sábado, 29 de septiembre de 2018

ACATISTOS AL DULCISIMO JESUS (VI)

DULCE JESÚS, MEDICO HERIDO Y LUZ DEL MUNDO
 


K. 6. Llevando a cumplimiento el mensaje de los profetas inspirados por Dios, viniste al mundo, Jesús[1]. Quisiste habitar entre nosotros. Tú, el Infinito, tuviste compasión de nuestra enfermedad. Porque, nos sanaste por tus heridas[2]; nosotros hemos aprendido a cantar: Aleluya.

I.6. La luz de tu Verdad se levantó sobre el universo entero y la mentira fue rechazada: los ídolos, Señor, no soportaron tu poder y cayeron[3]. Y nosotros que recibimos la salvación de Ti, te cantamos:

Jesús, Verdad que rechaza la mentira[4].

Jesús, luz que no decae[5].

Jesús, tan grande en tu poder infinito[6].

Jesús, Dios inquebrantable en tu compasión[7].

Jesús, Pan de vida, sáciame, que tengo hambre[8].

Jesús, fuente de la inteligencia, sáciame que tengo sed[9].

Jesús, vestido de gloria, envuélveme, que soy corruptible[10].

Jesús, manto de alegría, recúbreme, que soy indigno[11].

Jesús, que das a quien pide, concédeme llorar mis pecados[12].

Jesús, que abres a quien golpea, abre a mi pobre corazón[13].

Jesús, Redentor de los pecadores, purifícame de mi pecado[14].

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí.

Juan 9.
1 Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». 3 «Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4 Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo» 6 Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, 7 diciéndole: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé», que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. 8 Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: «¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?». 9 Unos opinaban: «Es el mismo». «No, respondían otros, es uno que se le parece». El decía: «Soy realmente yo». 10 Ellos le dijeron: «¿Cómo se te han abierto los ojos?». 11 El respondió: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: «Ve a lavarte a Siloé». Yo fui, me lavé y vi». 12 Ellos le preguntaron: «¿Dónde está?». El respondió: «No lo sé». 13 El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. 14 Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15 Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo». 16 Algunos fariseos decían: «Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?». Y se produjo una división entre ellos. 17 Entonces dijeron nuevamente al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?». El hombre respondió: «Es un profeta». 18 Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres 19 y les preguntaron: «¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?». 20 Sus padres respondieron: «Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, 21 pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta». 22 Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. 23 Por esta razón dijeron: «Tiene bastante edad, pregúntenle a él». 24 Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: «Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». 25 «Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo». 26 Ellos le preguntaron: «¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?». 27 El les respondió: «Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?». 28 Ellos lo injuriaron y le dijeron: «¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! 29 Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de dónde es este». 30 El hombre les respondió: «Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. 31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero si al que lo honra y cumple su voluntad. 32 Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. 33 Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada». 34 Ellos le respondieron: «Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?». Y lo echaron. 35 Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: «¿Crees en el Hijo del hombre?». 36 El respondió: «¿Quién es, Señor, para que crea en él?». 37 Jesús le dijo: «Tú lo has visto: es el que te está hablando». 38 Entonces él exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él. 39 Después Jesús agregó: «He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven». 40 Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «¿Acaso también nosotros somos ciegos?». 41 Jesús les respondió: «Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: "Vemos", su pecado permanece».

