El
tema que nos ocupa y preocupa en esta Cuaresma es la pureza de corazón. Espontáneamente se lo relaciona con la
sexualidad, con la virtud de la pureza, como equivalente positivo e interiorizado
del sexto mandamiento: “No cometerás actos impuros”. Esta es la interpretación
predominante a partir del siglo XIX hasta nuestros días, pero no siempre ha
sido así.
En la Sagrada Escritura leemos: “¿Quién pude
subir al monte del Señor? ¿Quién podrá estar en el recinto sacro? El de manos
inocentes y puro corazón” (Sal 24,
3), en sentido exterior: ritual-cultual, no contaminado. También tiene un
sentido interior: circuncisión del corazón[1]
o en el Salmo: “Crea en mi, oh Dios, un corazón puro” (Sal 50, 12). En el Nuevo Testamento no se trata de una virtud
particular, sino una cualidad que debe acompañar a todas las virtudes, para que
no sean espléndidos vicios. La castidad (dominio de sí, templanza) ocupa su
puesto, pero secundario. “Para los puros todo es puro, para los incrédulos
contaminados nada es puro, porque tienen contaminada la mente y la conciencia”
(Tt 1,15).
En los Padres la interpretación toma tres
direcciones fundamentales: a) moral (rectitud de intención – Agustín de Hipona,
continuada en Ignacio de Loyola); b) mística (visión de Dios – Gregorio de
Nisa, continuada en Bernardo de Claraval, Buenaventura y los místicos renanos);
y c) ascética (lucha contra las pasiones de la carne – en cierta forma Juan
Crisóstomo, siglo XIX en adelante).
Recorremos en estos días un itinerario en etapas:
bíblica, patrística y monástica hacia la circuncisión del corazón.
1. La circuncisión en el Pentateuco
Gn 17, 1-14: La
circuncisión signo de la promesa-alianza
1
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: «Yo
soy el Dios Todopoderoso. Camina en mi presencia y sé irreprochable. 2 Yo haré
una alianza contigo, y te daré una descendencia muy numerosa». 3 Abram cayó con
el rostro en tierra, mientras Dios le seguía diciendo: 4 «Esta será mi alianza
contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. 5 Y ya no te llamarás
más Abram: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he
constituido padre de una multitud de naciones. 6 Te haré extraordinariamente
fecundo: de ti suscitaré naciones, y de ti nacerán reyes. 7 Estableceré mi
alianza contigo y con tu descendencia a través de las generaciones. Mi alianza
será una alianza eterna, y así yo seré tu Dios y el de tus descendientes. 8 Yo
te daré en posesión perpetua, a ti y a tus descendientes, toda la tierra de
Canaán, esa tierra donde ahora resides como extranjero, y yo seré su Dios». 9
Después, Dios dijo a Abraham: «Tú, por tu parte, serás fiel a mi alianza; tú, y
también tus descendientes, a lo largo de las generaciones. 10 Y esta es mi
alianza con ustedes, a la que permanecerán fieles tú y tus descendientes; todos
los varones deberán ser circuncidados. 11 Circuncidarán la carne de su
prepucio, y ese será el signo de mi alianza con ustedes. 12 Al cumplir ocho
días, serán circuncidados todos los varones de cada generación, tanto los
nacidos en la casa como los que hayan sido comprados a un extranjero, a alguien
que no es de tu sangre. 13 Sí, tanto los nacidos en tu casa como los que hayan
sido comprados, serán circuncidados. Así ustedes llevarán grabada en su carne
la señal de mi alianza eterna. 14 Y el incircunciso, aquel a quien no se haya
cortado la carne de su prepucio, será excluido de su familia, porque ha
quebrantado mi alianza».
Gn 34, 13-22: la
circuncisón signo de pertenencia al pueblo-a la familia (Rapto y violación de
Dina por Siquem)
13
Sin embargo, como su hermana había sido ultrajada, los hijos de Jacob
resolvieron engañar a Siquem y a su padre Jamor, 14 diciéndoles: «No podemos
hacer semejante cosa, porque sería para nosotros una vergüenza entregar nuestra
hermana a un incircunciso. 15 Aceptaremos solamente con esta condición: que
ustedes se hagan iguales a nosotros, circuncidando a todos sus varones. 16
Entonces podremos darles a nuestras hijas y casarnos con las de ustedes, vivir
entre ustedes y formar un solo pueblo.
17
Si no llegan a un acuerdo con nosotros en lo que se refiere a la circuncisión,
tomaremos a nuestra hermana y nos iremos». 18 La propuesta pareció razonable a
Jamor y a su hijo Siquem, 19 y el joven no dudó un instante en satisfacer esa
demanda, tanto era el cariño que sentía por la hija de Jacob. Además, él era el
más respetado entre los miembros de su familia. 20 Entonces Jamor y su hijo
Siquem se presentaron en la puerta de la ciudad, y hablaron a todos sus
conciudadanos en los siguientes términos: 21 «Estos hombres son nuestros
amigos. Dejen que se instalen en el país y que puedan recorrerlo libremente;
aquí hay bastante espacio para ellos. Nosotros nos casaremos con sus hijas, y
les daremos en cambio a las nuestras. 22 Pero esta gente accederá a permanecer
con nosotros y a formar un solo pueblo, únicamente con esa condición: que todos
nuestros varones se hagan circuncidar, igual que ellos. 23 ¿Acaso no van a ser
nuestros su ganado, sus posesiones y todos sus animales? Pongámonos de acuerdo
con ellos, y que se queden con nosotros». 24 Todos los que se reunían en la
puerta de la ciudad accedieron a la propuesta de Jamor y de su hijo Siquem, y
todos se hicieron circuncidar. 25 Al tercer día,
cuando todavía estaban convalecientes, Simeón y Leví, dos de los hijos de Jacob,
hermanos de Dina, empuñaron cada uno su espada, entraron en la ciudad sin
encontrar ninguna resistencia, y mataron a todos los varones.
Ex 4, 24-26 La
circuncisión del hijo de Moisés
24
Cuando hizo un alto en el camino para pasar la noche, el Señor lo atacó e
intentó matarlo. 25 Pero Sipora tomó un cuchillo de piedra, cortó el prepucio
de su hijo, y con él tocó los pies de Moisés diciendo: «Tú eres para mí un
esposo de sangre». 26 Y el Señor se apartó de él. Ella había dicho: «esposo de
sangre», a causa de la circuncisión.
Ex, 6, 11-12: incircunciso
de lengua
11 «Preséntate al Faraón,
el rey de Egipto, y dile que deje partir de su país a los israelitas».12 Moisés
se excusó ante el Señor, diciendo: «Si los israelitas no quisieron escucharme,
¿cómo me va a escuchar el Faraón, a mí que no tengo facilidad de palabra?».
Ex 12, 43-51: La
circuncisión y la liturgia (Otras prescripciones para la celebración de la
Pascua)
43
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Estas son las disposiciones relativas a la
Pascua. No deberá comerla ningún extranjero. 44 En cambio, podrá hacerlo todo
esclavo adquirido con dinero, con tal que antes lo hayas circuncidado. 45
Tampoco la comerán el huésped ni el mercenario. 46 Todos la comerán en una
misma casa. No saques fuera de la casa ningún pedazo de carne y no quiebres los
huesos de la víctima. 47 Toda la comunidad de Israel celebrará la Pascua. 48 Si
un extranjero ha fijado su residencia junto a ti y quiere celebrar la Pascua en
honor del Señor, antes deberán ser circuncidados todos los varones de su casa:
sólo así podrá acercarse a celebrarla, porque será como el nacido en el país.
Pero no la comerá ningún incircunciso. 49 La misma ley regirá para el nativo y
para el extranjero que resida entre ustedes». 50 Así lo hicieron los israelitas,
exactamente como el Señor lo había ordenado a Moisés. 51 Y aquel mismo día, el
Señor hizo salir de Egipto a los israelitas, distribuidos en grupos.
Lv 12, 1-4 La
purificación después del parto
1
El Señor dijo a Moisés: 2 Habla en estos términos a los israelitas: Cuando una
mujer quede embarazada y dé a luz un varón, será impura durante siete días,
como lo es en el tiempo de su menstruación. 3 Al octavo día será circuncidado
el prepucio del niño, 4 pero ella deberá continuar purificándose de su sangre
durante treinta y tres días más. No tocará ningún objeto consagrado ni irá al
Santuario, antes de concluir el tiempo de su purificación.
Lv 19, 23-25 La
circuncisión de los arboles
23
Cuando entren en la tierra y planten árboles frutales de todas clases, deberán
considerar sus frutos como algo prohibido: durante tres años los dejarán
incircuncisos, y no se los podrá comer. 24 Al cuarto año, todos sus frutos
serán consagrados en una fiesta de alabanza al Señor. 25 Y sólo en el quinto
año, podrán comer los fruto y almacenar el producto para provecho de ustedes
mismos. Yo soy el señor, su Dios.
Lv 26, 40-41
Corazón incircunciso
40
Entonces confesarán las culpas, que ellos y sus padres cometieron por haberme
sido infieles, y sobre todo, por haberse puesto contra mí. 41 Pero yo también
me pondré contra ellos y los llevaré al país de sus enemigos. Así se humillará
su corazón incircunciso y pagarán sus culpas.
Dt 10, 12-22 La
circuncisón del corazón (La fidelidad al Señor)
12
Y ahora, Israel, esto es lo único que te pide el Señor, tu Dios: que lo temas y
sigas todos sus caminos, que ames y sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón y con toda tu alma. 13 observando sus mandamientos y sus preceptos, que
hoy te prescribo para tu bien. 14 Al Señor, tu Dios, pertenecen el cielo y lo
más alto del cielo, la tierra y todo lo que hay en ella. 15 Sin embargo, sólo
con tus padres se unió con lazos de amor, y después de ellos los eligió a
ustedes, que son su descendencia, prefiriéndolos a todos los demás pueblos. 16
Por eso, circunciden sus corazones y no persistan en su obstinación, 17 Porque
el Señor, su Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios
grande, valeroso y temible, que no hace acepción de personas ni se deja
sobornar. 18 El hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al extranjero y le
da ropa y alimento. 19 También ustedes amarán al extranjero, ya que han sido
extranjeros en Egipto. 20 Teme al Señor, tu Dios, y sírvelo; vive unido a él y
jura por su Nombre. 21 El es tu gloria y tu Dios, y él realizó en tu favor esas
tremendas hazañas de que fuiste testigo. 22 Porque cuando tus padres bajaron a
Egipto, eran apenas setenta personas, y ahora el Señor te ha hecho numeroso
como las estrellas del cielo.
Dt 30, 1- 14 La
conversión y el regreso a la patria
1
Cuando te sucedan todas estas cosas –la bendición y la maldición que he puesto
delante de ti– si las meditas en tu corazón en medio de las naciones donde el
Señor, tu Dios, y tú te habrá arrojado, 2 si te conviertes al Señor, tu Dios, y
tus hijos le obedecen con todo su corazón y con toda su alma, exactamente como
hoy te lo ordeno, 3 entonces el Señor, tu Dios, cambiará tu suerte y tendrá
misericordia de ti. El te volverá a reunir de entre todos los pueblos por donde
te había dispersado. 4 Aunque tus desterrados se encuentren en los confines del
cielo, de allí el Señor, tu Dios, te volverá a reunir, de allí te tomará. 5 El
te hará entrar en la tierra que poseyeron tus padres, y tú también la poseerás;
y hará que seas más feliz y numeroso que tus padres. 6 El Señor, tu Dios,
circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que lo ames con
todo tu corazón y con toda tu alma, y así tengas vida. 7 Y él hará caer todas
estas maldiciones sobre tus enemigos y sobre los adversarios que te hayan
perseguido. 8 Entonces tú escucharás de nuevo la voz del Señor y pondrás en
práctica todos sus mandamientos, tal como hoy te los prescribo. 9 El Señor, tu
Dios, te dará abundante prosperidad en todas tus empresas, en el fruto de tus
entrarás, en las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo. Porque el
Señor volverá a complacerse en tu prosperidad, como antes se había complacido
en la prosperidad de tus padres. 10 Todo esto te sucederá porque habrás
escuchado la voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus leyes,
que están escritas en este libro de la Ley, después de haberte convertido al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. 11 Este mandamiento que
hoy te prescribo no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. 12
No está en el cielo, para que digas: «¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo
traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica? 13
Ni tampoco está más allá del mar, para que digas: «¿Quién cruzará por nosotros
a la otra orilla y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y
ponerlo en práctica?» 14 No, la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en
tu corazón, para que la practiques.
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