miércoles, 28 de febrero de 2018

LA CUARESMA TIEMPO DE CIRCUNCIDAR EL CORAZON


LA CIRCUNCISIÓN EN LA TRADICION


 


SAN JUSTINO, DIÁLOGO CON TRIFÓN



24 [1] Pudiera también demostrarles, señores -proseguí diciendo-, que en el octavo día, con preferencia al séptimo, se encerraba un cierto misterio anunciado por Dios en esas realidades; pero para no darles impresión que divago en otros razonamientos, me contento con gritarles que entiendan cómo la sangre de aquella circuncisión se ha eliminado y nosotros hemos creído en otra sangre salvadora. Otra alianza (cf. Jr 31,31; Is 54,3) rige ahora, y otra ley ha salido de Sión (Mi 4,2; Is 2,3; cf. Is 51,4): Jesucristo. [2] Él circuncida a todos los que así lo quieren, como desde antiguo fue anunciado, con cuchillos de piedra (Jos 5,2), a fin de formar una nación justa, un pueblo que guarda la fe, que abraza la verdad, que preserva la paz (cf. Is 26,2-3)).



28. [4] ¿Ven cómo no es esa circuncisión, que fue dada como signo (cf. Gn 17,11), lo que Dios quiere? Porque ni a los egipcios ni a los hijos de Moab y de Edom (cf. Jr 9,26) les sirve para nada. En cambio, aún cuando sea un escita o persa, si tiene conocimiento de Dios y de su Cristo y observa la justicia eterna, está circuncidado con la buena y salvadora circuncisión, es amado de Dios y Dios se complace en sus dones y ofrendas.



41. [4] El mandamiento de la circuncisión, por el que se mandaba que todos los nacidos habían de circuncidarse exclusivamente al octavo día (cf. Gn 17,12. 14), era también tipo de la verdadera circuncisión, por la que Jesucristo nuestro Señor, resucitado el día primero de la semana, nos circuncidó a nosotros del error y de la tendencia al mal. Porque el primer día de la semana, aun siendo el primero de todos los días, resulta el octavo de la serie, contando dos veces los días del ciclo hebdomadario, sin dejar por ello de ser el primero.



113. [6] Josué, se dice, circuncidó con una segunda circuncisión al pueblo, con cuchillos de piedra (cf. Jos 5,2-3), y esto era anuncio de la circuncisión con que Jesucristo mismo nos circuncidó a nosotros de las piedras y demás ídolos, habiendo hecho montones de aquellos que eran del prepucio (cf. Gn 31,46; Jos 5,4), es decir, del extravío del mundo, y, que en todo lugar (cf. Ml 1,11), fueron circuncidados con cuchillos de piedra, que son las palabras de Jesús, nuestro Señor. Porque ya he demostrado (cf. 34,2; 36,1; 58,13; 70,1-2; 86,1) que el Cristo fue anunciado en parábola por los profetas como “piedra” y roca”. [7] Por los cuchillos de piedra (cf. Jos 5,2-3) entendemos, pues, las palabras de Cristo, por las que tantos extraviados incircuncisos recibieron la circuncisión del corazón (cf. Rm 2,29?), aquella justamente que desde entonces, por intermedio de Jesús, Dios exhortó a recibir aún a aquellos que ya llevaban la circuncisión que tuvo su principio con Abraham, como lo prueba el hecho de habernos contado que Jesús (Josué) circuncidó por segunda vez con cuchillos de piedra a los que entraron en aquella tierra santa.



114. [4] Dichosos somos, pues, nosotros que hemos recibido la segunda circuncisión, hecha con cuchillos de piedra (cf. Jos 5,2). Porque la primera de ustedes fue hecha y se sigue haciendo con (cuchillos de) hierro, pues siguen siendo duros de corazón. Pero nuestra circuncisión, que es la segunda por el nombre, porque apareció después de la de ustedes, se hace con piedras puntiagudas (cf. Jos 5,2), es decir, por las palabras predicadas por los apóstoles de la Piedra angular (cf. Is 28,16; 1 P 2,6; Ef 2,20), tallada sin concurso de mano alguna (cf. Dn 2,34), nos circuncida de la idolatría y de toda maldad. Y están nuestros corazones tan circuncidados de todo mal, que hasta nos alegramos de morir por el nombre de esa bella piedra, de la que brota el agua viva (cf. Jr 2,13; Jn 4,10. 14, Ap 22,1. 17; 21,6) para los corazones de los que por Él acceden al amor del Padre del universo, y apaga la sed de quienes desean abrevarse con el agua de la vida.

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