  1. Oración completa de glorificación de Dios, acción de gracias, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
  2. Relación personal del orante con el Señor. Jesús: médico compasivo. Orante: enfermo compungido. Jesús es el cumplimiento de las profecías-esperanzas (salud, redentor, que purifica) y de los deseos (Pan de vida para el hambriento, fuente de la inteligencia para el sediento, vestido de gloria y manto de alegría para el desnudo, que abre a quien golpea sin hogar, que da al que pide, y recompensa de los que buscan felicidad: seguridad, poder y afecto). El orante pide desde todas sus necesidades: corporales (“sáciame”), psicológicas (“envuélveme”) y espirituales (“purifícame”).
  3. Misterio de Jesucristo en su encarnación redentora: Encarnado (Infinito entre nosotros) y herido (Médico herido, Siervo sufriente). Asume la naturaleza humana en su estado original, sin desorden, la penetra y la deifica. “Nos sanaste por tus heridas”: reconocidas, aceptadas, asumidas, ofrecidas, resucitadas y abiertas, que no duelen cuando las tocan, sino que son ocasión de fe (Cf. Lc 20, 24-29).
  4. Ícono narrativo de la curación del ciego de nacimiento de Jn 9: Ciego que pide limosna (ceguera física) y fariseos en el templo (ceguera espiritual). Ceguera y pecado. Noche y día. Luz del mundo que no decae y Verdad (Cf. Jn 1, 4; 8, 12; 9, 5. 39; 14, 6) que rechaza la mentira y aleja el engaño diabólico. Poder infinito que vence a los ídolos (falsas imágenes de Dios construidas desde nuestras heridas no reconocidas para profundizarlas). Cura la ceguera haciendo barro con su saliva y poniéndolo sobre sus ojos y enviándolo a la piscina. “¿Crees en el Hijo del hombre?...Tú lo has visto: es el que te está hablando…Creo, Señor”. Por aceptar la luz de la Palabra es engendrado por Dios, llega a ser hijo de Dios.
  5. Textos bíblicos: Isaías 53, 1-12; Zacarías 13,1-9; 1 Pedro 2, 19-25; Juan 1, 1-18.

[1] Al cumplir con las palabras y los anuncios de los Profetas, mensajeros (portadores – B) de Dios, Tú apareciste en la tierra, Oh Jesús (A).
[2] Tú que eres incontenible habitaste entre los hombres. Así, sanados por obra de Tus heridas (A).
[3] Iluminaste el universo con la luz de Tu verdad, fue desterrada la maldad del diablo. Los ídolos no toleraron tu fuerza, Oh Salvador nuestro y cayeron (A), Al brillar la luz de Tu verdad en el mundo, fue alejado el engaño diabólico; pues los ídolos, oh Salvador nuestro, han caído, incapaces de soportar Tu poder (B).
[4] Que destruyes las ficciones diabólicas (A), que disipa la falsedad (B).
[5] Que supera todas las otras luces (A), que trasciende toda luz (B).
[6] Rey, que sobrepasa todas las fuerzas (A), todo en fuerza (B).
[7] Que siempre eres misericordioso (A), constante en misericordia (B).
[8] Sacia nuestra hambre (A), sáciame que estoy hambriento (B).
[9] De conocimiento, refréscanos que estamos sedientos (A), manantial de conocimiento, refréscame que estoy sediento (B).
[10] Hábito de gloria, vístenos que estamos desnudos (A), vestidura de alegría, vísteme que estoy desnudo (B).
[11] Cúbrenos (A), Puerto de gozo, resguárdame que soy indigno (B).
[12] Danos aflicción por nuestros pecados (A), Dador de aquellos que piden, concédeme llorar por mis pecados (B). Se agrega: Jesús, recompensa de los que buscan, encuentra nuestra alma (A), Encuentro de los que buscan, encuentra mi alma (B).
[13] Que iluminas a aquellos que buscan, abre nuestro endurecido corazón (A), que abres a los que tocan, abre mi corazón endurecido (B).
[14] Purifica nuestras iniquidades (A), borra mis pecados (B).

sábado, 22 de septiembre de 2018

ACATISTOS AL DULCISIMO JESUS (V)


 DULCE JESÚS, REDENTOR Y SEÑOR



K. 5. Con tu sangre derramada, nos has rescatado. Así, Jesús, no nos dejaste prisioneros, esclavos de nuestras pasiones y de la profunda tristeza. Haznos verdaderamente libres, a nosotros que te gritamos[1]: Aleluya.

I.5. Los hijos de tu pueblo han visto, en un cuerpo como el nuestro, a Aquél que con su mano había creado al hombre[2]. Y, habiéndolo reconocido como el Señor[3], buscaban festejarle agitando los ramos y gritando[4]: ¡“Hosanna”! Del mismo modo, nosotros te ofrecemos un himno diciendo[5]:

Jesús, verdadero Dios.

