DULCE JESÚS, MEDICO HERIDO Y LUZ DEL MUNDO
K. 6. Llevando a cumplimiento el mensaje de los profetas inspirados por Dios, viniste al mundo, Jesús[1]. Quisiste habitar entre nosotros. Tú, el Infinito, tuviste compasión de nuestra enfermedad. Porque, nos sanaste por tus heridas[2]; nosotros hemos aprendido a cantar: Aleluya.
I.6. La luz de tu Verdad se levantó sobre el universo entero y la mentira fue
rechazada: los ídolos, Señor, no soportaron tu poder y cayeron[3]. Y
nosotros que recibimos la salvación de Ti, te cantamos:
Jesús, Verdad que rechaza la
mentira[4].
Jesús, luz que no decae[5].
Jesús, tan grande en tu poder
infinito[6].
Jesús, Dios inquebrantable en tu
compasión[7].
Jesús, Pan de vida, sáciame, que
tengo hambre[8].
Jesús, fuente de la inteligencia,
sáciame que tengo sed[9].
Jesús, vestido de gloria,
envuélveme, que soy corruptible[10].
Jesús, manto de alegría,
recúbreme, que soy indigno[11].
Jesús, que das a quien pide,
concédeme llorar mis pecados[12].
Jesús, que abres a quien golpea,
abre a mi pobre corazón[13].
Jesús, Redentor de los pecadores,
purifícame de mi pecado[14].
Jesús, Hijo de Dios, ten piedad
de mí.
Juan 9.
1 Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2
Sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres,
para que haya nacido ciego?». 3 «Ni él ni sus padres han pecado, respondió
Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4 Debemos
trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la
noche, cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras estoy en el mundo, soy la luz
del mundo» 6 Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la
saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, 7 diciéndole: «Ve a lavarte a la
piscina de Siloé», que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y,
al regresar, ya veía. 8 Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar,
se preguntaban: «¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?». 9 Unos
opinaban: «Es el mismo». «No, respondían otros, es uno que se le parece». El
decía: «Soy realmente yo». 10 Ellos le dijeron: «¿Cómo se te han abierto los
ojos?». 11 El respondió: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso
sobre mis ojos y me dijo: «Ve a lavarte a Siloé». Yo fui, me lavé y vi». 12
Ellos le preguntaron: «¿Dónde está?». El respondió: «No lo sé». 13 El que había
sido ciego fue llevado ante los fariseos. 14 Era sábado cuando Jesús hizo barro
y le abrió los ojos. 15 Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había
llegado a ver. El les respondió: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo».
16 Algunos fariseos decían: «Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el
sábado». Otros replicaban: «¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?». Y
se produjo una división entre ellos. 17 Entonces dijeron nuevamente al ciego:
«Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?». El hombre respondió: «Es un
profeta». 18 Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido
ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres 19 y les
preguntaron: «¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo
es que ahora ve?». 20 Sus padres respondieron: «Sabemos que es nuestro hijo y
que nació ciego, 21 pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo
sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta». 22 Sus
padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo
para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. 23 Por esta
razón dijeron: «Tiene bastante edad, pregúntenle a él». 24 Los judíos llamaron
por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: «Glorifica a Dios.
Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». 25 «Yo no sé si es un pecador,
respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo». 26 Ellos le
preguntaron: «¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?». 27 El les respondió:
«Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo?
¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?». 28 Ellos lo injuriaron y
le dijeron: «¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de
Moisés! 29 Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de dónde es este».
30 El hombre les respondió: «Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de
dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. 31 Sabemos que Dios no escucha
a los pecadores, pero si al que lo honra y cumple su voluntad. 32 Nunca se oyó
decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. 33 Si este
hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada». 34 Ellos le respondieron: «Tú
naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?». Y lo echaron. 35 Jesús
se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: «¿Crees en el
Hijo del hombre?». 36 El respondió: «¿Quién es, Señor, para que crea en él?».
37 Jesús le dijo: «Tú lo has visto: es el que te está hablando». 38 Entonces él
exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él. 39 Después Jesús agregó: «He venido
a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los
que ven». 40 Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «¿Acaso
también nosotros somos ciegos?». 41 Jesús les respondió: «Si ustedes fueran
ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: "Vemos", su pecado
permanece».
