viernes, 28 de noviembre de 2014
lunes, 24 de noviembre de 2014
SOLEMNIDAD DE CRISTO REY, Fiesta patronal del Monasterio y titular de la Iglesia del Monasterio
(Ilustración de Ballester Peña)
HOMILÍA DEL ABAD BENITO VERONESI
Ez 34,11-12.15-17; 1 Cor 15,20-26.28; Mt 25,31-46
La fiesta de Cristo Rey es tan rica de contenido que la
Iglesia la presenta en los tres ciclos con lecturas bíblicas distintas,
subrayando así cada año aspectos distintos de la misma. Y, por otra parte,
estas lecturas son tan ricas que dejan la posibilidad de meditarlas desde
distintos ángulos.
La Palabra de Dios siempre ilumina el Misterio, y el
Misterio iluminado ilumina a su vez la historia y la vida del hombre.
La profecía de Ezequiel nos dice cómo ejerce Cristo
su Reinado y cómo tienen que ejercer el poder los gobernantes del mundo. El
verdadero REY de Israel era Dios, los reyes eran simples lugartenientes de
Dios. Ezequiel en su profecía presenta al rey como pastor. La misión del
pastor, del rey, era cuidar de las ovejas, de las débiles no oprimir a las
fuertes. Pero los reyes, los pastores no cumplían; eran explotadores. Dos veces
en el texto proclamado Dios habla de “mi rebaño” y dos veces de “mis ovejas”.
Dios va asumir personalmente el gobierno, el pastoreo “yo mismo apacentaré a
mis ovejas”.
La carta a los Corintios nos dice cuál es el objetivo que
tiene Cristo en su gobierno y como lo ejerce. Da su vida y resucita para la
construcción del reino y logrado esto no lo guarda egoístamente para sí sino
que se lo entrega al Padre.
Lamentablemente en nuestra patria estamos viviendo un
proceso electoral anticipado y más lamentable todavía, es el modo de
encararlo. Puedo estar equivocado; pero uno queda con la impresión de que no se
piensa en la patria sino en intereses egoístas… Cristo Rey ya desde chiquito
fue rechazado…Un himno de Epifanía canta: Por qué temes, oh Herodes, que Dios
venga a la tierra de que es Rey eterno si él no quita los reinos terrestres
sino que da los celestiales reinos”… Nuestra patria necesita candidatos
dispuestos al servicio con una honestidad inquebrantable… Alguien propuso la
idea de que los próximos candidatos se comprometan formal y públicamente a
luchar contra la corrupción y la impunidad. El Papa Francisco dijo que un
camino para llegar a la unidad de todos los creyentes en Cristo podría ser el
trabajar juntos. Trabajar por salvar a la patria del abismo que representa la
corrupción y el narcotráfico podría ser un desafío para todos los argentinos que
creemos en Cristo y su Reino…
San Juan en su evangelio, 12,20-22, inmediatamente después
de la entrada de Jesús en Jerusalén, dice que unos griegos querían ver a Jesús
y se lo dicen a Felipe, este a Andrés y los dos juntos a Jesús… Sabemos de
algunos santos, más bien poquitos, que han visto a Jesús… Evidentemente que a
todos nos gustaría este regalo; pero no somos dignos… Jesús en el evangelio,
que acabamos de escuchar, nos dice que lo podemos ver muy seguido; pero con la
condición de que la cosa no quede en una mirada estéril e infecunda…
“Señor ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento,
y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos;
desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a
verte?". Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez
que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". Cristo Rey nos invita
a verlo en todo hombre necesitado. Cristo Rey nos invita a servirlo en todo
hombre necesitado.
Por nuestro bautismo somos reyes con Cristo; por nuestro
bautismo tenemos que ser reyes como Cristo. Dispuestos a dar la vida para la
construcción del Reino; dispuestos a entregar al Padre junto con Cristo su
Reino.
jueves, 20 de noviembre de 2014
lunes, 17 de noviembre de 2014
HOMILÍA DEL ABAD BENITO EN LAS CONFIRMACIONES (16/11/2014)
Todos los aquí reunidos formamos la única familia de
Jesús, el único cuerpo de Cristo; pero podríamos distinguir tres grupos: los
confirmandos, los monjes y ustedes los laicos. ¿Qué dice hoy el Espíritu Santo
a cada grupo?