Jesús, Hijo de David.

Jesús, Rey de la gloria[6].

Jesús, Cordero inocente[7].

Jesús, Pastor maravilloso[8].

Jesús, Custodio de mi infancia[9].

Jesús, Consejero de mi juventud[10].

Jesús, alabanza de mi vejez[11].

Jesús, esperanza en la hora de mi muerte[12].

Jesús, vida después de la muerte[13].

Jesús, consolación en la hora misma de mi juicio[14].

Jesús, mi único deseo ábreme la puerta de tu Reino[15].

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí.



Lucas 19, 29-40.

29 Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: 30 «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; 31 y si alguien les pregunta: «¿Por qué lo desatan?», respondan: «El Señor lo necesita». 32 Los enviados partieron y encontraron todo como él les había dicho. 33 Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan?». 34 Y ellos respondieron: «El Señor lo necesita». 35 Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. 36 Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino. 37 Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. 38 Y decían:»¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!». 39 Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». 40 Pero él respondió: «Les aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras. Cf. Mateo 21 1-11; Marcos 11, 1-11; Juan 12, 12-18.



  1. Oración completa de glorificación de Dios, acción de gracias, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
  2. Relación personal del orante con el Señor. Los títulos “bíblicos”: Dios, Hijo de David, Creador, Maestro, Rey, Cordero, Pastor, se enlazan con títulos “existenciales” en relación a las etapas de la vida del orante: Custodio-infancia, Consejero-juventud, Orgullo-ancianidad, Esperanza-muerte, Consuelo-juicio y Deseo-abre la puerta del reino (Cf. Sal 17, 2-4). Súplica: “haznos verdaderamente libres”, sálvanos, rescátanos de las pasiones y de la tristeza. Grito e himno a la vez.
  3. Misterio de Jesucristo: Encarnación (“han visto, en un cuerpo como el nuestro, a Aquél que con su mano había creado al hombre”) y Pascua (“con tu sangre derramada, nos has rescatado”- entrada en Jerusalén). Creación y pecado-maldición (Cf. Gn 4, 10): Serpientes abrazadoras (pasiones: incitaciones, murmuración, letargo, tristeza, Cf. Nm 21, 4-9). Nueva creación y redención-libertad (Cf. Hb 12, 2; Col 1, 20, 1 Pe 1, 19; Ap 5, 9): “Él te aplastará la cabeza…”.
  4. Ícono narrativo de la entrada de Jesús en Jerusalén (Lucas 19, 29-40; Cf. Mateo 21 1-11; Marcos 11, 1-11; Juan 12, 12-18). Alabanza al Rey Mesías. Señor de todo (“El Señor lo necesita”). Mesías humilde y sencillo, paciente y sufriente, justo y bondadoso. Actitud de la gente sencilla llena de alegría, que “habiéndolo reconocido como el Señor” canta “hosanna” y grita sálvanos, y la actitud de las autoridades: “reprende a tus discípulos”.
  5. Textos bíblicos: Génesis 3, 14-15; Números 21, 4-9; Sabiduría 16, 5-13. 

[1] Un día, con tu sangre divina expiaste nuestra merecida maldición, Oh Jesús. Sálvanos del acecho de la serpiente que nos ha enredado con las pasiones terrenas, sálvanos de la lujuria terrestre, sálvanos de la maldad, para que así te podamos cantar (A), Desde antaño nos redimiste de la maldición de la ley por Tu divina sangre derramada, Oh Jesús, de igual manera rescátanos de las asechanzas en las que la serpiente nos ha enredado a través de las pasiones de la carne, incitaciones lujuriosas y un letargo peligroso, mientras clamamos a ti (B).
[2] Al contemplar en forma humana a Quien con su mano creó (formó –B) al hombre (A).
[3] Y comprender que era su Señor (Maestro-B) (A).
[4] Los jóvenes (niños-B) hebreos se apresuraron a rendirle homenaje con ramos (palmas – B) y clamaron (A).
[5] También nosotros te ofrecemos este canto (A).
[6] Rey glorioso (A).
[7] Inmaculado (A).
[8] Ejemplar (A).
[9] Protector de nuestra infancia (A).
[10] Alimento de nuestra juventud (A), Guía (B).
[11] Orgullo de nuestra vejez (A), ancianidad (B).
[12] Esperanza ante la muerte (A), mi Esperanza en la muerte (B).
[13] Mi Vida después de la muerte (B).
[14] Consuelo en el juicio (A), mi Consuelo en Tu juicio (B).
[15] Nuestro deseo, no permitas nuestra vergüenza (A), mi Deseo, no dejes que me avergüence (B).

sábado, 8 de septiembre de 2018

ACATISTOS AL DULCISIMO JESÚS (IV)

DULCE JESÚS, HIJO DE DIOS E HIJO DE DAVID

K. 4. Asaltado interiormente por una tempestad[1] de duda[2], Pedro se hundía. Cuando te ve presente corporalmente caminando sobre las aguas[3], te reconoce[4] verdadero Dios, y aferrándose a la mano que salva dice[5]: Aleluya.

I.4. El ciego te siente pasar, Señor, y se pone a gritar[6]: “¡Hijo de David, ten piedad de mí!”. Llamándolo, Tú le devolviste la vista[7]. Del mismo modo, en tu ternura[8], ilumina los ojos[9] de mi[10] corazón, a mí que te grito, diciendo[11]:

Jesús, Creador de los ángeles[12].

Jesús, Redentor de los hombres[13].

Jesús, vencedor[14] del infierno[15].

Jesús, Tú has revestido de belleza a toda criatura[16].

Jesús, reanima mi alma[17].

Jesús, ilumina mi inteligencia[18].

Jesús, colma de gloria mi corazón[19].

Jesús, da la salud a mi cuerpo[20].

Jesús, mi Salvador, sálvame[21].

Jesús, mi luz, ilumíname[22].

Jesús, de todo tormento, libérame[23].

Jesús, sálvame, aunque sea indigno[24].

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí[25].



Mateo 14, 22-33, Marcos 10, 46-52.

Mateo 14, 22 En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. 23 Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. 24 La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. 25 A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. 26 Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. 27 Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman. 28 Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua». 29 «Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. 30 Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame». 31 En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?». 32 En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. 33 Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios». Cf. Marcos 6, 45-53; Juan 6, 15-21.

Marcos 10, 46 Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo –Bartimeo, un mendigo ciego– estaba sentado junto al camino. 47 Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!». 48 Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!». 49 Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Animo, levántate! El te llama». 50 Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. 51 Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?. El le respondió: «Maestro, que yo pueda ver». 52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino. Cf. Lucas 18, 35-43.



  1. Oración de glorificación de Dios, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
  2. Relación personal del orante con el Señor. Jesús: Hijo de Dios, Verdadero Dios (Encarnado) e Hijo de David (Mesías), Maestro. El orante se identifica con las dudas (negaciones) de Pedro, que ve corporalmente, y la ceguera de Bartimeo, que oye pasar a Jesús.
  3. Misterio de Jesús: Creador-cielo, Redentor-tierra, Vencedor-infierno. Belleza, Vida, Consuelo, Luz, Gloria, Alegría y Salud. El orante: criatura, alma, inteligencia, corazón y cuerpo, que pide: ser reanimado, iluminado, colmado de gloria, sanado, salvado, iluminado y liberado (“¿qué quieres que haga por ti?... Maestro, que yo pueda ver”). Ora desde la totalidad de su ser, realidad, a pesar de la oposiciones y contradicciones.
  4. A) Icono narrativo de Jesús que camina sobre las aguas (Mt 14, 22-33; Cf. Marcos 6, 45-53; Juan 6, 15-21) y Pedro que camina, se hunde y es salvado de las aguas (Cf. Sal 68, 2-4). La vida, en sus crisis, con sus problemas, es como la barca en la tempestad. El temor los hace pensar que es un fantasma. Mano salvadora de Jesús. Mientras tuvo su mirada fija en Jesús pudo caminar sobre las aguas. B) Icono narrativo de la curación del ciego Bartimeo (Mc 10, 46-52; Cf. Lucas 18, 35-43): El orante está sentado al borde del camino pidiendo limosna cuando pasa Jesús y lo que recibe es reprensión (desánimo) de la multitud. Jesús lo escucha. Los discípulos llaman y animan. Vocación e iluminación. Confianza, renuncia al manto. El orante: grito, fe, diálogo y visión. Camino del seguimiento y seguimiento del Camino. Mano salvadora de Jesús que sana tocando los ojos, como antes los oídos y la lengua en las estrofas anteriores.
  5. Textos bíblicos: Mateo 26, 69-75; 20, 29-34.

[1] Interior (A).
[2] Bajo la tempestad interior de pensamientos dudosos (B)
[3] Pero al contemplarte caminar hecho hombre sobre las aguas (A), Pero contemplándote, oh Jesús, en la carne y caminando sobre las aguas (B).
[4] Supo (B).
[5] Y al recibir la mano de la salvación, clamó (A), y acogiendo la mano de la salvación, clamó (B).
[6] Cuando, pasando por el camino, el hombre ciego Te escuchó, imploró (A), Cuando el hombre ciego Te escuchó, oh Señor, pasando por el camino, clamó (B).
[7] Tú lo llamaste y abriste sus ojos (A), Y Tú lo llamaste y le abriste los ojos (B).
[8] Con Tu bondad (A), Por Tu misericordia (B).
[9] Espirituales (B).
[10] Nuestro (A).
[11] Te invocamos y exclamamos (A), mientras clamo a Ti, diciéndote (B).
[12] De aquellos en lo alto (B).
[13] Aquellos abajo (B).
[14] Destructor (A).
[15] De los poderes más bajos (B).
[16] Ornamento de toda la creación (A), Adorno de cada criatura (B).
[17] Consuelo de nuestra alma (A), Consolador de mi alma (B).
[18] Luz de nuestro intelecto (A), Iluminador de mi mente (B).
[19] Alegría de nuestro corazón (A), Alegría de mi corazón (B).
[20] Salud de nuestro cuerpo (A).
[21] Salvador nuestro, sálvanos (A).
[22] Luz nuestra, ilumínanos (A).
[23] Mantennos alejados de los tormentos (A).
[24] Sálvanos, aunque somos indignos (A), que soy indigno (B).
[25] Ten piedad de nosotros (A).

sábado, 1 de septiembre de 2018

ACATISTOS AL DULCISIMO JESUS (III)


           DULCE JESÚS, FUERZA Y TERNURA


 

K. 3. Jesús, Tú has revestido con el poder de lo alto a los apóstoles que permanecían[1] en Jerusalén[2]. Del ardor[3] del Espíritu Santo revísteme también a mí aunque esté desprovisto[4] de toda obra buena y concédeme cantarte con amor[5]: Aleluya.

I.3. Jesús, en la riqueza de tu misericordia has llamado al publicano y al pecador, ahora vuélvete hacia mí, que soy como ellos y acepta este canto como mirra muy preciosa[6]:

Jesús, fuerza[7] invencible.

Jesús, ternura[8] infinita[9].

Jesús, belleza luminosa[10].

Jesús, amor inefable[11].

Jesús, Hijo de Dios viviente.

Jesús, ten piedad de mí, pecador[12].

Jesús, ilumíname porque estoy en la oscuridad[13].

Jesús, purifícame de toda culpa[14].

Jesús, recondúceme a Ti, como al hijo pródigo[15].

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí.



Mateo 9, 9-13, Lucas 15, 11-32.

Mateo 9, 9 Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El se levantó y lo siguió. 10 Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. 11 Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?». 12 Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. 13 Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores». Cf. Marcos 2, 13-17; Lucas 5, 27-32. 

Lucas 15, 11 Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de herencia que me corresponde". Y el padre les repartió sus bienes. 13 Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. 14 Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. 15 Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. 16 El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. 17 Entonces recapacitó y dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!". 18 Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; 19 ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros". 20 Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21 El joven le dijo: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo". 22 Pero el padre dijo a sus servidores: "Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, 24 porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado". Y comenzó la fiesta. 25 El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. 26 Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. 27 El le respondió: "Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero y engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo". 28 El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, 29 pero él le respondió: "Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. 30 ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!". 31 Pero el padre le dijo: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado"».