- Oración completa de glorificación de Dios, acción de gracias, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
- Relación personal del orante con el Señor. Jesús: médico compasivo. Orante: enfermo compungido. Jesús es el cumplimiento de las profecías-esperanzas (salud, redentor, que purifica) y de los deseos (Pan de vida para el hambriento, fuente de la inteligencia para el sediento, vestido de gloria y manto de alegría para el desnudo, que abre a quien golpea sin hogar, que da al que pide, y recompensa de los que buscan felicidad: seguridad, poder y afecto). El orante pide desde todas sus necesidades: corporales (“sáciame”), psicológicas (“envuélveme”) y espirituales (“purifícame”).
- Misterio de Jesucristo en su encarnación redentora: Encarnado (Infinito entre nosotros) y herido (Médico herido, Siervo sufriente). Asume la naturaleza humana en su estado original, sin desorden, la penetra y la deifica. “Nos sanaste por tus heridas”: reconocidas, aceptadas, asumidas, ofrecidas, resucitadas y abiertas, que no duelen cuando las tocan, sino que son ocasión de fe (Cf. Lc 20, 24-29).
- Ícono narrativo de la curación del ciego de nacimiento de Jn 9: Ciego que pide limosna (ceguera física) y fariseos en el templo (ceguera espiritual). Ceguera y pecado. Noche y día. Luz del mundo que no decae y Verdad (Cf. Jn 1, 4; 8, 12; 9, 5. 39; 14, 6) que rechaza la mentira y aleja el engaño diabólico. Poder infinito que vence a los ídolos (falsas imágenes de Dios construidas desde nuestras heridas no reconocidas para profundizarlas). Cura la ceguera haciendo barro con su saliva y poniéndolo sobre sus ojos y enviándolo a la piscina. “¿Crees en el Hijo del hombre?...Tú lo has visto: es el que te está hablando…Creo, Señor”. Por aceptar la luz de la Palabra es engendrado por Dios, llega a ser hijo de Dios.
- Textos bíblicos: Isaías 53, 1-12; Zacarías 13,1-9; 1 Pedro 2, 19-25; Juan 1, 1-18.
[1] Al cumplir con las
palabras y los anuncios de los Profetas, mensajeros (portadores – B) de Dios,
Tú apareciste en la tierra, Oh Jesús (A).
[2] Tú que eres incontenible
habitaste entre los hombres. Así, sanados por obra de Tus heridas (A).
[3] Iluminaste el universo
con la luz de Tu verdad, fue desterrada la maldad del diablo. Los ídolos no
toleraron tu fuerza, Oh Salvador nuestro y cayeron (A), Al brillar la luz de Tu
verdad en el mundo, fue alejado el engaño diabólico; pues los ídolos, oh
Salvador nuestro, han caído, incapaces de soportar Tu poder (B).
[4] Que destruyes las
ficciones diabólicas (A), que disipa la falsedad (B).
[5] Que supera todas las
otras luces (A), que trasciende toda luz (B).
[6] Rey, que sobrepasa todas
las fuerzas (A), todo en fuerza (B).
[7] Que siempre eres
misericordioso (A), constante en misericordia (B).
[8] Sacia nuestra hambre (A),
sáciame que estoy hambriento (B).
[9] De conocimiento,
refréscanos que estamos sedientos (A), manantial de conocimiento, refréscame
que estoy sediento (B).
[10] Hábito de gloria,
vístenos que estamos desnudos (A), vestidura de alegría, vísteme que estoy
desnudo (B).
[11] Cúbrenos (A), Puerto de
gozo, resguárdame que soy indigno (B).
[12] Danos aflicción por
nuestros pecados (A), Dador de aquellos que piden, concédeme llorar por mis
pecados (B). Se agrega: Jesús, recompensa de los que
buscan, encuentra nuestra alma (A),
Encuentro de los que buscan, encuentra mi alma (B).
[13] Que iluminas a aquellos
que buscan, abre nuestro endurecido corazón (A), que abres a los que tocan,
abre mi corazón endurecido (B).
[14] Purifica nuestras
iniquidades (A), borra mis pecados (B).