A los confirmandos: LG 11 “Por el sacramento de la
confirmación se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una
fuerza especial del Espíritu Santo y con ello quedan obligados más
estrictamente a difundir y defender la fe, como verdaderos testigos de Cristo,
por la palabra juntamente con las obras”. La confirmación, como su nombre lo
dice, confirma, renueva, refuerza el bautismo. El Espíritu Santo desciende
nuevamente sobre ustedes y los capacita para defender y difundir la fe. Para
defenderla necesitan conocerla cada día más. La confirmación no tiene que ser
un chau a la formación cristiana, un chau a la vivencia de los sacramentos, un
chau hasta el matrimonio… se trata de una formación cristiana permanente y creciente.
¿Difundir la fe? Con el ejemplo de su vida; pero también con la palabra.
Primero en la casa: invitar a la familia a rezar…” papá, mamá vamos a misa”. No
tengan miedo, el Espíritu Santo los ayudará.
A Los monjes: Somos pecadores. Pero estamos bien
acompañados…Francisco aceptó su elección como Papa con estas palabras:
“Soy un gran pecador, confiando en la misericordia y la paciencia de Dios, en
el sufrimiento acepto”. San Juan Pablo II, 10 años antes de su muerte y 19 años
antes de su canonización, en la encíclica “Ut unum sint” sobre el ecumenismo,
escribía: “El Obispo de Roma en primera persona debe hacer propia con fervor la
oración de Cristo por la conversión, que es indispensable a “Pedro” para poder
servir a los hermanos. Pido encarecidamente que participen de esta
oración los fieles de la Iglesia católica y todos los cristianos.
Juntamente conmigo, rueguen todos por esta conversión” (4). Nuestro Padre san
Benito reconoce en su Regla que todos sus monjes son pecadores, incluso el
abad, que al corregir a los otros “él mismo se corrige de sus vicios” (2,40).
Por eso nos recuerda varias veces en su Regla el juicio de Dios y el infierno;
pero nos asegura también que el Señor va haciendo su obra en nosotros (P30) y
si el monje es fiel a ese obrar del Espíritu Santo “llegará pronto a
aquel amor de Dios que siendo perfecto excluye todo temor” (7,67) Recen
por nuestra conversión…
Quiero aprovechar la oportunidad para aclararles a
nuestros vecinos nuestra misión como monjes. Jugamos de suplentes no de titulares.
El trabajo pastoral lo tendrían que hacer los curas del clero diocesano; pero
son pocos. En su tiempo de abad el P. José le pidió al entonces Arzobispo
Monseñor Bozzoli que hiciera parroquia la iglesia de Raco y entonces el
párroco, que estaría permanente en Raco, atendería también El Siambón. Bozzoli
le contestó: “tengo en la ciudad poblaciones sin cura, mucho más grandes que
Raco y El Siambón.”
San Benito les dice a sus monjes: “Que los monjes no
tengan necesidad de andar fuera porque eso no conviene en modo alguno a sus
almas” (66,7)
A Ustedes los fieles laicos:
En primer lugar, creo que tienen que tomar conciencia de
su situación de privilegio respecto a la mayoría de los laicos de Tucumán.
Tienen un templo abierto todo el día, tienen la posibilidad de misa diaria,
tienen la posibilidad de encontrar un sacerdote para confesarse en muchas y
distintas horas del día… pregunten a parientes y amigos que viven en la ciudad
cómo es allí la cosa…
Ustedes han recibido el bautismo y la confirmación: son y
tienen que ser cristianos misioneros. Ustedes los cristianos de El Siambón han
heredado y mantienen cosas valiosísimas del Evangelio: el valor de la vida, el
valor de los niños y ancianos, el valor de la solidaridad en los momentos de
enfermedades o desgracias, la oración por los difuntos, las nueve noches, la
devoción a la Madre María Santísima en sus distintas advocaciones en las
distintas grutas. Algunos vecinos nos han hecho la confidencia de que cuando
están trabajando en el cerco, sembrando o cosechando están continuamente en
oración… pero ¿Cada cuánto vienen a misa?
¿Rezan todos los días en familia con sus hijos? ¿Les enseñan a rezar o dejan
que eso lo haga la catequista o maestra de religión? ¿Se reúnen en familia o en
grupos para leer juntos y rezar la Sagrada Escritura, en particular lo que
llamamos el Nuevo Testamento? Todo eso lo pueden hacer sin que vayamos
los monjes a sus casas…
Antes del Concilio, hace 50 años, si uno veía un laico con
la Biblia, seguro que era un protestante o pentecostal… Hoy todavía, en muchas
partes, si uno o dos laicos golpean las manos y llegan a sus casas para hablar
de religión o rezar, muy probablemente son testigos de Jehová o
pentecostales… Eso lo tienen que hacer todos los laicos católicos impulsados
por su bautismo y confirmación: cristianos misioneros.
No se dejen quitar la alegría, no se dejen quitar la
esperanza, no se dejen quitar el entusiasmo misionero, les dice el Papa
Francisco.
Recen por nosotros los monjes para que podamos seguir
rezando con ustedes y por ustedes.
lunes, 10 de noviembre de 2014
Primeras comuniones 9 de noviembre de 2014
PARA VER
PARA PENSAR
(...)
Cuando leamos el evangelio siempre tendremos que tener presente estas palabras de hoy, y no sólo las palabras sino también su contenido, lo que ellas dan a conocer y nos hacen comenzar a conocer: a Cristo Jesús y nuestra relación con Dios: “Así como Yo, que he sido enviado por el padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí”.
Recibimos a Jesús sacramentado y por lo tanto nuestra relación con Jesús se hace muy íntima, tan cercana como nuestro verdadero corazón, de aquí la frase que veíamos hace un rato: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”; qué raro el modo de escribir de Dios: lo hace por su Palabra que es su Hijo haciéndonos hijos suyos, mirando al Hijo en nosotros nos ve a nosotros en él y nos reconoce como propios: “…y ellos serán mi Pueblo” se nos dice siempre.
Por lo tanto, no sólo somos hijos por el Bautismo que todos recibimos, se nos habla nuevamente de esta profunda relación ahora, en la Comunión , tanto a ustedes chicos como a nosotros también. Cada vez que tomamos la comunión Dios nos ve y hace de su familia, nos ve hijos en su Hijo.
(…)
Así es que, de este modo siendo hijos conocemos al Padre, surge dentro nuestro algo que certifica que lo somos, y con esa misma entereza y confianza nos presentamos en el Hijo cada vez que él penetra nuestro interior: comunión en Dios.
De
la Homilía del P. Marcelo Maciel, osb.
jueves, 6 de noviembre de 2014
lunes, 3 de noviembre de 2014
Imágenes, signos, símbolos
La
Palabra de Dios apela a todo esto para que lo busquemos, para que crezca el
ansia por medio de la búsqueda, y así comencemos a darnos cuenta que, más que
buscar nosotros hemos sido buscados, más aún que encontrar nosotros hemos sido
encontrados, más que el atisbo de alegría que podemos llegar a tener se han
alegrado por nosotros aquellos que se encuentran en su Presencia.
De
este modo se crece y va creciendo el ansia del encuentro, de un encuentro que
ya no es esporádico, sino que tienda a durar.
Pero
el tiempo de esta ‘duración’ no nos interesa; el punto, el centro de interés es
la Presencia en sí, lo profundo a lo que se tiende es la comunión que se
realiza por medio de la Presencia, aunque todo sea un modo de hablar, de decir,
Presencia y comunión son dadas a la vez como única realidad –aquello señalado
como más importante, y una vez dado no nos será quitado.
Templo,
río que corre, ángel, medición, saneamiento, curación, testimonio, Dios único
que actúa.
Imágenes,
signos, símbolos.
Todo
esto nos va hablando del último fin para el cual fuimos creados.
Y
al ir viendo esto, dándonos cuenta; vamos descubriendo en realidad quienes
somos, nos asentamos en la persona, y, como tal, vamos a un encuentro a ese
Otro como persona.
Encuentro
que aún no se tiene en plenitud, pero horizonte que se va avizorando.
Recordemos aquello que nos dicen: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para
llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! (…), ahora somos hijos de Dios y aún
no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal cual es” (1Jn. 3, 1a.2).
Ahí
nos dirigimos, ¡vayamos!
P. Marcelo Maciel, osb.
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