  1. Oración de glorificación de Dios, petición de perdón y súplica implorando los magníficos bienes celestiales.
  2. Relación personal del orante con el Señor: Fuerza-debilidad, Ternura-pecador, Luz (Belleza)-oscuridad, Amor-culpa, Hijo de Dios viviente-hijo pródigo perdido. Pedido: ten piedad, escúchame, ilumíname, instrúyeme, purifícame, límpiame, recondúceme y restáurame. El orante se identifica con los apóstoles y con el publicano, los enfermos, los pecadores y los incrédulos. El himno-oración es como la mirra, ofrenda (Mt 2,11), óleo de la unción (Ex 30,23); perfume del amado (Ct 1,3; 3,6; 4, 6), de la sepultura (Jn 19, 39, Mt 2, 11), y de las vestiduras del Mesías (Sal 44,8).
  3. Misterio de Jesucristo en su dimensión pascual: Pentecostés y el don del Espíritu (Cf. Sal 50, 12-14), prometido en la estrofa anterior. Somos revestidos del fuego (calor) del Espíritu Santo, en nuestra desnudez (frialdad) de buenas obras, para superar el temor (miedo y vergüenza), proclamar (cantar) en diversas lenguas las maravillas de Dios y dar alegremente la paz por el perdón mutuo, participación en la riqueza de su misericordia.
  4. A) Icono narrativo del llamado de Mateo-Levi (Mt 9, 9-13; Cf. Marcos 2, 13-17; Lucas 5, 27-32). Jesús misericordioso, perdona a los pecadores por el Espíritu. Jesús médico, sana los enfermos por-con el Espíritu. Vocación (salvación) del publicano, del pecador, del pagano. Mateo se levanta y lo sigue, come con él. Actitud de los fariseos (hijos mayores, sanos, y justos) ignorantes de la misericordia. B) Icono narrativo de la parábola del padre misericordioso (Lc 15, 11-32): Procesos de un Padre y dos hijos: Don generoso – Espera confiada – Fiesta familiar. Pecado – Conversión – Misericordia. Enojo - Juicio – Distanciamiento.
  5. Textos bíblicos: Hechos 2, 1-13; Juan 20, 19-23.

[1] Aguardaban (B).
[2] Con el poder de las alturas, Oh Jesús, acogiste a los Apóstoles que te esperaban en Jerusalén (A).
[3] Calor (B).
[4] Despojado (B).
[5] Revístenos también a nosotros, desnudos de buenas acciones, con el calor de tu Santo Espíritu, de modo que con amor te podamos cantar (A), que amorosamente pueda cantarte a Ti (B).
[6] En la abundancia de Tu misericordia, Oh Jesús, llamaste hacia Ti a los publicanos, los pecadores y los paganos. No nos desprecies a nosotros que somos como ellos. Como preciosa ofrenda acepta nuestro canto (A), En la abundancia de Tu misericordia, oh Jesús compasivo, llamaste a publicanos, pecadores e incrédulos. No me desprecies ahora, que soy como ellos, sino acepta este himno como mirra piadosa (B).
[7] Poder (B).
[8] Bondad (A).
[9] Misericordia interminable (B).
[10] Radiante (A).
[11] Indecible (A), inexpresable (B).
[12] Ten piedad de nosotros, pecadores (A). Se agrega: Jesús, escúchanos, concebidos en la iniquidad (A), atiéndeme a mí, concebido en iniquidad (B); Jesús, límpianos que nacimos en pecado (A), límpiame que nací en pecado (B); Jesús, instrúyenos, que nos hemos vuelto necios (A), enséñame que me he vuelto necio (B).
[13] Nuestras tinieblas (A), ilumíname que estoy oscurecido (B).
[14] Purifícanos, que nacimos corruptos (A), que estoy manchado (B); Jesús, danos fortaleza en nuestra caída (A).
[15] Restáurame a mí, pródigo (B).