportamos, destruido el aguijón de la muerte por la muerte misma, cuyas punzadas ahora nos infligimos. Entonces, nacido ya el sosiego, gozaremos de aquel sumo Bien de la eternidad. Esta amistad, a la que aquí a pocos admitimos, se trasvasará a todos y desde todos se vertirá en Dios para que Dios sea todo en todos.'.
viernes, 20 de julio de 2018
DEL AMIGO AL AMIGO (San Elredo de Rieval, La amistad espiritual)
[133.] A esto hay que añadir la oración de uno por otro, que es tanto más eficaz cuanto más afectuosamente se remite a Dios el recuerdo del amigo con el correr de las lágrimas que provoca el temor, excita el afecto o engendra el sufrimiento. Así, orando a Cristo por el amigo y queriendo ser escuchado por Cristo, en su favor tenderá a Cristo mismo, anhelante y diligentemente cuando, de manera súbita e insensible, pasando de afecto a afecto, como si estuvieran próximos, como si tocase la dulzura de Cristo mismo, comenzará a saborear qué dulce es y a sentir cuán suave es. [134.] Así, del santo amor con que se abraza al amigo, nos elevamos a aquel amor con que se abraza a Cristo, saboreando con gozo y a boca llena el fruto de la amistad espiritual cuya plenitud esperamos en la eternidad cuando desaparezca el temor que ahora sentimos unos por otros y nos llena de cuidados, expoliadas todas las contrariedades que ahora debemos soportamos, destruido el aguijón de la muerte por la muerte misma, cuyas punzadas ahora nos infligimos. Entonces, nacido ya el sosiego, gozaremos de aquel sumo Bien de la eternidad. Esta amistad, a la que aquí a pocos admitimos, se trasvasará a todos y desde todos se vertirá en Dios para que Dios sea todo en todos.'.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario